2. Capitulo. Todo empieza demasiado rápido

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A la mañana siguiente y como era de esperar, la noticia se hizo eco y todos los periodistas de todos los informativos intentaban recoger toda la información posible con insistentes preguntas a la policía y a la gente sobre lo ocurrido.

Nadie esperaría que la carrera delictiva de estos ladrones acabara así. Tiroteados antes de completar un robo.

—Se está llevando una exhaustiva investigación sobre lo ocurrido. No, nos hagan más preguntas porque no las contestaremos. —dijo el comisario del distrito norte de Los Angeles.

Todos los informativos bombardeaban las emisiones y interrumpían la programación, a veces, para seguir informando de este suceso.

William recibió una llamada de Kazama preguntadole si se había enterado de la noticia. Es obvio que si, ya que no paran de dar protagonismo al responsable de la muerte del guardia y de los ladrones. Kazama le pregunto si volverían a reunirse para hablar de ciertos temas que no era muy prudente hablar por la ciudad.

Han pasado unas semanas, desde que Will le mostró el hangar. El objetivo que tienen en mente no es algo que se deba de tomar a la ligera y lo más incomodo, es que justo cuando están pensando en buscar a los responsables de la muerte de la madre de William, este suceso tiene lugar. Como si el destino quisiera desafiarlos y burlarse de ellos con crueldad.

Casi todo el mundo sabe que en las grandes ciudades de América como Nueva York, Los Angeles, Chicago, Las Vegas, San Francisco y California, se cometen a diario actividades ilegales y que muchas rozan la violencia y la decadencia de una sociedad que poco a poco, empieza por ser asolada por la oscuridad en su sentido más metafórico. La policía, la gente y la justicia vuelve la vista hacia otro lado, están atados o presionados por las mafias o peor aún, se dejan corromper por ellas a cambio de favores, dinero o simplemente por miedo a represalias. Todo esto, aunque consiga encontrar a los responsables de su muerte, no me la devolverá pero si evitare, que no hagan daño a nadie más y que esas personas no tengan lo que a mí me arrebataron. —pensaba William mientras miraba por la ventana de su apartamento a los largos rascacielos que poderosos se alzan sobre el mismo.

La noche se presentaba larga debido al insomnio pero por suerte, había una botella de vodka en la nevera. Agarro la botella y la miro con el cejo fruncido. —Bueno, ser millonario tiene sus cosas buenas—dijo Will.

A sus 25 años, William había cambiado bastante. Más alto, más fuerte y con un look bastante atractivo pero misterioso, media melena de un intenso color negro y unos vivos ojos verdes.

Si su madre estuviera viva, estaría orgullosa de verlo y probablemente de seguir ayudando a su padre en la dirección de la empresa pero, ¿lo estaría también sobre lo que tiene pensado hacer? Esa pregunta lo mantuvo en vilo toda la noche pese a que a cada trago, el alcohol parecía adormecerlo cada hora más. Finalmente se quedo dormido sobre el escritorio de al lado de la ventana.

Los primeros rayos del sol empezaban a brillar, reflejando sus destellos sobre las cuadradas ventanas de los rascacielos.

El repentino sonido del teléfono, saco a William de su sueño. Se levanto de manera torpe y lenta, con toda la resaca rebotando dentro de su cabeza para coger el teléfono.

—Si...emm, ¿Quién es?-dijo Will con voz débil y cansada. Era su padre.

Hacía tiempo que no lo llamaba, siempre su padre dejaba los recados o mensajes a los otros trabajadores para que se los dieran a Will. Era la primera vez que su padre lo llamaba directamente, y más después de la tragedia.

— ¿Cómo estas, hijo? Hace mucho tiempo que no sé nada de ti después...de...—dijo su padre con voz entrecortada.

—Acabo de despertarme. Me gustaría un día hablar contigo, papa.-dijo Will mirando la hora en el reloj del ordenador.

LA SENTENCIA DEL MAL. Una sociedad en decadencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora