La primera semana de mi nueva vida en Helsinki fue muy activa. Tuve que acondicionar el cuarto a mi manera ya que no me convencía del todo tener una cama con una televisión en el suelo.
Gasté la mitad del dinero que mi papá me había dado para sobrevivir el primer mes, pero yo tampoco podía aguantarme. De por si no voy a entender mucho de la televisión, no quería estar en un cuarto tan deprimente que me haría sentir ignorante.
Lo dejé precioso, empezando por la lámpara en forma de foco de color rosa hasta el tocador con un gran espejo. Arreglé la persiana porque se atoraba a cada rato, con arreglar me refiero a compré una nueva muy bonita. Por ende, había más luz y no usaba mucho el foco. Mi tía me va a agradecer cuando la cuenta de luz sea la misma aunque tenga una persona más.
No voy a negar que se veía muy femenino aun sin pintar las paredes pero creo que una casa con cinco hombres, cualquier cosa de una jovencita podría verse muy femenino, incluso un esmalte de uñas.
El primer fin de semana, me llevaron al museo nacional de Finlandia. Ahí mis primos se ganaron 5 euros cada uno por haber sido mis traductores a lo largo del museo, fue un arduo trabajo porque algunas cosas no las sabían traducir y tenían que hacer mímica o darme una gran explicación. De los cuatro, Charles fue el que más me explicó todo mientras los demás contaban chistes o le retroalimentaban.
Cuando salimos de ahí, me llevaron a comer a un lindo restaurante. Comí un Karjalanpiirakat, me supo raro pero creo que es porque nunca antes había probado algo así.
No quise ir al cine porque no iba a entender nada, aunque fuera con subtítulos. Así que nuestro día terminó a las siete de la tarde.
Llegamos a la casa y mis tíos estaban muy concentrados haciendo cuentas. No los molesté y subí a mi cuarto y prendí la computadora, probablemente mis papás durmieron día y noche esperando verme y no leer mis mensajes.
Cuando prendí Skype, en tres segundos mis papás me estaban llamando. Pero solamente estaba mi mamá.
-Hola, corazón- me dice sonriendo -¿cómo te va en la tierra prometida?
-Me va bien- contesté y voltee hacia la puerta, pensé que mi tía estaría viendo pero al parecer no fue así.
-¿Qué hiciste hoy? Tardaste una semana en prender la cámara para verte- lo último sonó como un regaño pero decidí ignorarlo. Solamente sonreí un poco, mire hacia el teclado y otra vez la vi.
-Fui al museo- lancé un suspiro –comí un Karjalanpiirakat- me reí cuando lo pronuncié porque se escuchó todo feo –pero te juro que mis primos lo pronuncian mejor.
-Karjalanpiirakat- mi tía Padmé entra a mi cuarto –está delicioso, Lu- se para atrás de mí.
-Hola Padmé- mi mamá sonríe de oreja a oreja -¿no te ha dado lata?
-Por supuesto que no- mi tía se ríe –lo único que ha hecho esta semana fue arreglar el cuarto a su manera e ir al museo. ¿Ya le diste un tour a tu mamá?
-No- dice mi mamá y yo me siento como un bebé cuando mi mamá me decía que le mostrara mis juguetes a mis primos o amigos, lo que sucediera primero -¿arreglaste el cuarto?
-Sí- le dije casi en un susurro –ojala vengas pronto para que lo veas- sonreí
-Eso espero- hubo un silencio incomodo entre las dos hasta que mi tía Padmé habló.
-El lunes empieza sus clases para hacerse toda una finés- me da una palmada en la espalda –en seis meses debe de estar lista para poder entrar a la carrera, traemos el tiempo bien calculado, Lu.
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Tú y yo.
Teen FictionCuando Alexa se tiene que ir a vivir con su tía y sus primos a Helsinki sabe muy bien que va a ser un gran cambio. Dejando atrás a toda su familia, amigas y novio, se embarca a una nueva aventura en la cual tendrá que vivir con su tía y sus cuatro p...