Dos

37 2 0
                                    

Motocicleta. Campera de cuero. Cigarro en mano.

El típico chico malo.

Pero lo conocía desde otro lado y sabía que era solo una fachada.

Cualquiera que lo viera posiblemente cruzara la calle para no toparse con esa mirada fría, llena de odio.

Por supuesto que yo no lo hice, no le presté atención.

Hey Soul Sister de Train resonaba en mis oídos provocando que tarareara la canción mientras pateaba las piedras que se cruzaban en mi camino. Levanté la cabeza y observé hacia los costados al sentir una mirada penetrando mi nuca, y ahí estaba. Se había parado a mitad de la acera y me observaba mientras expulsaba el humo entre sus labios.

Giré y seguí caminando. No entendía porque se había parado a verme. Pero no le di importancia. Cuando llegué a la esquina pude ver por el rabillo del ojo que seguía en el mismo lugar.

Sabía algo de él, aunque muy poco. Mi tío es amigo de su padre, quien nunca está en su casa. Lo único que se de él es que le dicen "D" y que está en medio de una adicción que lo llevará a la ruina, y eso es mocho más de lo que algunos saben.

Tío! Ya llegué! — le grité a la escalera. Casi siempre estaba encerrado en su habitación.

Que bueno que avisas. No me había dado cuenta — dijo irónico saliendo de la cocina.

Lo lamento, pensé que estabas en tu habitación.

Lo imaginé. Ya, olvídalo. Como estás enana?

Ey! Un metro cincuenta y tres no es poco. Tú lo dices porque eres un mastodonte.

Claro, no es nada... — susurró lo suficientemente alto como para que lo oyera y me enfadase —Olvida que lo dije, te pones insufrible cuando defiendes tu altura. Hoy viene Peter, cenas con nosotros?

Desde cuando me he quedado a cenar si viene Peter? Me quedaré en mi habitación o iré a algún lado.

De acuerdo. Vendrá en media hora más o menos. Haz lo que quieras, yo voy a estar en mi habitación.

Que novedad.

Más respeto enana! — gritó desde arriba.

Mastodonte! — grité de vuelta.

Subí a ducharme para salir a dar una vuelta afuera.

(...)

Faltaban cinco minutos para que llegara Peter y yo no encontraba las llaves ni mi libro de historia. Oí el timbre de mi casa cuando al fin logre divisar mi libro debajo de una pila de papeles en mi habitación. Tomé las llaves de repuesto que teníamos al ver que no hallaba las mías y me dispuse a salir.

Enana! Ya te vas? — gritó mi tío saliendo de la cocina con una botella de cerveza en la mano seguido por Peter.

Si. Volveré en un rato.

Eran la siete treinta de la tarde y las luces de las farolas de la calle comenzaban a encenderse. Decidí ir al bar-restaurante que había a unas tres cuadras y media de mi casa donde pasaba la mayoría de mi tiempo cuando no sabía qué hacer o a donde ir.

Hola rojita! — Me saludó Grant, un chico de mi escuela — Otra vez vienes con tarea?

Como siempre — dije señalando el libro que yacía en mi brazo izquierdo.

Que están viendo ahora con la maestra Lambert?

La guerra fría.

En esa no puedo ayudarte, desaprobé el tema.

Mi TorturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora