Capítulo 10

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Hay un sentimiento pesado en mi pecho, no sabría cómo explicarlo. No es doloroso, es simplemente molesto, y de vez en cuando hace que un escalofrío recorra desde mi nuca hasta la punta de los dedos de mis manos. En verdad es una sensación incómoda, y... noté que me pasa desde que Aleksei tomó mi mano en el centro comercial.

El auto frena lentamente en la entrada de nuestra casa, donde se encuentran dos niños esperando, y Nataniel sale disparado del asiento trasero luego de agradecerle a Aleksei y saludarlo con el nuevo saludo secreto que han creado. Se ofreció a traernos a pesar de que me negué, pero Nate tuvo la última palabra luego de comprar el regalo... ¡el cual sabía que sería un regalo!

—Tu hermano me agrada. —Aleksei rompe el silencio entre ambos; todavía estoy en el auto y ni siquiera he hecho el amague de querer salir.

Tengo que admitir que, para ser quien se negaba a tener su compañía por más tiempo luego de haber alterado mi corazón y mente como lo hizo hace un instante, me está costando el tener que despedirme.

Volteo a verlo.

—Eres bueno con los niños, ¿es porque tienes un sobrino?

Sus ojos verdes azulados parecen un oasis brillante mientras me observa con una chispa que, hace una hora atrás, no estaba allí, pero que ya he visto en él antes. Cuando los dos estuvimos solos en el sofá... Esa chispa estaba allí.

Aleksei niega con la cabeza y una mínima sonrisa curva la comisura derecha de sus labios.

—No ceo que sea por eso —dice mientras gira su cuerpo hacia mí, buscando una mejor posición para enfrentarme—. Es porque se parece a ti. Aunque es más fácil de leer que tú, y es más... honesto.

—Nataniel es igual a Calum. —Miro mis manos por un instante, sintiendo repentina pena por mí misma—. En todos los sentidos; incluso en lo que tú dices. Cualquiera que nos vea a los tres juntos pensará que no somos hermanos.

—Tú... Sé que lo intentas, puedo ver que lo haces. —Se detiene a sí mismo y parece buscar las palabras adecuadas—. Es como si quisieras actuar como su hermana, pero no pudieras hacerlo.

—¿Lo estás diciendo como algo negativo?

—Para nada —se apresura a decir—. Me refiero a que es como si quisieras evitar actuar de cierta forma, pero no puedes evitarlo. Lo sé, porque mi hermano solía actuar como tú. Quería ser mi hermano mayor, pero terminaba actuando como mi padre.

Como un pequeño destello, vuelve a mi mente la conversación en la que Aleksei me dijo que, básicamente, se crió con su hermano mayor aquí en Nueva York desde que tenía casi la edad de Nataniel. Supongo que esa es otra cosa en común que hace que se lleven bien, incluso si Nate no lo sabes.

—Viviste la vida que está viviendo Nate, entonces.

—Desafortunadamente, no tuve una hermana como tú. —Su mano alcanza la mía casi de manera furtiva, sin dejar que nadie en el exterior del auto pueda vernos—. ¿Y qué hay de tus padres?

Me tenso inmediatamente ante su pregunta. En este momento, mi expresión debe ser muy obvia, porque la cara de Aleksei cambia completamente a una de ligera preocupación... como si se hubiera dado cuenta de que acaba de preguntar algo de lo que no quiero hablar.

Doy un respingo del susto cuando el vidrio de la ventanilla de mi lado es golpeado. Retiro la mano rápidamente de la de Aleksei y volteo a ver a Nataniel, apresurándome a bajar el vidrio y poniendo una sonrisa convincente.

—¿Está todo bien? —le pregunto.

Nate asiente una vez—. Mis amigos me vinieron a buscar para jugar. ¿Está bien si voy con ellos un rato? La casa de Noah está a cuatro calles... ¿Puedo?

Clandestino | Clan Crawford #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora