¿Qué tal?

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Nunca sé qué responder. Cada vez que alguien se toma la molestia de preguntármelo me quedo en blanco. No puedo evitar preguntarme si esa persona realmente quiere saber la respuesta, o si simplemente utiliza la pregunta como una manera de iniciar conversación. Es tan difícil, millones de personas responden esta pregunta como mínimo una vez al día, y todas ellas sienten esa mágica ilusión a la hora de responderla, y sin embargo, yo no hago más que sentir un enorme vacío. Un enorme, asqueroso y doloroso vacío.

Tengo dos opciones, mentir y decir que me encuentro de maravilla, o mentir y decir que he tenido unos días difíciles (vale, tal vez esto segundo no sea tan falso como lo anterior, tiene algo de verdad escondida, pero está muy lejos de describir lo que realmente siento). Algunos se preguntarán "¿y por qué no das una respuesta sincera?", ojalá fuera tan sencillo.

Cómo voy a dar una respuesta sincera cuando ni siquiera sé cuáles son mis verdaderos sentimientos. La mayoría de veces no hago más que esconderlos porque me dan asco. Odio lo que veo, casi tanto como lo que estoy escribiendo ahora mismo. Además, a nadie le interesan mis sentimientos, nadie quiere escuchar lo que realmente tengo que decir.

-Bien -me esforcé por formar una pequeña sonrisa.

-¿Has visto a Lana?

¿Queréis saber cuál sería mi respuesta? ¿Mi respuesta sincera?

«No lo sé. Lo único que sé es que estoy triste, siempre estoy triste»



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