Capítulo 2

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Cojo el móvil y entro en su perfil.
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Suspiro. ¿Desde cuando me pasa esto?
Al principio no lo creía. No podía ser cierto. ¿Cómo me podría estar pasando eso?
Intentaba negarlo. Pero no se puede negar lo evidente.
Me gusta.
...me gusta un chico.

Escucho un sonido en el móvil.
¡Nuevo mensaje!
Lo cojo y abro el mensaje. ¡Es él!
Empiezo a ponerme nervioso y noto que me tiemblan las piernas.
Abro la conversación y chateo:

Rivert: Hola
~Hola
Rivert: ¿Te apetece quedar?

Dejo el móvil y salto de felicidad.
Sonrío con triunfo y me asomo a la ventana, dando un grito de gloria.
Vuelvo a coger el móvil y le contesto:

~Vale. ¿En el parque a las 15:30?
Rivert: De acuerdo. ¡Nos vemos!

Dejo el móvil y me pongo a buscar ropa en el armario. ¿Qué me puedo poner? Levanto el brazo para coger una camisa.

-Oh, j*der! Tengo que ducharme.

Voy al baño y me ducho. Al terminar me visto la mejor ropa que encontré y me echo mi mejor colonia.
Salgo de casa y me encuentro con una sorpresa.
Mi padre alcohólico está esperándome junto el coche.

Camino como si no estuviera.
Cojo mi móvil y marco el numero de urgencias, pero sin llamas. Solo por si a caso.
Abro la puerta del coche y él me la cierra.

-¿A dónde vas? -hace una mueca, prohibiéndome salir de casa-

-Quedé con Rivert.

-Te estás haciendo gay por juntarte con personas como esas. Te prohibo ir con él.

-¿Qué? No me lo puedes prohibir. Es mi vida y hago lo que quiero.

-No, mientras vivas en mi casa. -dice con aires de vencedor -

-Te soltaron de la cárcel porque la tía pagó la fianza, ¿no? -observo su abdomen.-

Me gustaría haberle apuñalado.

Abro la puerta del coche y él me lo vuelve a impedir.

-He dicho que no te vas a ningún lado, y menos con ese chico.

-Habló el borracho de mi padre, que maltrata a su mujer y a su hijo cuando no controla la cantidad de alcohol que bebe.

Observo su expresión. Parece que prefiere hacer que no lo escuchó.
Está sobrio.

-Tienes a tu vecina a un par de casas de la tuya, ¿y decides hacerte maricón?

Me enfada. Eso me enfada mucho

[Me acerco a él y le cojo la cabeza, golpeándolo contra el coche y hacerle cortes en la frente]

Camino por la calle, de camino al parque.
No me puede prohibir caminar.

Llego al parque. Está sentado en el banco.

-Hola -dice, y se levanta del banco- ¿damos una vuelta?

Camino con él hacia la charca de ranas.
Estoy nervioso.
¿Debo decirle lo que siento?
¿Y si le beso?
No. No debo.
Pero podría.
Si puedo, ¿por qué no hacerlo?
No es un crío. Ni yo tampoco.
Esto no es un juego.

[ -Oye, Rivert. Me gustas. Sé que yo a ti no. No eres lo que soy yo. Yo no sé lo que soy. Me gustas. Eres un chico, pero si fueras chica, me gustarías igual. Así que... Sí, soy un incomprendido.
Me acerco a él y le beso.]

Si hubiera pasado eso, seguramente él no tendría elección. Seguramente hubiera titubeado. Seguramente se habría apartado al rozar sus labios.
Y por supuesto, él estaría incómodo, y yo.
Pero él sabría lo que siento.

Debo admitirlo: antes de él me sentí atraido por otro chico. Era atracción, ¿o era admiración?
No lo sé porque, pero igualmente le dije lo que sentía. Le dije lo que era.
Al día siguiente lo sabia medio barrio.
Si le digo lo mismo a Rivert, ¿ocurrirá algo diferente?
Confío en Rivert. No me hará eso.
Me sentiré aliviado, pero, ¿y si le pierdo?
No creo. O por lo menos, no debería. Él es razonable.
Si se lo digo ahora, habrá tensión.
Pero si le tengo que decir algo, que sea a la cara, ¿no?
Si la voy a joder, que sea poniendo la cara.
Si no lo intento, todo seguirá igual.
Si quieres que algo en tu vida cambie, no hagas siempre lo mismo.

Debo intentarlo. Pero hoy no.

El incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora