El día de mañana.

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Tuvo que detener su bici de golpe cuando se dio cuenta que un auto pasaba a toda velocidad. Como en Cefatiazi no habían semáforos, porque casi nadie tenía vehículos, se ahorraban el tener que ponerlos y mantenerlos, y por esto, el que no te atropellaran quedaba completamente a tu responsabilidad.
Luego de esto Nicte siguió pedaleando durante dos cuadras más, hasta llegar a un edificio gris de dos pisos, era el Instituto de Cefatiazi; el lugar parecía bastante tétrico, su portón se veía como el de una cárcel y sus salas frías como el invierno hacían que el Instituto fuera uno de los peores lugares del mundo.
Como era primer día de clases de su último año, corrió hacía el teatro del recinto para el esperado acto de principio de curso.
Por alguna razón a Nicte le relajaba ver y escuchar a la directora del instituto, en los pocos actos de colegio se dedicaba a mirar esa apariencia avejentada. La señora Fernan parecía tener polvo en sus arrugas y su voz era como escuchar las antiguas historias de la abuela, que de niña parecían ser lo único entretenido que hacía.

—Buen día alumnos, nuestro Instituto les quiere dar la bienvenida a los más de ciento cincuenta estudiantes que se gradúan de nuestro edificio este año-comentó la voz de la directora, que desaparecía de la mente de Nicte. Se había relajado tanto, que su mente había comenzado a imaginar lugares lejanos, llenos de gente y de los colores que veía en los libros de la clase de Teoría del arte y literatura.

No se dio cuenta, pero luego de imaginar un hombre tocando el piano en un bosque, comenzó a cantar, y mientras cantaba le creaba una letra a la melodía que el pianista tocaba.

La corta letra se repetía en la voz de Nicte en lo que para Gris, su vecina de asiento, parecía un bucle infinito. Tampoco se dio cuenta y empezó a tararear.
Nicte se fijo del dueto, cuando Artemisa llevaba su tercer repetición. Y Gris al notar la mirada tímida de Nicte sobre ella se dio vuelta para saludar.

—Hola, mi nombre es Gris, lo siento estaba aburrida y empecé a repetir lo que cantabas. Parecía una letra interesante, creo que una vez leí algo parecido en el blog de Urano.
—¿Urano? Nunca había escuchado de ella, creí que los blogs estaban prohibidos...
—Lo están, pero Urano vive en las afueras de la ciudad y es ahí donde escribe. Después de los límites, las reglas de Cefatiazi no rigen.

Luego de esta pequeña conversación se callaron, al darse cuenta que la directora Fernan ya estaba terminando.
Después del "Espero sea su año más exitoso", todos se levantaron y fueron a sus casilleros.

—¿Qué tienes ahora Nicte?
—Tengo Teoría del arte y literatura.
—¡Oh vaya! Creí que ya nadie tomaba ese electivo, es más solo sabía de tres personas que tomarían la materia.

Las dos alumnas caminaron hacía sus casilleros para tomar un estuche y un cuaderno. Se dirigieron hacia la sala de arte, que era la más gris y aburrida de todo el Instituto; aunque era la sala de arte, lo único que se podía ver-que intentaba decorar de alguna manera—eran unas fotografías en sepia de la fundación de Cefatiazi.
La señora Millar era la encargada de la clase del año anterior, pero este año había leído que una tal "Señorita Kate" sería la encargada de Teoría, debido a que Millar había sido diagnosticada con cáncer.

Gris seguía a Nicte, se podía ver en sus ojos el deseo de tener una nueva amiga, además una amiga con la que podría hablar de arte , colores, libros y escritura.
La sala tenía cuatro mesas grandes y en realidad habían llegado más personas de las que se esperaba Nicte.
Taylor Noel, Gris Dashner, Elizabeth Wilde, Alicia Carrol, Logan Doblas y la profesora Kate Orwell eran los pocos que componían Teoría del arte y literatura.

La maestra entró justo a las nueve de la mañana. Usaba un vestido color granate que estaba tres dedos sobre la rodilla -bastante revelador para ella diría su abuela—usaba unos tacones altos, que la hacían ver de uno ochenta de alto. Su cabello—color caramelo— estaba en una cola alta y en sus puntas se podía ver un atisbo de tintura color rojo. En su muñeca derecha tenía un tatuaje que decía "Hace lo mejor que puedas" y en su muñeca izquierda tenia un pequeño dragón. Kate Orwell parecía muy joven, tendría sus veintiocho años—aunque se veía de unos veinte tres— y todo su aspecto y vestuario decía REBELDÍA. La imagen de la nueva profesora hacia sentir a Nicte rechazo, le recordaba a la loca de vida de sus padres—y una vida loca solo podía significar muerte en Cefatiazi— por lo que luego que la escuchó saludar y presentarse, intentó no volver a mirarla para así no sentir que se le revolvía el estómago.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2016 ⏰

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