Todo pasó muy rápido y ella sentía temor de que sospechara sobre lo que estaba ocultando, sí, me había enamorado perdidamente de él. De su profunda mirada, su exagerada sonrisa y la manera tan delicada de hablar sobre sus temas de conversación favoritos.
Él, en cambio, se decidió a resignarse de lo que en realidad sentía pues había tenido ya varios tropiezos en el amor y su perspectiva había perdido completamente la esperanza de encontrar a alguien que pudiera reparar sus heridas.
Continuaron ambos de ese modo, con cada despedida había un cálido y, se podría decir que un eterno abrazo. Era allí donde se sentían seguros y más queridos que nunca... esa sensación de "yo estoy para tí... por siempre" que ambos podían transmitirse.
Y así pasaron dos largos años...