5. Lluvia

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Luego de que Noa trancara la llamada se veia distante y me atrevería a decir que un poco molesto.

- Anabella, necesito irme - me dijo con voz fría - tengo que arreglar unos asuntos.

- Oye pero esta lloviendo y.... - me tomo con fuerza de la muñeca y me atrajo hacia él.

- Gracias por dejarme entrar a tu casa, no te imaginas como me has ayudado - me dio un beso rápido en la frente - pero necesito irme.

- Entiendo, bueno si quieres puedo buscar una chaqueta impermeable de... una que ya no usamos.

- Eres demasiado buena para existir, ángel. - se separo de mi para dar un vistazo por la ventana de la cocina - al parecer el cielo se quiere caer

- Noa, no te vayas así - no quería que se fuera - puedes enfermar.

Sonrió mientras giraba hacia mi y se cruzo de brazos.

- Acaso ya te importo, Cooper?

- No es eso, solo que no deberías salir así. Es peligroso conducir con lluvia tan fuerte.

- Ok, si me quedo que haremos? - me dijo con malicia en los ojos mientras se acercaba a mi lentamente.

- Primero comer y luego podemos ver una película?

- Es una pregunta? No estas segura de lo que quieres hacer? - me tomo me las caderas y me pego a su cuerpo - porque yo si - me dio un beso suave en el cuello - y creo que tu cuerpo también lo sabe.

Luego me guió suavemente hasta quedar apoyada de la pared y comenzó a acariciar mi trasero.

- Dime que lo quieres, ángel - me susurró al oido - y será tu mejor noche.

Dios, quería que me basará y perderme en él. El deseo me tenía ciega y loca por él.

- Noa... - suspire su nombre - no creo que sea lo correcto y...

Gemi tan fuerte como pude cuando Noa pego su entrepierna fuertemente contra mi parte más sensible.

- Dejame darte placer, Anabella... - subió mis manos y las coloco donde quedaría inmovilizada.

- Vamos a mi habitación... - le dije casi en un susurro.

Le tome de la mano y lo guíe a mi habitación.

Tenia una gran cama matrimonial con un edredón rogo y blanco. Las paredes eran blancas y los muebles de madera

- Recuestate en la cama, Anabella - me beso rápido en los labios - deja que yo me encargue.

Me quite los tenis, y me acosté boca arriba en la cama esperando por mi amante.

Se colocó sobre mi con cuidado de no rozar mi cuerpo y mis ganas aumentaban cada vez más.

- Eres virgen, ángel? - me preguntó mientras me miraba fijamente a los ojos.

- Si... - le dije mientras impulsaba mis caderas hacia arriba para calmar mis ansias.

- Estas en las mejores manos, pero vamos con calma - me quito suavemente mi suéter y agradecí llevar mi mejor brasier negro para la ocasión - empezaremos por aquí, te parece?

No tenia fuerzas para hablar asi que simplemente lo atraje hacía mi y lo bese como nunca bese a nadie.

Luego se separó de mis labios y comenzó a besar el contorno de mis senos mientras acariciaba mis caderas.
Luego suavemente fue quitando mi brasier y quedaron a descubierto mis chicas

- Que perfecta eres - susurro mientras mordia mis pezones.

Gemi tan duro que temi que mi nana despertara. Afuera caia una tormenta como nunca y los rayos resonaban en el fondo.

Mi Dulce PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora