Siempre he sido un hombre muy orgulloso, determinante y seguro de sí mismo. A lo mejor por las mejorías que me dio la vida en comparación a las demás y cosas así. Aunque eso se acabó apenas la conocí... a Camila.
Yo era el típico don Juan cuando en una fiesta de cumpleaños de mi amigo Álvaro, la vi por primera vez. Estaba ahí sentada, con sus amigos, conversando y riendo ajena al mundo. Sentí la inmediata necesidad de hablarle y hacerle saber que existía y que en ese mismo instante estaba observándola. No sabía por qué había quedado tan embobado con su sola presencia en aquél cumpleaños, sin embargo, no parecía importarme demasiado.
Álvaro me había dicho que su nombre era Camila Ruiz, y que era una chica del curso que estaba al lado del suyo. Me habló muy bien de ella, que no era una típica chica hueca y vacía, que tenía algo especial. Que era liberal y amiga de todo, no era discriminadora y mucho menos cerrada a todas las posibilidades. Por lo que me decía mi amigo, parecía conocerla bastante. Él me había dicho que era amiga de Martín, otro amigo de nosotros.
Con todas las cosas que me había dicho Álvaro sobre ella, sentí la necesidad de saber más. Sin embargo, al verla lejana en la barra de tragos de la casa, no quise hacer lo común que siempre se me ocurría al conocer a alguna chica. Me acerqué a ella, quien se encontraba haciéndose su propio trago. Eso me pareció además de sexy, muy interesante.
Al ganarme a su lado admiré sus características físicas. Era una joven de tamaño promedio, delgada pero no huesuda, tenía todo muy bien puesto. Por su perfil pude observar que tenía una piel trigueña y una nariz pequeña con un piercing de argolla en el lado derecho, junto con unos llamativos labios rojos carmesí. También noté que no era una tabla al observar un poco más abajo. Vestía muy bonito, una sudadera negra estilo "musculosa" con el logo de The Beatles, un short negro y unas medias caladas, además de bototos estilo militar con algo de plataforma. La verdad es que ella me volvió loco. No solo quería devorarla, quería conocerla en el intento.
Al percatarse de mi presencia miró al lado con una sonrisa pícara y me saludó.
—Hola —Se dio vuelta quedando frente a frente. Era igual de bonita que de lejos. Noté que sus ojos eran marrón claro—. ¿Se te ofrece algo?
Enseguida reaccioné con una sonrisa ladina y le di la mano.
—Alexander —Ella estrechó su mano con la mía. Me estremecí ante la suavidad de esta—. Venía por un trago y vi a una sexy chica preparando una piscola. Así que se me antojó...
Rió ante eso.
—Bueno, Alexander, soy Camila. Mucho gusto.
Luego de eso, se dio la vuelta con un guiño y se fue hacia donde estaban sus amigos. Me volvió loco en tan solo un instante, quería saber mucho más de ella. A lo lejos había visto a Martín, así que partí en su búsqueda para que me ayude a acercarme a ella.
Eso era muy extraño, al menos para mí.
Con Martín nos acercamos a su grupo de amigos, que me cayeron muy bien por cierto.
Después de la fiesta, no pude parar de pensar en ella. Me había vuelto su amigo, hablaba todos los días con ella, me sentí en un frenesí total. Ella era tan diferente a las demás, llena de vida, de un espíritu liberal y enérgica.
Con el tiempo sentí que me embobaba cada vez más. La conocí de todas las maneras posibles, como amiga, como besadora, como amante en la cama, como consejera, como mi amor.
Era todo y a la vez nada para mí, una persona tan vacía que no conocía el lado dulce de la vida. Por primera vez, sentí algo parecido al amor.
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Confesiones enterradas
Teen FictionTodos en esta vida somos personas comunes y corrientes. A tu parecer puede haber una excepción con la gente famosa, ya sean actores, actrices, grandes escritores, etc. Sin embargo, tú yo sabemos que a pesar de ser el más popular de la clase, la más...