Microrrelato.

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Pasaron dos semanas y volvió a suceder. Otra vez escuchaba los gritos de mi vecina, lloraba constante mente y no me dejaba dormir. Todas las noches me asomaba a la ventana y miraba las estrellas hasta que mi vecina se dormía y reinaba el silencio.
Anoche me asomé a la ventana como de costumbre, y me quede mirando, no se muy bien porque, al cajero automático que había al otro lado de la calle, del cual salió un hombre armado, vestido de negro, que iba disparando indiscriminadamente. Decidí llamar a la policía pero para cuando lo intenté ya era demasiado tarde. Sentía mi cuerpo frío y no podia respirar. Miré al suelo y solo ví un charco de sangre a mis pies.
Las estrellas se apagaban, mientras el hombre huía en aquella dulce oscuridad.

La dulce oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora