Capítulo 1 - Feliz aniversario

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Todos los días daba vueltas a mi habitación.
No había otra cosa que quisiera más, caminar y caminar sin parar, tocar el pavimento con la planta de mis pies, rozar el césped recién cortado de mi jardín, tumbarme en un prado lleno de flores, hablar con mis amigos mientras bebemos granizadas a la calor del verano, nadar por el mar,...

No.

No podía hacer nada de eso.

Mis padres no me dejaban salir de esa habitación rectangular, en la que he pasado parte de mi vida.

Tenía motivos, vale. Pero necesitaba salir.

Una habitación grisacea que por las noches se escuchan goteras, una habitación con una cama, una ventana tintada de negro y cerrada con candado, un armario muy viejo pero sin termitas, un zorro rojo de peluche y una lámpara que alumbraba lo menos posible, y sin espejo alguno, no me acordaba de como soy.
En total, lo imprescindible para un dormitorio triste y solitario.
Desde lo que me pasó no he salido de casa.
¡A MIS PADRES LE IMPORTABA UNA MIERDA MI VIDA HASTA QUE PASÓ!

Desde ese entonces solo me hablan a gritos.
Las peleas y lágrimas son parte de mi ser.

"Aprendí la lección, déjenme salir." Les repetía mil veces.
De esas mil veces solo unas veintes no me ignoraban y me respondían a gritos diciéndome que NO.

No había nada peor que estar encerrada en casa sin relacionarme con nadie, bueno, volviéndome una loca, y hablando con Foxy, mi zorro rojo, le contaba todo, de todos modos no había mucho que contar, estar encerrada sola sin que nadie predijera de que estaba ahí, todos me odian, al menos los que lo sabían.
Estaba esperando a que un príncipe azul viniera, subiera al balcón y me salvara de los dragones. Como en los cuentos que me leía mi abuela de pequeña por las noches mientras que mis padres estaban de vacaciones.
Mi abuela era la única en este mundo que me apoyaba, a parte de Foxy.
Cuando mis padres estaban peleándose conmigo, mi abuela venía y me defendía como un caballero protegiendo a su princesa.
Pero, ya no. Esa historia cesó sin que mi abuela me salvara de los dragones.
Mi abuela murió hace cuatro años, días después de que mis padres me encerraran para siempre en mi casa, antes de ser una delincuente, antes de que me volviera más loca.

Hoy es mi decimosexto cumpleaños y hoy es mi cuarto aniversario de estar encerrada.

¡Yupi! ... ¡¡Qué felicidad!! ...
Me senté en la cama, y empecé a hablar con Foxy sobre mi cumpleaños; y en un abrir y cerrar de ojos noté que algo había tirado la lámpara y había una gran claridad que no había visto desde hace años, la ventana se rompió.
¿Qué era eso?

- ¿Tengo otro amigo nuevo en la habitación?- Pregunté mirando a Foxy, claro este no me respondía, nunca lo hizo.-

No era ningún amigo, era un balón de fútbol lleno de un líquido marrón, podría ser... ¿Barro?

Detrás de la ventana se escuchaban varios gritos pidiendo una única cosa, el balón.
No les pensaba dar el balón.
Tenía un dicho.

"Todo lo que entra en esa habitación no sale" , como yo estos cuatro años.

Aunque quería relacionarme, pero seguro que cuando les lanzara el balón se irían, tal vez me dieran las gracias y no volverían más. Ese es mi destino pensé, o eso creía.

No, esta vez los gritos no serían de mis padres, esta vez, por primera vez, desde hace cuatro años, los gritos serían de unos chicos, por un balón que no les iba a dar.

Pasaron como quince minutos y los gritos cesaron. Yo me encontraba sentada en el suelo abrazando a Foxy y a Bulf, sí Bulf era el nuevo nombre del balón.
Me levanté del suelo en un impulso, dejando a Foxy y a Bulf en este. Pasé mis dedos de la mano derecha por el espacio roto de la ventana, mis pies estaban tocando los trocitos de cristales que Bulf había dejado por el suelo, era muy traviesillo...

De repente escucho una voz fuera de la ventana, era una voz grave, pero con tonos agudos, no sé si la habré definido bien, explicar los tipos de voces es difícil, más cuando llevo cuatro años escuchando únicamente tres, y solo en ocasiones.

En el primer momento pensé que era un niño de los de antes. Sí, eso estaba claro.
No me iba a asomar, no le iba a dar a Bulf, era mi nuevo amigo.

El chico empezó a gritar.

-¡Hey!¡Te he visto!¡Sé que estás ahí!¡Abre la ventana!

-Mierda, ¡¿ahora qué mierda hago chicos?! -murmuré a Foxy y a Bulf.-
No podía abrir la ventana por tres sencillos asuntos.
1 La ventana estaba cerrada, aunque estaba la rotura donde saltó Bulf.
2 No quería dejarme ver. No quería ser conocida por alguien del exterior sabiendo lo que podría pasar.
3 Como mis padres me vieran hablando con alguien, me aniquilarían.
Aunque no creía que me vieran si estaban trabajando y llegarían tarde.
Así que asomé mi cabeza por el trozo de ventana roto intentando no cortarme en el cuello, aunque ya daba igual, al fin y al cabo iba a estar encerrada toda mi vida.

☆《E》☆

Gracias por leer♡

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