Helsinki

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Mi cabeza pegó en el vidrio del avión cuando aterrizó, me desperté en segundos y pude notar que ya había llegado a Helsinki. Era noche, por lo cual las luces del aeropuerto me lastimaban la vista. 

El señor de al lado me empezó a hablar en finlandes y yo no pude más que verlo, sabía decir hola y adios pero no algo tan complejo como el me había hablado. Después de que el terminara de hablar, me tuve que idear un plan que consistia en contestarle en inglés y si el no podía entender, nos veiamos en una situación difícil.

-Sorry, I don't speak finnish- le dije y el asiente, bueno, al menos entendió algo.

Una vez que me bajé del avión y entré al gran tobogan y tarea de buscar mis maletas me vi en un apuro porque todos hablaban finlandes, aunque todos me entendían cuando hablaba en inglés, se me hacía incorrecto estar en un lugar en el que el finlandes era usado por todos y que yo no lo supiera. 

Una vez que llegué a recoger mis maletas, me puse mis auriculares para que nadie me molestara ni yo molestar a nadie. 

La canción que se puso en ese instante estaba tan hermosa que me motivaba a salir a ver quién había venido por mi y creerme una gran diva. Me inspiraba a salir por toda la ciudad con un look y actitud imponente que se rompería en el momento en el que me preguntaran algo y yo quedara como tonta si iba sola. 

Al ritmo de la música, salí y vi al montón de personas esperando a todos los que estaban adentro recogiendo sus pertenencias. Nombres raros escritos en hojas de papel y cartulinas, algunos pañuelos en el aire moviendose de un lado al otro. Yo solo sonreía, sabía las seis caras que debía de buscar y encontrar, una era de mi tía, otra de mi tío y las demás de mis primos. 

Una vez que me empecé a mover hacia la multitud me di cuenta de que no había mucha gente, por lo cual me empezaba a dar miedo no ver a mis tíos y primos. Pero cuando vi un dibujo de una bailarina de ballet, supe que debía de caminar hacia ahí. 

Mi primo, Charles estaba sujetando ese dibujo mientras mi primo Josh corrió a ayudarme con las maletas, mis primos Louis y Simon estaban tomando un café cuando me vieron y corrieron a ayudarme también. Mis tío Owen y mi tía Padmé estaban viendo libros cuando notaron mi presencia gracias al unisonido de mis primos.

-¡Alexa!- todos me abrazaron una vez que coincidimos en un punto.

-Hola- les saludé con mucha emoción y todos agarraron las maletas mientras me saludaban. 

-Que hermoso es tenerte por este lugar tan frío- dijo mi tía cuando me saludó -al fin habrá una chica.

Mi tía siempre quizo tener una hija, pero después de darse cuenta que el cuarto era chico, se dio por vencida. Sin embargo, cuando nací yo, que solamente Charles y Josh estaban, ambos me pusieron mi nombre. 

-Muchas gracias por recibirme, tía- volteo a ver a mi tío -gordo panzón, ahora vas a lidiar conmigo todo el día en vez de una vez cada año- le hago una cara a mi tío y se empieza a reír.

-Me esperan días difíciles- me contesta mi tío y yo sonrio.

Mi primo Charles era un bebote, 23 años y con gran futuro, se encontraba con una licenciatura en diseño gráfico y proximamente sería un ingeniero en bio tecnologías. Aunque contaba con mucho renombre, ya que  dibujaba, daba clases de arte y estudiaba, el tenia la actitud y emociones de un bebé. Muy sabio, pero muy apegado al pasado. 

Mi primo Josh era completamente diferente a Charles, un jovén de 19 años que jugaba en un equipo de fútbol local mientras estudiaba contaduría. Muy despierto y astuto, nada se podía pasar desapercibido cuando el estaba, ni una miga de pan ni un balón de fútbol importado desde algún país lejano. Tiene el ego muy grande, no le cabe en su bolsillo pero cuando quiere, tiene buen corazón y te hace reír.

Mis primos Simon y Louis se llevan un año de diferencia por el mito de que si te embarazas pronto, podría ser niña.Louis es el bebé de los cuatro, aunque tenga 12 y Simon 13. Ambos parecen gemelos de otra fecha de nacimiento, mismas actitudes burlistas y con el toque de pesimismo. Parecían poesía andante, un poema del barroco. 

No sé si el mismo frío los haga así pero, son muy raros cuando todos estamos juntos. Nuestras fiestas no son de la misma manera, tenemos que seguir un estandar para que ellos se puedan levantar a bailar de izquierda a derecha por tres canciones. 

Mi tía y mi tío se conocieron en Helsinki cuando mi tía vino a un intercambio de la Universidad. Mi tía es enfermera, y al parecer Finlandia ocupaba enfermeras, así que mi tía aceptó seis meses que serían evaluados por el hospital en vez de maestros. Bueno, los seis meses pasaron y ella decidió quedarse a estudiar aqui porque un hombre alto (actualmente sigue igual pero con panza) de ojos verdes le robó el corazón. Bueno, eso dice ella. 

Por si tenian la duda, mi tía es hermana de mi papá precioso.

-¡Hey!- Charles me dice dandome la hoja -me acordé de tu intentó de ser bailarina y la dibuje en cinco minutos- la bailarina a blanco y  negro se veía muy bonita para haber sido creada en cinco minutos. Totalmente recta, su mirada al frente y sus brazos muy derechos. Soñé con serlo, pero varias cosas lo impidieron. 

-Qué gracioso eres- dije en ironía agarrando la hoja mientras mis primos y tíos empezaron a caminar hacia la salida -los extrañé mucho, chicos.

-Nosotros igual, pero si tenemos varias reglas para ahora que vas a estar con nosotros- dice Simon jalando mi maleta rosa fosfo. 

-No te preocupes- digo caminando más rápido -yo también tengo mis reglas para ustedes.

Nos subimos al pequeño carro en el que nos hicimos caber las siete personas. Entre quejidos y apretones pudimos caber y el frío que sentí cuando salí del aeropuerto, se convirtió en calor cuando todos nos apretamos y mi tío prendió la calefacción del carro.

-Helsinki te va a encantar- decía mi tía una y otra vez cada vez que repetía todas las actividades que quería realizar durante mi estancia, unas eran para un fin de semana pero otras eran para largo plazo. Quería llevarme a toda Finlandia en una semana y eso me daba risa. Mis primos sonreian apenados de vez en cuando y yo solo les guiñaba el ojo. 

-Es bueno poder verte todos los días en vez de una vez al año- repetió Louis cuando llegamos a la casa de color rojo que estaba en una esquina.

A mi también me alegraba pensar en que los vería todos los días en vez de pocos cada mil años.

Empezaba a extrañar a mis asombrosos padres, que cruzando el gran charco estarían esperandome y extrañandome como locos, mi corazón extrañaba a las chicas y a Pablo, pero sabía muy bien que un simple click me acercaría a ellos, aunque fuera un poquito. 

Tú y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora