Capitulo 1: "Guillermo".

266 40 1
                                    

Un chico de cabello negro caminó directo a su casillero mientras observaba su celular, esperando un mensaje de su enamorada. Abrió su casillero y saco una libreta antes de que lo interrumpieran, mientras buscaba el libro de calculo, su mejor amigo.

-Joder, chaval, no sabes el fieston que hubo ayer, debiste ir -hablo un enérgico castaño mientras sostenía un capuccino y sonreía a su compañero malhumorado-.

-¿Fiesta un domingo, Samuel? No pensé que eras de esos -le sonrió falsamente de lado para volver a su cara de pocos amigos-.

Ambos empezaron a caminar hacia la única clase que compartían en el día, sin contar álgebra pues se encontraban mas alejados de lo que fuera posible. Uno al frente y otro al fondo. Chaval, la profesora si que era cruel.

-Oh no -Samuel rió- Por favor, dime que no estuviste toda la noche esperando que contestara tus mensajes.

El menor solo atinó a mantenerse callado como respuesta mientras su compañero reía como si no hubiera un mañana, al llegar a la clase se sentaron cada uno al lado del otro mientras hablaban de sus fines de semana.

-Realmente no hice nada, solo estuve en la computadora.

-Esperando un mensaje de Santana -se burló Samuel mirándolo divertido-.

-Y luego bueno, jugué un poco a un nuevo juego que salió que te lo debo pasar -prosiguió Guillermo pasando de él- Y aunque no lo creas, en solo esos dos días me lo pa...

-Y adivino, como no llego ningún mensaje de ella, seguiste jugando y te lo pasaste todo, ¿me equivoco? -interrumpió-.

El pelinegro lo miro con cara de pocos amigos seguido de un guantazo en la cabeza, que Samuel no pudo responder divertido porque entro la profesora con una pila de hojas.

-Por favor, no... -hablaron los dos a la vez-

-Chicos, solo lápiz y goma en la mesa, examen sorpresa -hablo la profesora sonriendo- Espero que hayan prestado atención en el año.

Todos hicieron lo que ella ordeno y al terminar todos se pusieron a hablar mientras ella corregía. Rápido y fácil, a no ser...

-¿De Luque? -el mayor levantó la mano nervioso- A.

-Joder, gracias a Dios... -susurró para él y su compañero- Casi tiemblo chaval.

-Anda chaval, que te sabes todo de esta materia.

-¿Díaz? -la profesora negó con la cabeza y lo miró a Guillermo- F.

Prosiguio diciendo las notas mientras Guillermo miraba al suelo, iba a perder la maldita materia. Samuel lo miraba mientras intentaba animarlo pero era inútil.

-Todo mi maldito esfuerzo...

Fue lo único que Guillermo pudo pronunciar. El timbre sonó y Guillermo fue el primero en salir en camino a su casillero donde arrojó sus libros de cálculo violentamente contra este.

-Guille, tranquilo -susurró Samuel mientras el pequeño pateaba su casillero con rabia-.

-¿Entiendes que si pierdo el ultimo examen, pierdo todo? Todo el maldito año, todo, por esta materia de...

Guillermo paró al ver como una baja pero hermosa chica morena pasaba por su lado y lo miraba.

-Hola Guille.

Una sonrisa se dibujo en su rostro.

-Hola Santana.

Samuel rodó los ojos, mientras la morena seguía su camino.

-¿No te das cuenta de que es así con todos? -Samuel lo miró indignado-.

-¿Porque no te callas y vas a conseguirte una novia? Que te hace falta, joder -dijo Guillermo furioso-.

Samuel rió, mientras negaba con enojo y vergüenza de su compañero, y lo dejó solo. Con sus pensamientos, sus sentimientos y su mente. Cosa que no era buena, porque Guillermo no era bueno con esas tres compañías.

-¡Oye, Santana! -gritó, mientras corría tras ella- Hola.

-Guille, ya nos saludamos -rió torpemente- ¿Ocurre algo acaso?

Guillermo titubeó.

-Solo quería saber si te llegaron mis mensajes... -el cacheton miro para abajo con nerviosismo- Tal vez por eso no me habías respondido.

-Oh no, si los recibí -Santana arqueó una ceja divertida- Tal vez luego tenga tiempo de responderte

Rió y se alejó de Guillermo mientras el la miraba mover esas caderas tan perfectas de un lado al otro. Joder, que esa chica le podía de maneras poco comunes, pero Samuel tenía razón. Ella no era buena, era igual con todos, solo era uno más de su lista, una lista donde perfectamente Samuel podría estar, pero que él no quiso por su amigo. Samuel era un buen amigo, un gran amigo. Le quería, de verdad lo hacía pero nunca había tenido novia y que una chica se le acercará era algo majestuoso, no podía asimilarlo, no quería asimilarlo.

Corrió por los pasillos mientras buscaba a su amigo para pedirle unas disculpas. No era problema, esto pasaba unas cinco o seis veces al día, se peleaban por cualquier estupidez, se separaban y se pedían disculpas. Pero esta vez no podría ser así, porque el timbre sonó y esta vez no le tocaba con él. La hora de química pasó lenta pero cuando menos se esperaba tocó el timbre y fue el primero en salir disparado del salón directo al pasillo.

Primera misión: Ir al casillero de su mejor amigo, Samuel. Corrió hasta ahí lo más rápido que pudo y ahí estaba él, ya cambiado para deporte.

-Samu -susurró con la voz más inocente que pudo- Perdón, me comporté como un idiota.

-Guillermo -habló seco el mayor-.

-Tienes que entenderme, ¿jamás te gusto alguien tanto que no puedes dejar de pensar en esa persona? Y no mientas, dime que nunca te paso eso. ¿Nunca viste a esa personita y se te aceleró el corazón? ¿Y acaso nunca te desilusionaste porque sabes que tal vez, solo tal vez...?

-Esa persona no piensa lo mismo de ti -completó Samuel viéndolo ya con compasión-.

-Exacto.

Ambos se quedaron mirando a los ojos callados, hasta que Samuel bajo la mirada.

-Debo irme a deporte, nos vemos en Álgebra, ¿vale?

-Samuel.

-¿Que? -giró y miro al pequeño con esos grandes cachetes y esos ojos que derretirían a cualquiera- ¿Que ocurre?

-Dime que estamos bien, por favor.

Samuel miró al piso para luego ver a su compañero y sonreír-

-Claro que si cabezón, nunca podría estar enojado contigo -Samuel revolvió un poco la cabellera del más bajo-.

Lo posiciono en su pecho, a lo que el menor correspondió con un agarre en la cintura. Un abrazo, del que se liberaron más rápido de lo que cualquiera de los dos hubiera querido.

-Hoy ven a casa, ¿vale? Y me dices tus consejos para conquistar a esta chica -dijo Guillermo sonriendo-.

-Vale, iré. Solo porque te veo muy urgido de mis frases mágicas de conquistamiento -dijo antes de sonreír, girar e irse caminando hasta el gimnasio-.

Guillermo sonrió mientras lo veía irse y dio la vuelta sobre si mismo y caminó rumbo hasta su casillero. En cambio, Samuel al doblar en la esquina se detuvo y se apoyo en un casillero mientras respiraba pausadamente.

-Maldita perra... -susurró para mi mismo, al mismo tiempo que golpeaba un casillero-.

¡Joder! (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora