A minutos del cielo.

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Dolor, dolor y más dolor, eso era lo único lo cual él era capaz de sentir, ya había dejado todo atrás, todo, sin importar que. Pero por más que le hubiera gustado, no pudo dejar atrás ese dolor que lo estaba martirizando, aquel dolor que estaba incrustado en su pecho desde hace siglos y que por fin hoy, explotó.

De todos modos ya no le importaba sentirlo, se había acostumbrado años atrás, pero hoy iba a morir, iba desaparecer, así como lo debería haber hecho hace ya más de 50 años, cuando el magnífico Reino de Prusia fue disuelto.

Desde 1947 que Gilbert Beilschmidt sabía que algún día tendría que desaparecer, y hoy era ese día, se despidió de su querido hermano Ludwig Beilschmidt, de sus amigos más cercanos, Francis Bonnefoy y Antonio Fernández Carriedo, de aquel aristócrata molesto, Roderich Edelstein, también de los hermanos Vargas, ninguno de ellos comprendió del todo el motivo de la despedida; pero algo en sus interiores les decía que esa sería la última vez que verían al prusiano. Ahora, solo faltaba la parte más dolorosa, despedirse de Elizabeta Héderváry.

Aún no sabía como lo haría ni que le diría, solo sabía que tenía poco tiempo, debía apresurarse antes de desaparecer, debía encontrarla y decirle lo que sentía por ella, no quería morir sin decírselo.

"No puedo creer que el asombroso yo se le ocurriera decirle a Liz lo que siento por ella, justo ahora, justo a minutos de morir, a minutos del cielo". Se dijo a sí mismo Gilbert mientras corría desesperadamente a la casa de la húngara. Ya no le quedaba tiempo, y las piernas estaban dejando de responderle como se debe, "será por el cansancio" pensó el albino, pero sabía perfectamente que solo era otro síntoma de lo inminente.

-¡¡Liz!! ¿Dónde estas Elizabeta?-grito el pruso mientras entraba a la casa de la húngara. Gilbert a penas si podía caminar, así que no le quedaba de otra que aferrarse a los muebles de la casa para poder hacerlo y así poder encontrar a la castaña.

-Gilbert no tienes porque gritar-respondió la castaña desde el patio trasero de su casa. El albino al escuchar su voz, instantáneamente se dirigió hacia donde estaba la castaña. Con cada minuto que pasaba su cuerpo se hacía más débil, ya casi no podía sostenerse en pie.

-Liz, al fin te encuentro-dijo Prusia sonriendo y mirando a los ojos de Hungría. Ambos sostuvieron la mirada por unos segundos, una mirada llena de tristeza por parte del albino y confusión por parte de la castaña al ver el estado de él.

-Gilbert que te pas...- Elizabeta no pudo continuar ya que Gilbert se acerco a ella y le dio un suave beso, suave sí, pero cargado de un amor que solo con los siglos puede llegar a ser así.

-Hungría, no; Elizabeta, escúchame bien. Perdón por haberte herido en el pasado, por haberte molestado, por haber molestado al aristócrata sabiendo que eso te irritaba, por todo eso perdón. Tengo una cosa más que decirte, Ich liebe dich, desde que éramos unas pequeñas naciones que lo hago... - Prusia no tuvo la oportunidad de terminar, de la nada Elizabeta lo abrazo. Aquel abrazo era cálido, lleno de amor, pero cargado de cierta tristeza y desesperación.

-Siempre fuiste un idiota, mira tú que se te ocurre decirlo ahora; ahora que ya no podré estar contigo, ahora que te irás -decía la húngara mientras lágrimas surcaban por sus mejillas.

- ¡Kesesese!, lo siento mucho- decía mientras correspondía aquel abrazo- sabes, ahora que te lo dije, ya deje de sentir dolor en el pecho, en realidad es un alivio, al fin podré descansar.

-De que estas hablando idiota, no te he dicho que te puedes ir, no te he dado permiso, tienes que quedarte, si tú no estas, ¿A quién le daré sartenazos? - gritaba en el pecho del albino mientras lloraba.

-Liz, ambos sabíamos que esto algún día pasaría, gracias por haberme aguantado durante tantos siglos- decía con un tono de voz tranquilo el pruso.

-No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo, estas muriendo, estas desapareciendo-grito la húngara mientras rompía aquel abrazo- no entiendo cómo me dices que me amas si te irás, si me dejaras sola, sabes, también te amo, así que tienes prohibido dejarme.

-Liz, estoy tranquilo porque estoy cerca de la persona que amo, ten, mi cruz de hierro, de este modo no te dejare del todo sola, tendrás una parte de mí y te estaré mirando desde el cielo- dijo Gilbert mientras se acercaba a la húngara y le daba un beso mientras secaba las húmedas mejillas de esta.

-Si es un lugar que da miedo, ¿me esperaras? -pregunto la húngara mientras tomaba las manos casi transparentes del albino.

-Claro que sí, fui un estúpido que espero siglos para decirte que te amaba, esperare lo que sea necesario para que nos volvamos a ver, el asombroso yo esperara todo lo que quieras ¡kesesesese! - rió suavemente el prusiano mientras se acercaba a los labios de la húngara y los besaba- Ich liebe dich, Elizabeta, für immer.

-Szeretlek,Gilbert, örökre- la húngara junto los labios con los del pruso, en un beso que en unos instantes termino, Gilbert ya se había ido, dejando a Elizabeta sola en el patio de su casa, aferrándose a la cruz de hierro que él le había dejado momentos antes.

Encontré el amor sin pedirlo ni desearlo, lo encontré en aquella persona que una vez creí odiar, en aquella persona que sin quererlo era especial para mí. Pero sin embargo una parte de mi deseaba tener alguien a quien amar, y esa eras tú Liz, mi querida Liz, espero que seas feliz, que salgas adelante como siempre lo has hecho.

ヾ(   )ノ゛ヾ( °д)ノ゛ヾ(°д°)ノ゛ヾ(д° )ノ゛ヾ(  )ノ゛!!

Holis, este es el primer fanfic de Hetalia que hago, así que probablemente sea del asco, pero me vale y de todos modos lo subiré. (ノ)'ω'(ヾ) si les gusto dejen comentario y voten, los comentarios pueden ser criticas (constructivas pls) para así poder ir mejorando de a poco.

Los pesonajes nombrados son de exclusiva propiedad de Himaruya

Ich liebe dich = te amo en alemán.

für immer=por siempre en alemán.

Szeretlek= te amo en húngaro.

Örökre= por siempre en húngaro.

( •_•)... ( •_•)>⌐■-■ ... (⌐■_■) *nutella cambio y fuera*

A minutos del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora