Parte 1: Realidad

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En sus ojos se veía un vacío sempiterno y una mirada acusadora que más que temor me llevaba a lo más profundo de mis desconsolados sentimientos. Tan solo fueron unos segundos que lo vi revoloteando en la estrechez de la habitación, pero fue tiempo suficiente para que creara algo en mi. Quizás fue lo peculiar de la escena, quizás fueron sus ojos profundos, acusadores y desalmados. Puede que haya sido el penumbroso sentimiento que me embargaba desde hace unos minutos antes de ver la escena. Sea como fuere, el cuadro tal y cómo comenzó se esfumó de mi vista.

Al volver en mí, me encontré en la habitación oscura y fría, que ahogaba todo bello sentimiento y anhelo que pudiera tener quién entrara en ella. La pequeña ventana cerrada y las cortinas de ésta apenas dejaban entrar una tenue luz de aquella noche en que la luna estaba en todo su esplendor, pero que hacían más lúgubre el acto que presenciaba. La habitación dejaba ver el caos que hubo hace algunas horas. Quizás no debí decirle aquellas palabras, es probable que una palabra o una pequeña acción de mi parte hubiesen cambiado el destino que saturaba la alcoba. La figura tendida solo me recordaba al ser alado que revoloteaba hace unos minutos. Sin embargo, ¿qué es este sentimiento tan extraño que noto? Solo me quedaba observar la curiosa silueta que yacía tendida sin vida, con un retrato en su mano. Fragilidad, es lo primero que logro discernir.


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