Prólogo

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—¡Andrés cuidado!.

Es el segundo día de agosto; y no es de extrañar que el cielo esté más gris que de costumbre, es cómo sí protestara por la ausencia de Susana.

Este mes es el más triste de todos, no sólo por la falta de brillo que causan las nubes que ocultan el sol, sino también porque en este mes es el aniversario de la caída del rey Simón a manos de Zenic.

Camila, nuestra actual gobernadora y descendiente de Zenic impone un toque de queda que comienza a las 12:00 del medio día y se extiende hasta que el último rayo de sol se desvanece entre las murallas que protegen la ciudad, para aliviar la situación, mi mejor y único amigo Andrés me propuso jugar sin falta football todos los días por la tarde, y eso hemos hecho todos los días de agosto durante los últimos 2 años, es divertido, el único problema es que cómo no podemos salir del conjunto en el que vivimos gracias al toque de queda, entonces tenemos que jugar en medio de muchas casas con objetos que dañar, el mayor problema es con nuestra vecina Doris y sus miles de objetos quebradizos que inundan la fachada de su casa, siempre nos metemos en problemas con ella gracias a la mala puntería de Andrés quien hoy ha golpeado con el balón otro de los tesoros de la vieja Doris.

—Genial, otra reliquia rota, dime cómo le vamos a explicar esto a tú mamá, esta es la hora que no ha podido terminar de pagar ese jarrón disque chino que destrozaste el año pasado, creo que ya va siendo hora de que te pongas a trabajar para pagar por tus desastres.

—Vamos Cody no seas aguafiestas, esa vieja tiene tantos trastes que no echará de menos uno, mira, si recogemos todo este reguero y botamos los escombros en un lugar que ni la mismísima Camila pueda hallarlos, nadie tendría por que darse cuenta, además yo ya te dije que voy a trabajar en la tienda del loco Arturo.

Y así fué cómo terminamos recogiendo todos y cada uno de los cristales azules que componían aquel mosaico de avesillas silvestres.

—Muy bien Cody creo que este es el último, mientras recogíamos esto tuve tiempo para pensar en un lugar para tirarlos y de hecho creo que tengo el lugar indicado, ¿Te acuerdas de aquella vez cuando eramos chicos y estábamos jugando escondite con Susana?.

—¿Chicos?, con once años seguimos siéndolo, quien te oyera diría que somos un par de ancianos.

—¿Te acuerdas o no?.

—Cómo  olvidarlo, aquella vez me besé por primera vez con ella.

—Pues bien Cody, ese es el lugar indicado, por alguna razón ni los guardias visitan ese lugar, creo que esos vidrios se van a descomponer antes de que alguien pueda encontrarlos.

—Buena idea pero démonos prisa, Doris debe estar que llega, ¿Andrés?, ¡Hey espérame!.

Salí corriendo detrás de él, Andrés siempre fue más rápido que yo y no tardó en desaparecer entre los arbustos que lindaban con el Viejo Bosque, se dice que los árboles de allí fueron plantados antes de que nuestra ciudad fuera conocida cómo La Vieja Moldavia, existen muchos relatos siniestros acerca de ese bosque, pero estoy seguro que no son más que cuentos que se inventan las abuelas para que nosotros no entremos allá, tampoco dudo que ese lugar sea peligroso, pero creo que lo es por los animales salvajes que habitan allí, y no por los espíritus malignos que los adultos se empeñan en hacernos creer que hicieron de él su hog... ¡Andrés!, ¿Que haces ahí?, ¡Aléjate de eso!... ¡AHORA MISMO!.

Moldavia: Primera Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora