Entreabrí los ojos lentamente debido a la intensa luz que tenía enfrente. Poco a poco, la blanca habitación en la que estaba fue tomando forma y pude distinguir lo que allí había.
- ¿Te despertaste bien?- preguntó un hombre de unos 40 años, vestido con una bata blanca, tenía barba de unos días, el pelo negro azabache y ojos azules que me miraban con esperanza.
-¿Do...donde estoy?- titubeé mirando a los lados de donde estaba echada.
- ¿Eres Helen Wild verdad?- dijo sentándose en una silla al lado de mi.
Yo asentí.
- Eres una chica con mucha suerte- entonó divertido y levantando las comisuras de sus labios en una mueca muy ensayada, pero verdadera.
Yo cerré los ojos cuando vi una tarjeta en la bata del hombre en la que ponía su nombre " Daniel Scott" y el signo de licenciado en medicina.
- ¿Que me ha pasado? ¿Porque estoy aquí?- entonces susurré- Oh Dios mío...estoy en el hospital...
Entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo, cuando oí la voz del médico decir:- Si, señorita Wild, esta en el hospital. Sufrió un accidente al impactar contra un automóvil.- Entonces, lo último que dijo, hizo que quisiera salir de allí corriendo, y no volver nunca más- A perdido el movimiento de sus dos piernas, quizá para siempre; pero tenga en cuenta de que se ha salvado, su vida es muy importante. Nunca pierda la esperanza, esto no te arruinará la vida; te hará aprender cosas que quizá nunca las habrías aprendido. Helen Wild, es usted una de las pocas personas que se ha salvado de un accidente así, será difícil, pero merecerá la pena seguir viviendo- me dijo cogiéndome la mano, en un intento de consolarme.
Entonces las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos, no me imaginaba una vida entera sin caminar, correr, saltar... Mi vida entera en una silla de ruedas.
"La vida es un fuerte golpe que te hace creer en el dolor, pero aprendes como curarlo"
***1 mes antes del accidente***
- Hola Hel- dijo Jeydon, mi novio, cuando me acerqué a él.
Después de un corto e intenso beso le pregunté:- ¿a dónde vamos hoy?
Jey me respondió tapándome la boca con un dedo:- Tú solo sígueme.
Yo sonreí y el me cogió la mano y tiro de ella para que le siguiera. Caminamos hasta el centro de la cuidad, donde habían un monto de luces de neón de muchos colores, eso siempre me había encantado.
Entonces Jey se paró en medio de una de las plazas, la que más me gustaba, porque allí nos conocimos Jeydon y yo.
Se dió la vuelta y nuestros rostros quedaron a pequeños centímetros de distancia.
Su rubio pelo que le caía por las orejas se desordeno cuando giró, sus ojos azules intensos me miraban fijamente y sin perder ningún detalle de mi rostro, y esa perfecta boca que me hacia soñar cuando me besaba.
Entonces se dirigió a mi cuello, y me susurró:- ¿crees en la magia?
Yo reí tímidamente y le sonreí. El tomó mi sonrisa como un si,me cogió de la mano y me giro hacia la preciosa fuente de la plaza.
Entonces de la apagada fuente empezaron a salir chorros de agua rítmicamente junto con mi canción preferida. Emocionada, una lagrima empezó a rodar por mi mejilla al tiempo que mi boca formaba una "o".
Dos de los chorros se entrelazaron en un precioso corazón que los neones iluminaron de rosa, y todos los demás chorros de diferentes colores cambiantes.
Cuando terminó, abracé a Jey como nunca, y lo besé desesperadamente; los neones que tanto me gustaban de pequeña iluminaron nuestros juntados rostros de distintos colores en la noche.
- Te quiero Hellen Wild Carter- me dijo sin separar nuestros rostros.
- Y yo a ti Jeydon Freeman Houston- le sonreí- no me creo esto, Jey, no me lo merezco. Nunca seré como Nalla.
- Nadie es igual que nadie, tu eres especial, al igual que lo fué ella. Pero ahora tu eres mía, no tienes que ser igual que nadie para que te ame, porque ya lo hago.
Mordí mi labio inferior intentando no sonreír como una tonta.
-La vida es un fuerte golpe que te hace creer en el dolor, pero aprendes como curarlo- dijo Jey antes de volver a estampar sus labios contra los míos.
***Fin del Flashback***
Lloré desconsoladamente al recordar las palabras de Jeydon. Daniel se fué cabizbajo sin decir nada más, pero antes de que saliera dijo que si quería ver a mi familia, y yo asentí.
Sequé las lagrimas con la manga de mi camiseta cuando oí el pomo de la puerta girarse.
Cuando la puerta se abrió totalmente, vi el rostro totalmente descompuesto de mi madre al verme. Se había recogido su negra melena en una coleta mal hecha, cayéndole unos rizados mechones a los lados de su cara. Sus ojos mieles, tomaron un pequeño brillo cuando diviso mi rostro.
Yo sonreí, se veía hermosa aun en situaciones difíciles. Corrió hacia mi y me abrazo con fuerza. Noté sus lagrimas caer, y yo le respondí el abrazo.
-¿Estás bien mi niña?- preguntó deslizándome un mechón de pelo tras mi oreja como siempre suele hacer. Al notar su caliente tacto me estremecí, me invadió una sensación de seguridad inigualable.
- Si mamá, no puedo decir que mejor que nunca pero, estoy bien...- dije sonriendo
Ella intento sonreír mordiéndose el labio inferior para no mostrar su maternal preocupación.
-¿Ha vendido papá?- le pregunté a mi madre
-No lo sé cariño, ya sabes que esta fuera por negocios...- dijo dándome un beso en la mano y después en la frente.
-¿Hellen?- oí la voz de mi padre detrás de mi madre.
Ella se quitó y me dejo ver su rostro. Estaba asustado, pero cuando me vio su cara se tornó cariñosa y me abrazó fuertemente.
- Has...has venido Lucke- dijo mi madre sorprendida por tan rápida presencia de mi padre, y nada más decir eso lo abrazó.
- En cuanto me enteré cogí el primer vuelo hacia aquí- dijo correspondiendo el abrazo de mi madre- he pedido las vacaciones adelantadas para poder estar con vosotras.
- Gracias papá-musité
- No me des las gracias, corazón.- dijo dándome un pequeño beso en la mejilla.
Entonces el doctor Daniel Scott les dijo a mis padres que salieran.
Y entonces apareció el rostro que estaba deseando ver.
- ¿Hel?- dijo Jaydon respirando entrecortadamente.
- Jey, has venido...-sonreí
-¿Estás bien?¿Que te ha pasado?- dijo acercándose a mi.
- No voy a volver a andar Jey- dije mordiéndome el labio para no volver a llorar, pero no pude. Él me abrazó y yo lloré con él hasta que se tuvo que ir, pero antes de salir me dijo:
- Te quiero Hellen Wild Carter, nunca lo olvides.
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Enséñame a andar (próximamente)
Teen FictionHellen Wild era una chica de 16 años feliz y risueña a la que le encantaban los deportes. Pero un accidente de tráfico cambiaría su vida por completa para mal o...¿para bien? En silla de ruedas casi para siempre conoció a él apuesto instructor de r...