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La llegada de Matt terminó en una historia de snapchat de 300 segundos y un video nuevo para mi canal. También terminé perdiendo mi celular, otra vez.

Creí haberme olvidado de los problemas con Cameron, pero cuando Matt se fue y la casa quedó en silencio, nunca extrañé tanto los horribles concursos de canto desafinado a las tres de la tarde y los maratones de películas malas.

Si hubiera tenido mi teléfono cerca le hubiese mandado el primer mensaje sin dudarlo.

A eso de las diez de la noche la puerta de abajo hizo ruido. Todo el sueño que tenía se fue tan rápido como llego. Los únicos que tenían llave del departamento eran mamá, Gina y Cameron.

-¿Nash?- la voz era masculina, así que ambas mujeres fueron descartadas.

-¿Cameron?- llevaba una bolsa de plástico, la campera de cuero sucia y un moretón en el ojo derecho. Casi me caigo al piso cuando le vi una pierna sangrando- ¿Qué carajo te pasó?

Me sonrió, una sonrisa sin ganas- Con que volviste a perder tu celular eh- bajé las escaleras, el se sentó en el sofa grande-. Esa es la cena, creí que sería mejor traer algo de comer si íbamos a tener una charla larga.

Tomé asiento junto a él, guardé distancia-¿Qué mierda te pasó, Cam?- intentó mirarme, pero al moverse hizo una mueca de dolor y se sujetó la pierna-. Voy por algo para curarte, traigo un pijama y mañana hablamos con un desayuno almuerzo- torpemente intenté levantarme apurado pero me enredé con la alfombra. Cameron me atrapó.

-Gracias- me dio un abrazo y me dejó ir por el botiquín. Me dolía el pecho. Al lado del inodoro encontré mi teléfono, lo puse a cargar y me olvidé de eso por un rato.

Cameron necesitaba mi ayuda.

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