-Yo te quiero más.
-No, tonto, yo más.
-No, no...Ambos reían en voz baja, mientras Frank acariciaba el cuello del mayor y éste le sobaba la parte baja de sus caderas. Volvieron a besarse y esta vez, Samuel dio un leve apretón en el trasero del pequeño, haciendo que éste gimiera levemente, haciendo a Vegetta sonreír sobre sus labios y no poder evitar una carcajada al ver la cara de Abel. Cuando se separaron, Frank apretó los labios y miró a su primo, bastante sonrojado.
-No me importa que os beséis delante mía, pero por favor, dejad los gemidos para cuando yo no esté presente. -dijo con tono divertido, haciendo que Samuel riera y que Frank se sonrojara más, escondiendo su rostro en el cuello del mayor. Dio un pequeño beso en él y, con los dientes, tiró un poco de la piel, formando una sonrisa al escuchar el jadeo de su novio.- Oh, vamos. No seáis cerdos.
Esta vez habló algo fastidiado, y Frank puso los ojos en blanco mientras acariciaba el pecho de Vegetta, deslizando los dedos por entre los botones de su camisa.
-A ti lo que te pasa es que te corroe la envidia porque yo sí follo y tú no. -dijo Frank, sacándole la lengua de manera infantil. Abel rió rodando los ojos.
-Sí, será eso, pero la diferencia es que yo follo, no me follan.Sonrió, aguantando las carcajadas. No como Samuel que, aun habiendo estado todo el rato en silencio, comenzó a carcajearse de manera exagerada, ante la mirada ofendida de su pequeño novio.
-¿Samuel? ¿No piensas decirle nada? -preguntó, colocando una mano en su propio pecho y alzando una ceja hacia su novio.
-Tampoco es como si hubiese mentido. -dijo inmediatamente Samuel, aún riendo y provocando las carcajadas en Abel.Frank ahogó un grito ofendido y se levantó, apartándose del regazo de su estúpido novio. Se alisó un poco la camiseta y después se giró, dispuesto a irse. Aunque no contaba con la suave nalgada que le dio Samuel, que lo hizo volver a ahogar un chillido mientras se sonrojaba.
-Que no me entere yo de que ese culito pasa hambre. -exclamó, seguido de las carcajadas aparentemente imparables de Abel.
Frank se giró de nuevo y agarró con fuerza el miembro de Vegetta por encima del vaquero, haciendo que soltara un chillido agudo y un par de maldiciones.
-Ten por seguro que va a pasarla.
Después de decir eso, le dio un fuerte apretón, haciéndolo volver a chillar.
-Ah. -dijo, antes de salir de la habitación.- y hoy duermes en el sofá.
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-Vamos, Frank, estábamos bromeando...
-¿Delante de mi primo? ¡Samuel, por favor! Sabes que no me gusta cuando bromeas sobre nuestra vida sexual.
-¡Tampoco mentí! ¿Acaso no soy yo el que te la mete? -exclamó, haciendo a Frank chistar suavemente.
-N-no lo digas tan alto. -murmuró, sonrojándose.
-¡Venga ya, Frank! Dime; ¿sí o no?Frank juntó ambas manos y comenzó a jugar con sus pulgares, algo sonrojado y nervioso. Asintió levemente y cerró los ojos con fuerza al oír la risa burlona de su novio.
-¿¡Qué se supone que es lo que te hace gracia!? -exclamó, golpeando su pecho vagamente.
Samuel se acercó a él, y tomándolo de la cintura, le acercó su cuerpo. Frank intentó separarse, aún seguía enfadado y no quería perdonarle tan rápido.
-¡Suelta, joder! -dijo, observando la mirada sedienta de su novio. Éste lo que quería era follar, y Frank no se lo dejaría tan fácil en esta ocasión.- ¡Déjame! ¿A que te meto?
Samuel rió y tomó a Frank por sus piernas, cargándolo y colocándolo en su hombro.
-¡Samuel, bájame! -chilló, agarrándose a la camisa del mayor. Sacudió sus piernas y Vegetta hizo el amago de soltarlo, haciendo que el pequeño chillara asustado. Oyó la risa del mayor y bufó, sonriendo.- ¡Eres un idiota!
Cuando Samuel notó la sonrisa en el tono de voz de su novio, le bajó con cuidado, besando su frente y rodeando sus hombros con sus brazos.
-¿Ya se te ha pasado la tontería? -preguntó con una sonrisa. Frank rió levemente y se abrazó a su pecho, levantando levemente la cabeza y mostrando sólo sus ojos al mayor. Asintió, batiendo sus ojos con sus largas pestañas y entonces Vegetta se mordió el labio, suspirando.- Deja de ser tan adorable. Me entran ganas de ponerte sobre la encimera de la cocina y follarte bien duro. -dijo tranquilamente.
Fran comenzó a sonrojarse desde la segunda palabra de aquella oración y no quiso evitar el gemido que escapó de sus labios.
-¿Qué te lo impide? -susurró, apretando las manos en su pecho y mirándole con los ojos brillando en lujuria. Samuel sonrió y negó con la cabeza.
-Pues mira, como hoy yo duermo en el sofá, eso es lo que me lo impide. -dijo, besando su frente.- Buenas noches, bebé.Y entonces se alejó de él, yendo fuera de la habitación mientras Frank se mordía el labio mirándolo caminar.