Capítulo 12.3

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Un par de horas después Faith estaba cagándose en los muertos del tiempo meteorológico. Parecía que Dios había decidido mandarles una tormenta a la zona donde estaba ubicado el búnker, una de las gordas y, aunque la pelirroja se alegraba de que su amiga Danny no anduviera por ahí (sabía de su pánico a los rayos) ya que se había ido con Dean en busca de su bebé al pueblo donde habían sufrido el ataque de los teletubbies asesinos... no se alegraba tanto de que el internet que les llegaba al búnker (gracias a la habilidad informática de Sam) se les hubiera jodido. Aburrida pues también la batería se le había agotado y no sabía dónde estaba el cargador, se había acabado quedando dormida...

Desgraciadamente, con la siesta que se había echado también habían venido los sueños... y casualmente un rostro de facciones adorables enmarcadas en un traje de color morado. El bonito muñeco se acercaba a ella pidiendo mimos, queriendo un abrazo que ella estaba dispuesta a darle... justo antes de que su cara palideciera y se deformara en una mueca escalofriante y un chillido inundara sus oídos. El ser la enganchó por el cuello y apretó, mirándola enloquecido... ella no podía librarse, se ahogaba...

-¡¡AAAHHHH!!

La chica despertó de golpe empapada en sudor, cagándose en los muertos de su estúpida mente que la hacía soñar con esas cosas. Aún tenía el trauma muy dentro, ¡los teletubbies eran sus ídolos! No olvidaría aquella misión fácilmente, ni de coña, la recordaría eternamente.

-Mis héroes... sniff... -la chica sintió unos retortijones y se llevó una mano al sonoro vientre.- Joder, me muero de hambre... Si es que casi no he comido nada en todo el día...

Se levantó de la cama y miró el reloj de su mesita, sorprendiéndose. Vaya, era bastante tarde... ¿habrían vuelto Dean y Danny? Lo dudaba, seguramente aún estarían volviendo en su coche, era un largo camino. A punto estaba de salir de su habitación cuando oyó algo retumbar sobre su cabeza. La tormenta debía ser feroz si conseguía escuchar los rayos desde allí.

-Jolín... parece el principio de una película de terror...

Se arrepintió de haber dicho eso, pues su mente instantáneamente comenzó a imaginarse escenas donde un rostro aterrador envuelto en morado la perseguía. Tembló con fuerza y fue junto a la puerta, abriéndola y asomando tímidamente la cabeza al exterior. El pasillo estaba a oscuras, el búnker estaba frío y no se oía nada.

-Odio mi mente...- se dijo mientras volvía sobre sus pasos y cogía al señor pinkerton, su peluche, antes de calzarse las zapatillas y encender las luces del pasillo, aventurándose fuera.

Al principio todo iba bien; al fin y al cabo aquella era su "casa", no tenía nada que temer, los demonios no podían entrar... estaba a salvo... y también cagada de miedo. No dejaba de rememorar la pesadilla y el no escuchar nada mientras avanzaba por los vacíos y casi iguales pasillos del búnker no ayudaba. Sam estaría durmiendo la mona, por supuesto. Después de que Dean y Danny se marcharan, Faith le había preparado una sopa receta de su madre que era capaz de tumbar a un elefante rabioso, acompañada de un sobre de medicina que había dejado al pequeño de los Winchester más drogado que con marihuana.

-Vamos, no va a pasarte nada, Faith, no seas cría... Aquí no hay ningún tubbie malo ni nada, estás a salvo... sí, sí, estás a sal...

Sin embargo antes de que terminara, se volvió a oír la vibración de un rayo y de repente las luces parpadearon... y dejaron a la muchacha totalmente a oscuras, en medio de aquel siniestro pasillo. Pegó un grito del susto y se quedó muy quieta, oyendo su propia respiración acelerada. No se veía nada, absolutamente nada; ventajas de vivir en un búnker subterráneo. Por suerte llevaba con ella su móvil y encendió la linternita que tenía como una aplicación.

Supernatural: Entre cielo e infierno. Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora