Prefacio

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Caminé por la calle a paso rápido. Iba completamente distraída, pensando en cosas que algún día podrían pasar (aunque solo en mi mente, idiota). De repente, a lo lejos vi a un chico rubio mucho mas alto que yo, que me parecía extrañamente familiar. Ajusté mi vista hacia el, y lo reconocí. Una llama se encendió dentro de mi y los latidos de mi corazón se aceleraron. No es que estuviera interesada en el o algo parecido, si no porque hace mucho tiempo que el no se cruzaba en mi vida. Su rostro había cambiado, y estaba considerablemente mas alto. Nos dijimos "hola" junto con risas nerviosas. Tenía pensado darle un beso en la mejilla y seguir caminando, ya que probablemente ni si quiera le importaba toparse conmigo. Torpemente me acerqué a su mejilla, pero el me estrechó en sus brazos. Inmediatamente sentí como me ahogaba por dentro, como si todo dentro de mi colapsara. No podía ocurrirme justo en este momento, no ahora. Estaba completamente asustada.

Ya no recordaba lo que se siente abrazar a alguien al que quieres hasta el infinito. Como si todo volviera a ocurrir, sentí la felicidad que me traían esos recuerdos, sentí la calidez de su pecho, sentí sus latidos y sus brazos rodeándome. Me sentí querida y por sobre todo me sentí segura en sus brazos. Había olvidado por completo la satisfacción de estar en manos de alguien.

Me separé de el y me arrepentí al instante. Pasaron por mi mente las miles de historias que pudimos haber vivido juntos, y me culpé por ello. Me odié por no haber estado junto a la persona con la que me sentía protegida por miedo...un miedo inexplicable. Hablamos un par de cosas y el silencio invadió la distancia. Me odié con mas fuerza, no lograba articular ni una sola palabra. Lamentablemente el odio no logró que se escaparan las palabras de mi boca. Nos despedimos y se perdió en la multitud. No me voltee para verlo, pero podía imaginar su rostro inexpresivo alejarse.

A menudo me cansaba de las personas. Odiaba la manera en que actuaban, odiaba la manera en que trataban de llamar la atención de manera desesperada, y odiaba la manera en que la gente los tomaba en cuenta. Odiaba la manera en que hablaban, odiaba la manera en que pensaban, y el simple hecho de tener gente alrededor con vidas perfectas me agobiaba enormemente. Simplemente me cansaba de las personas. A veces hablo como si no fuera una de ellas. 

Tenía ganas de explotar como una bomba, pero me limitaba a permanecer en silencio. Es por ello que esa persona que aquel día me topé en la calle, se convirtió en mi persona favorita. Porque nunca me cansaba de el. Porque me recordó el hecho de que estoy viva. Me hizo sentir segura y que nada pasaba, sin mencionar ninguna palabra. Me hizo extrañarlo.


Pero me odié aún mas, por haberlo olvidado.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora