CAP VII: A tan solo un paso.

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En ese mismo momento a las afueras del pueblo.
Ha logrado salir de casa, sola, aún no puede creerse que esté allí de nuevo junto a ellos. Hace meses que no comprobaba lo que se sentía al caminar por las calles de aquel pueblo sin tenerle al lado, frenándola los pies cada vez que se acercaba más de la cuenta a alguien. Por fin vuelve a pisar ese local en el que tantos buenos momentos ha vivido, cuánto lo ha echado de menos.
Decide dejar de torturarse con eso y se acerca a su mejor amiga, sabe que quizás solo tenga esta noche para poder volver a disfrutar de ellos, no sabe cuándo va a poder repetirse de nuevo todo esto, y el 'nunca' quizás sea la opción más probable.
-Estás preciosa Laura- le dice al oído mientras la abraza con fuerza.
-Dios... No sabes lo que te he echado de menos-contesta mientras aprieta aún más fuerte sus brazos.
-Créeme, tú tampoco-hunde la cabeza en su hombro para evitar que ninguno de ellos pueda notar que está al borde de estallar.
Laura se separa de ella y comienza a reírse como nunca antes lo había hecho.
-¿Se puede saber de qué te ríes?-contesta Paula- Hablaba en serio idiota-ríe aún más fuerte al comprobar que su amiga va algo afectada después de los chupitos.
-Venga, va...-dice mientras le da un cariñoso golpe en el hombro- las dos sabemos que el: 'es el cumpleaños de Laura', fue una buena escusa para Mark, pero tú a quién realmente querías ver era a Dani, a mí no me engañas reina-sigue sin parar de reír.
-Estás borracha imbécil-sonríe sin saber muy bien qué decir, parece ser que no era muy difícil darse cuenta del verdadero motivo de su vuelta.
-Los borrachos siempre dicen la verdad hermana.
-Tenía que haber excepciones, y tú desde luego, eres una de ellas- las dos ríen.
De pronto la melodía de su teléfono comienza a sonar, es la melodía que tiene asociada al contacto de Mark. Sabía de sobra que la llamaría, siempre lo hace. Sus piernas comienzan a temblar, aún no sabe como ocultarle dónde está, jamás fue capaz de mentirle.
-Ahora vuelvo cielo-dice mientras se retira hacia donde su melodía comienza a cesar.
Coge su teléfono y se pone su chaqueta, sabe que no puede contestar allí dentro o la música y las voces de los demás la delatarán. Sale fuera del local, cierra la puerta al salir y avanza unos pasos hasta asegurarse que la música no se oirá. Respira hondo y pulsa el botón verde, debe sonar natural.
-Hola mi amor-contesta lo más real que sabe hacerlo, tratando de disimular sus imparables nervios.
-Hola nena, ¿cómo va todo por casa? ¿Todo bien verdad?-dice sarcástico.
- Sí cielo, todo bien no te preocupes, ¿tú cómo estás?-contesta con normalidad.
-Pues aquí estoy con Kevin, acabamos de llegar a la fiesta y quería despedirme antes de entrar, cuéntame, ¿qué hiciste desde que me fui?
-Pues poca cosa amor... Recogí nuestra habitación, fregué la entrada...
-Ajá-contesta siguiéndola el rollo, realmente está disfrutando de esto.
-Puse una lavadora y ahora estoy aquí tumbada viendo la tele...
-¿Viendo la tele verdad?-su tono de voz se vuelve aún más sarcástico.
-Sí...-A penas un hilo de voz sale de su boca.
-¡Pero serás puta!-grita más enfadado que nunca-¿Qué te pensabas? ¿Qué soy gilipollas o cómo? Acabo de pasar por casa a recoger algo y adivina que me encuentro: ¡La zorra de mi novia no está en casa ni limpiando, ni durmiendo, ni viendo la puta televisión! ¡Está de cumple zorreando!, cómo cojones no me lo imaginé, es lo único que sabes hacer.
-Mark, por favor...-el corazón está a punto de salírsele del pecho.
-¿Por favor? Venga puta deja ya el papel ¿sí?, pásalo muy bien allí con todos tus súper amiguitos, que yo haré lo que vine a hacer, me van a faltar condones para follarme a Ainhoa en cada esquina de la fiesta. Yo te lo mando luego, no te preocupes, sé de sobra que te pone.
-Dios Mark, por favor, déjame explicarme-no puede más, está a punto de estallar.
-Si no hay nada que explicar nena, te dejo que Ainhoa me está esperando, tendrías que ver cómo le queda el tanga buah... Hasta a ti te pondría-contesta sin parar de reírse al otro lado de la línea, mientras que la respiración entrecortada de Paula se escuchaba cada vez más fuerte.
Cada una de sus palabras se le clavaban en el pecho como balas y retumbaban en su cabeza sin cesar.
-Ah, por cierto, se me olvidaba, vete buscando un banquito cómodo para dormir de aquí en adelante, porque tus padres después de meses sin hablarles no creo que quieran saber de ti y mi casa no la pisan las putas- ríe aún más fuerte.
-Mark...-ni siquiera puede continuar la frase, se ahoga, no puede más.
-Dulces sueños en el banco preciosa- contesta mientras pulsa el botón rojo que termina la conversación.
Sus piernas ya no pueden sostenerla, nada ni nadie puede sostener el dolor que siente ahora mismo por dentro. Cae al suelo. Un escalofrío le recorre la espalda, ni siquiera puede llorar. Necesita gritar, gritar con todas sus fuerzas, para ahogar el dolor que la invade ahora mismo. Pero su respiración entrecortada no se lo permite y siente que se ahoga por momentos. Cierra los ojos deseando que todo aquello sea una pesadilla que no volverá a soñar, que está en casa, tumbada en el sofá, que no incumplió sus órdenes y que él estará a punto de llegar.
De pronto la vibración de su teléfono la devuelve a la realidad y comprueba que su bandeja de notificaciones está repleta de mensajes de Mark, abre la aplicación de whatsapp sin saber muy bien con qué se va a encontrar.
Comprueba que son más de quince fotos las que recibe del que hace apenas unos instantes había sido su novio. Las abre una a una. Tras ver las dos primeras fotos siente que jamás podrá volver a respirar. A medida que observa cada una de ellas la hunden cada vez más. Está segura de que jamás cayó tan profundo.
En cada una de las fotos aparecía Mark besando distintas partes del cuerpo de Ainhoa. No puede más con esto, no lo soporta.
Bloquea el teléfono, no quiere seguir viendo aquello. Coge aire y aprieta su estomago con ambos brazos lo más con fuerte que puede, tratando de disminuir la presión que golpea su pecho cada vez con más fuerza. Se arrepiente de todo lo que ha hecho, se arrepiente de no haber permanecido en casa, sola, como cada noche, se arrepiente de haberle mentido, se arrepiente de haber echado a perder todo lo que tenía en cuestión de segundos y, por último, se arrepiente de haber deseado con todas sus fuerzas haber ido a esa estúpida fiesta, todo lo que la rodea le parece estúpido, ella misma se siente estúpida.
Separa sus manos del pecho, las apoya con fuerza en el suelo hasta que logra incorporarse y comienza a correr; no sabe cómo afrontar todo esto, siente que no le queda nada por lo que seguir luchando, que no existe nadie a quien le importe cómo se siente ahora mismo, su vida dejó de tener sentido hace apenas unos segundos y ni siquiera sabe lo qué hacer, solo sabe que necesita desaparecer.
Sus piernas empiezan a fallarle, no hay ni una sola parte de su cuerpo que no le duela en este instante, pero sabe que si para ahora, no logrará levantarse nunca. No quiere seguir, quiere huir lejos de aquí, tan lejos que deje de sentir, no puede seguir soportando esto.
Levanta la mirada del suelo y, no a demasiada distancia, puede ver el gran puente que une ambas orillas del río, por donde cada día por la mañana, cientos de coches circulan en ambos sentidos. Pero ella no lo ve como un simple puente, lo ve como su única salida para liberarse de todo el dolor que posee dentro y huir de todo aquello que la rodea.
Sus pies no frenan hasta que su pecho siente el frío metálico que desprende la barandilla de separación entre aquella carretera y el vacio. Se asoma por ella, tan solo unos metros de la estructura sobresalían al otro lado de la barandilla. Hace fuerza con sus brazos para poder pasar por encima de ella, apoya sus pies al otro lado de la barandilla y levanta la mirada al frente antes de dar el gran paso. Quiere mirar todo aquello una vez más, está segura de que esta será la última vez que lo haga.

LA RESPUESTA NO ES LA HUIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora