Capítulo ll

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Me quedé estática mirando fijamente a la pequeña luz que entraba por mi pared de piedra, la única luz del sol que tenía en mi cuarto. El pequeño rayo estaba en mi costado. Levanté mi mano para que tocara la luz, pero al poco rato comenzó a incomodarme, por suerte, nada grave.

Lo bueno de nosotros los Puros, era que por nuestra buena alimentación, los rayos del sol no hace el mismo efecto que con uno desnutrido, que por su poca protección en la piel, ésta se le dañaba y le aparecían un montón de ronchas y ampollas, que entre más se pasara bajo el sol, la gravedad de esas heridas aumentaba.

La luz era escasa. Seguramente estaba a punto de anochecer. Mi rostro se llenó de alegría, hasta que el rayo se apagó. Me levanté de mi lugar de un salto, me acomodé mi cabello castaño claro y largo como siempre, con dos mechones enfrente y el resto atrás, con un arreglo para que pareciera fleco.

Bajé lo más rápido que pude (Que fue en dos segundos) y ahí me encontré a Robert, mi hermano mayor. La tenue luz del foco de la cocina alumbraba su definido perfil. Sus ojos anaranjados me voltearon a ver y regresaron a mi mejor amiga llamada Vivian, que se alegró al verme. La verdad había días que por más que me desesperaba, no podía odiarla.

Se levantó y fue directo a abrazarme. Se quedó a mi lado un rato. Robert seguía con su cara de serio, como siempre. Lo miré con alegría y corrí para abrazarlo fuerte.

-Ya Robert, no seas amargado.-Dije en un tono feliz, pero, ¿Cómo no estarlo? Hoy sería mi primera caza, ya que oficialmente en 2 semanas cumplía los 17 años. Entonces siendo de mi raza, ya sería madura. Mi hermano sonrió muy levemente, pero aún no me dirigía la mirada.

-Vamos Tauriel, no te desesperes. Robert dirá cuando nos vamos, solo cálmate.- Respondió Vivian caminando para ir a sentarse junto a Robert.

Me calmé, o eso intenté, aunque no entendía por qué seguíamos ahí. Robert se dio cuenta de mi desesperación.

-Estamos esperando a Nathiel, yo que tú, me sentaba, esto tardará.

Ahora estaba enojada. ¿Para qué venía éste con nosotros? No podía tolerarlo, era sumamente engreído. Pero sonreí levemente, y Robert hizo lo mismo, para luego acercarme e integrarme en la conversación que tenían mi hermano y mi amiga.

Después de varios minutos, llegó Nathiel. Me levanté para recibirlo con toda educación, dejando la capucha que todos los Puros deben llevar, colgándola a un lado de la puerta. Voltee con Nathiel para saludarlo, pero él se adelantó y con sus fuertes brazos me abrazó y me besó en la mejilla. Me separé de él y le sonreí lo mejor que pude. Me pareció extraño que Robert no dijera nada, con lo sobreprotector que es... La verdad es que con la hermosura de Nathiel cualquiera se derretía, porque hasta para un vampiro Nathiel dolía verlo, de tanta perfección.

No tomé tanta importancia, y sin más que decir, salimos a cazar.

Al salir del Escondite de Las Sombras (Nombre que se le otorgó a mi hogar en los tiempos en los que mi raza llegó aquí) llegamos a la orilla del bosque y la ciudad. Mi emoción era mucha, pues quería sentir la adrenalina de conseguir mi propia comida. Antes no tenía que hacer esto, ya que estaban los Criaderos de Medios. Estos criaderos era donde los de mi raza atrapaban a los Medios, los encerraban y extraían su sangre. Gracias a que no podían morir, los resguardaban hasta que estaban hambrientos, tan hambrientos que no se controlaban de lo mejor, pero eran discretos y más vulnerables de atrapar nuevamente, regresando al criadero y repitiendo eso. Era cruel, pero su sangre era deliciosa y cálida.

Al llegar al bosque acordamos algo que la verdad me disgustó, pero no quise discutirlo; Robert y Vivian cazarían juntos, y a mí me enseñaría Nathiel. No supe nada de Robert las dos horas que cazamos. Me costó mucho trabajo escoger a mi víctima, y al final me decidí por un anciano que a mí me dolió matar. ¿Qué tal que tenía familia? Lo bueno y lo fácil es que era un humano, y esos están un poco tontos, y no tenían casi nada de fuerza, pero mi segunda misión era capturar a dos Medios, y tenerlos como prisioneros hasta regresar al Escondite de las Sombras;

Bajamos las escaleras de en medio de todo en forma de espiral, y en el último piso, justo en medio, hay un cristal en forma de domo con un montón de Medios dentro, listos para ser comidos por nosotros.

Regresamos a casa y en todo el camino Vivian no dejaba de restregarme que capturó a 3 Medios y mató a dos humanos. Ahora podía escuchar su corazón, que gracias a la sangre funcionaba, y Nathiel no dejaba de abrazarme y yo de sonreírle a pesar de que me incomodaba. Vivian iba agarrada de la mano de Robert, mientras me restregaba lo buena que era cazando.

Llegamos a mi casa, y al llegar vi a mi padre Hank y a mi madre Elizabeth, sentada en una mesa y comiendo en platos de porcelana, sangre caliente. Eso era repugnante, pero mi madre decía que no debíamos perder la educación. Coloqué mi capucha en el perchero. Parecía una casa común y corriente. Nathiel me ayudó.

Después de platicar lo bien que estaba la raza de los Puros, miré a todos en un momento de silencio, y todos tenían los ojos normales.

Mi madre, tenía un ojo morado y uno verde. Mi padre, tiene uno café y uno negro. Y Nathiel, con sus ojos dorados, como el oro líquido. Dolía admitirlo, lindos ojos. La cena y la plática terminó, Nathiel se despidió y todos dijimos adiós. Mi madre me lanzó una mirada media extraña, sabía a lo que se refería.

Me paré alterada y me apresuré para decirle que me esperara. Abrí la puerta y salí con él. El silencio abundó entre los dos, no sabía qué decir ni qué mencionar con él, el único tema que podíamos abordar era bueno... de él.

Agaché mi cabeza para pensar mejor, cuando logré percibir un cálido abrazo acompañado de un beso en mis labios. Me quedé quieta ante su acción. ¿Qué quisieran mis padres, qué quisieran mis padres? Pensé un poco tarde con ganas de golpearlo, pero a lo que reaccioné fue diferente, pues mis brazos rodeaban su cuello. "Eso es lo mejor" me dije para no sentirme tan mal.

El beso terminó y al separarme de él no supe qué decir. Si antes no sabía, ahora menos. Él sólo sonrió.

-¿Sabes? Pensé que eso era lo que querías. Ya sabes... es tan obvio que te mueres por mí.- arruinó el momento por completo. En cambio, yo sólo sonreí por lo estúpido que sonaba eso. Y dije:

-Amm sí, tienes razón. Fui tan obvia.- Preferí no decir nada, y entrar de nuevo.

Vivian me recibió con un saludo de despedida, y mi hermano Robert la acompañaba a la puerta, y con una sonrisa nos abrazó a los dos y salió corriendo.

Toda la noche fue extraña, nadie decía ni una palabra, incluyéndome. ¿Pero por qué habrá pensado Nathiel que me moría por él? ¡No inventes! ¿¡Qué le diría mis padres y a Robert?! Vivian se pondría a saltar y gritaría de la emoción, porque para ella éramos la gran pareja. El silencio dejó de existir cuando mi padre mencionó qué pensaba de Nathiel. Dije que era simpático, lindo, atento, entre otras mentiras. Sólo esperamos a que el sol se pusiera y volvía mi habitación.

Una vez que casi nadie estaba en el pasillo, burlé algunas personas, y salí hasta la superficie. A mis espaldas estaba la gran ciudad, que aún dormía. Apenas estaba amaneciendo y el día estaba nublado, pero también había algo de sol. Esperé un rato viendo hacia el bosque blanco que estaba frente a mis ojos. Con toda la curiosidad de qué más había más allá de las colinas llenas de nieve.

Cuando ya me sentí un poco más tranquila, entré de nuevo a mi habitación, asegurándome de que nadie me vea. Mis padres no me dejaban salir, y no tenía nada que hacer más que esperar tener 17 años.

Sangre Contra Cordura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora