Meeting Harry Styles

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Capítulo 3

Nuestros cuerpos eran más bien dos flanes siendo atacados por una fuerte ráfaga de viento más que dos cuerpos propiamente dichos. Ahí estábamos, las dos mejores amigas de toda la vida, en su ciudad de en sueño de toda la vida, cenando con la familia de uno de los integrantes de su grupo favorito.

La cena no transcurrió tan incómoda como habíamos pensado. Cuando llegamos Anne nos presentó a Gemma, su hija mayor, y ambas nos enseñaron la habitación que nos pertenecería durante todo el año.

No era muy grande, pero por lo demás era la habitación perfecta. Las camas se situaban paralelamente una junto a la otra, con una mesita de noche entre ambas en la que habían habilitado dos pequeñas lamparitas. La estancia estaba decorada en tonos rosa pastel, y las colchas hacían juego con ella. A los pies de la cama que se situaba a la derecha había un gran ventanal desde el que se veía el patio interior de la casa, y la luz que entraba por ahí hacía que el cuarto se viera aún más luminoso y alegre. Justo debajo de esta se extendía un gran escritorio de madera, con dos pequeñas sillas de cuero blanco en frente de ella. El armario se situaba justo a la derecha de la puerta. ¡Era una maravilla!

Después de sacar las cosas de las maletas y organizar un poco la habitación, Gemma subió para avisarnos de que la cena estaba lista, y las tres bajamos riendo hasta el comedor, donde ya nos esperaba Anne con la comida sobre la mesa.

Y ahí estábamos ahora, las cuatro charlando como si nos conociésemos de toda la vida. Nosotras les contamos sobre nuestra ciudad, nuestro país, y nuestras familias, mientras que ellas hicieron lo mismo con los suyos. Nos pareció curioso que Anne tocara el tema de Harry y One Direction con tanta naturalidad, pero creo que más que nada fue porque Danielle y yo supimos ‘fingir’ bastante bien en aquellos momentos y nos tomábamos ese asunto como si no tuviera importancia para nosotras, cuando en el fondo luchábamos con todas nuestras fuerzas por no levantarnos de un salto de aquella mesa y salir corriendo a buscar la antigua habitación de Harry y recorrerla de arriba abajo hasta dejarla patas arriba.

Y fue en aquel momento cuando la puerta de entrada se abrió, y al segundo se escuchó el portazo del cierre. Anne y Gemma miraron con una amplia sonrisa al chico moreno de ojos verdes y pelo rizado que acababa de entrar a la estancia, pero Danielle y yo volvimos a cruzar una mirada antes que nada. Sabíamos cómo teníamos que comportarnos, aunque fuera difícil. Así que ambas asentimos en silencio y nos giramos hacia el chico con nuestras mejores sonrisas, descubriendo con sorpresa que ya se había situado entre ambas para saludarnos.

-Hey! Me alegro de conoceros al fin. Soy Harry, es un placer teneros aquí.

Ambas nos habíamos levantado de golpe al verlo tan cerca y, al escucharle, nuestros cuerpos habían quedado paralizados. Fue Danielle quien extendió la mano con rapidez al ver el incómodo silencio que se acababa de crear.

-¡Hola! Yo soy Danielle, encantada. Y… el placer es nuestro, por supuesto.

Mis ojos se abrieron como platos al escuchar esa última frase que dijo mi amiga, que miraba a Harry con una mezcla de inocencia y picardía que no le había visto nunca. Pero él, contra todo pronóstico, le estrechó la mano y le correspondió con una de sus flagrantes sonrisas, mostrando esos hoyuelos que volvían loco a medio planeta.

Yo tragué saliva y carraspeé suavemente, pues realmente parecía que me habían petrificado en aquel momento, hasta la garganta se me secó.

-Scar-Scarlett. Un placer conocerte también, Harry.

Me maldecí a mí misma en silencio cuando mi voz flaqueó al comenzar a hablar, pero él rió y me estrechó la mano también, murmurando de nuevo que le encantaba tener gente nueva por allí, y sentándose al momento entre Gemma y Danielle.

-Siento haber llegado tarde, ya sabes cómo es Louis, mamá. – dijo mientras se encogía de hombros y se apartaba el resto de los beans que quedaban de la cena.

-¿Louis o tú? – Anne lo miró con las cejas enarcadas. Se notaba que conocía a su hijo como la palma de su mano.- No sé cómo el pobre puede aguantar tenerte de compañero de piso con lo desastre que eres, Harry. Le ayudarás al menos a recoger la casa y limpiarla, ¿no?

Y fue entonces cuando madre, hijo y hermana mayor se enzarzaron en la típica ‘discusión familiar’ durante lo que fueron al menos… veinticinco minutos. Danielle y yo paseábamos la vista desde Anne y Gemma, que formaban el grupo acusador, a Harry, que el pobre se defendía a sí mismo como podía (echándole la culpa a Louis y a los chicos, claro está). Nosotras no sabíamos si reír, llorar o incluso salir corriendo de allí.

Finalmente las mujeres de la casa ganaron al ‘niño’, como ambas lo habían estado calificando durante toda la discusión, y nos pidieron perdón por aquello, añadiendo que de ahora en adelante podríamos participar en ellas y así las cuatro acabarían antes con la cabezonería de Harry. Aquello fue tan gracioso en aquel momento, que todos comenzamos a reír y pronto la tensión acumulada se fue disipando.

Lo estábamos pasando genial, ahora incluso hablábamos con Harry de vez en cuando como si no fuera más que un ‘simple chico inglés’ de nuestra edad. Pero por suerte o por desgracia, se nos hizo tarde, y Harry tenía que volver al apartamento que ahora compartía con Louis. Así que después de recoger la mesa, nos despedimos de él y más tarde de Anne y Gemma, pues queríamos irnos a nuestra habitación para comentar todo aquel extraño, intenso y fantástico día. Y después de unas dos horas hablando bajo la luz de las lamparitas de la mesita, Danielle se quedó dormida. Apagué las luces y procedí a dejarme llevar por los brazos de Morfeo tal y como lo había hecho mi amiga segundos antes, impaciente por saber cuántas sorpresas más nos esperarían al día siguiente… y al otro… y al otro. Después de todo, un año daba para mucho.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2013 ⏰

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