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Caminé hacia el chico de pelo rojo que estaba sentado en una banca.
Su cabello se veía antes de cruzar la calle.

Mis manos sudaban a horrores, y mis rodillas temblaban a cada paso que daba.

Cuando ya estuve mas cerca me puse atras de él y toqué su hombro.

Michael volteó apresuradamente y me miro con un brillo especial en los ojos.

Yo me sente a su lado y el puso una mano en mi muslo.

Yo me mantuve inmóvil y comencé a decirlo todo.

-Michael, tu carta dice cosas preciosas que yo realmente aprecio. Sin embargo, todo es muy pronto para mi.

Levanté mi vista y vi sus ojos inyectados de dolor puro. Vi como intentaba decir algo pero lo corte al instante.

-Espera, deja que hable. Sin embargo no lo puedo evitar. Yo al igual que tu, hace unas semanas pedi un deseo. Y deseé que mi vida cambiara. Y luego de eso llegaron tu y tus notas. Y realmente mi vida cambio, Michael. Antes yo pensaba que fue una obra mágica que ademas de que tuviera a un admirador, las golpizas pararán. Pero no, ahora se que fuiste tu. Siempre fuiste tu, amor.- al citar una frase de su carta, vi como sus ojos brillaron de nuevo. Tomo mi mano y entrelazo nuestros dedos.- y juro, Michael, que ese día en donde enviaste 'la gran carta' no queria leer insultos y desilusiónes amorosas de una adolescente. Pensaba que eras una chica, y no queria romperle el corazón a nadie. Pero ahora estas tú, con tu carta y esos recuerdos que ahora permanecen vivos en mi mente. Si Mike recuerdo todo a la perfección: cuando me besaste, cuando me abrazaste, las rosas y por supuesto cuando lloraste en ese arbol. Deseé ser yo quien te consolara. Cuando nuestros ojos hicieron contacto en el pasillo creí ver paz, mi felicidad en unas orbes verdes. Y creeme Mikey, si esas golpizas y todos estos años de sufrimiento me llevan a un futuro juntos, valieron la pena.

Cuando termine de hablar vi sus mejillas mojadas y una sonrisa rota.

Esa fue la mejor sonrisa que he visto en mis años de vida. La mas importante. Una sonrisa entre la lluvia, sin duda, la mas complicada.

De sus ojos cayó otra lagrima. Yo me acerqué a el y la quite con mi pulgar.
Senti sus manos en mi cintura y estas mismas apegandome a él.

-No quiero que llores, cariño. Sonríe por todos el tiempo que nos queda juntos.

Él me beso la mejilla y acomodo su rostro en mi cuello y limpio sus lagrimas en este mismo, haciéndome cosquillas.

-Quiero que sepas algo. Eres mi 11:11, Michael Clifford.

11:11,- mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora