Éramos una misma canción cantada en diferentes tonos, éramos el mismo verso escritos en distintos idiomas, éramos ese párrafo que le daba sentido al libro, éramos el blanco que le concedía la tonalidad al negro, éramos las viejas escaleras de ese antiguo sótano que aun rechinaban con intensidad, éramos el vapor de ese café fuerte que se bebe en un frío y cruel amanecer de invierno, éramos esa anticuada fotografía que nos tomaron en el verano del 2011. Estábamos compuestos de recuerdos con una leve pizca de nostalgia, mientras estábamos juntos solíamos ser impredecibles; una ligera mezcla de ansiedad, temor, valentía, orgullo y ternura. Sabíamos que no seríamos una de esas típicas parejas de las cueles tenían la tendencia a ser perfectamente imperfectos y mucho menos formaríamos parte del simple y común duplo de las que compartían todo y eran un mismo reflejo. Nuestro noviazgo rompía los esquemas del típico estereotipo de las simples y ordinarias "parejas felices" cual la sociedad había implantado durante siglos y siglos. Se podría decir que ambos nos complementamos, aunque también sabíamos que nos lastimábamos mutuamente, pero... ¿Qué más da? Al fin y al cabo las cosas toman su propio rumbo, lo cual eso no sería un problema para ninguno. No la denominaría a ella como la novia perfecta, al igual que ella tampoco me nombraría a mí como el novio ideal; solamente somos simples y rasgados pedazos de memoria los cuales buscan componerse con olvido. Por las mañanas solía ser como el primer bostezar de un diminuto ser lleno de vida, sin embargo, por las noches solía dar su último suspiro. Daphne Willson, una chica llena de sorpresas; tan fría como el invierno o tan cálida como el verano, tan mala como Cruella De Vil o tan comprensiva como Blanca Nieves, tan transparente como el agua o tan oscura como el petróleo, tan cambiante como la luna o tan predecible como el sol, tan catastrófica como un huracán o tan tranquila como la briza. Sin dudas una niña diferentemente igual a todas, con la única y peculiar diferencia de que esa autentica joven lograra robarme el corazón por completo. Solían decirme Jackson, pero cambie mi alias a Jack, ¿Por qué?, simple, más sencillo y rápido de decir al igual que escribir, bueno, en realidad fue porque el día en el cual me inscribí en la universidad tuvieron un problema con el papeleo, dando como resultado que mi nombre cambiara radicalmente. Siguiendo con la historia, el punto aquí es que de alguna manera la chica esta vez no se enamorara del intelectual de historia, tampoco del Mr. Popular ni mucho menos del típico chico rebelde drogadicto que al final cambia relativamente debido al amor. Esta vez la chica se enamora de mí, de Jack Johnson, un adolescente promedio amante del humor y de los vídeo juegos así como también del futbol y de la literatura, un joven que es el intermedio entre todo y nada, que es el gris a la mitad del negro y del blanco, alguien quien quizá vive de apariencia y goza jugar con la realidad. Sin más que decir, creo que todo principio tiene su final, pero por primera vez, desearía terminar con puntos suspensivos.