10/ enero/ 2014. Sydney, Australia.
Era al menos el tercer boceto que Luke lanzaba fuera de su tranquila y acogedora mesa. El café de la avenida principal de Sydney estaba enteramente vacío, como suelen estar los cafés a aquellas horas de la madrugada (seis y media a.m para ser exactos.)
Bajo la mirada atenta del mesero, el rubio continuaba intentando hacer un nuevo dibujo, boceto tras boceto caían al suelo en forma de bolitas.Alzó su vista al sentir como alguien le miraba, y justo ahí se encontró con un chico, joven, cabello negro como el carbón y unos ojos verdes preciosos. Se le pasaron varias tonalidades de verde por la cabeza, pero ninguna consiguió hacerle honor a el color que los ojos de ese mesero tenían, quizás si mezclaba unos cuantos
colores lo lograría."Él es nuevo, si eso es lo que pasa." Se dijo Luke a sí mismo, al menos era nuevo para él, que pasaba todas sus mañanas en aquel café de Sydney.
Una bolita más de papel se unió a las que ya estaban en el suelo, si seguía así se quedaría sin hojas. Alzó su vista una vez más, esta vez el pelinegro estaba demasiado concentrado jugando con unas pequeñas pelotitas con las que puedes hacer malabarismo, una no tan pequeña nariz de payaso estaba en su nariz y sus ojos tenían unas arruguitas a los lados por lo mucho que sonreía.
El rubio no tenía ni una idea de a quien iban dirigidas aquellas gracias que el otro chico hacia.
El rubio sólo se dedicó a hacer al fin un boceto y terminarlo, para su propia sorpresa terminó dibujando a aquel chico, del que ni siquiera sabía su nombre.
El rubio descubrió que quería saber su nombre, quizás... algún día.
Él era muy tímido, sumado a que no hablaba con nadie que no fuera Calum, Ashton y su padres, ni siquiera sus hermanos tenían el honor de escuchar su voz, o eso era lo que decía su mamá.
Tomó su mochila con decisión, no tenía ni la más mínima idea de si sus lápices de colores estaban allí, pero de todas maneras los buscó.. necesitaba pintar aquellos ojos, necesitaba dibujar aquel piercing, necesitaba un dibujo de aquel chico por lo que terminó haciendo una lista mental con el fin de buscar sus lápices.
Audífonos.
Iphone.
Goma de borrar.
Sacapuntas.
Goma de mascar.
Una camisa de repuesto. (Luke era bastante desordenado y siempre terminaba con las camisas llenas de pintura, óleo o cualquier tipo de articulos artisticos.)
Pero no había ni un sólo rastro de sus lápices de colores, maldijo internamente y fruncio el ceño.
Una hermosa y profunda voz lo sacó de sus maldiciones mentales. "Hey, están allí, bajo la pila de papeles que están a tus pies." Luke tardó más de lo que hubiese querido en levantar la mirada, se sentía pequeño e indefenso, aún a pesar de que al parecer era más alto que aquel chico.
Al verlo tan de cerca pudo notar varias cosas de aquel chico misterioso, sus vans negras estaban un poco gastadas, unos skinny jeans negros en sus piernas, estos tenían algunos hoyos. Decoración pensó luke, su cabello lucía perfectamente negro, pero se notaba un poco que no era su color natural, cualquier persona lo habría notado, todos menos Lucas. Por alguna extraña razón el se regaño por no poder hablarle, por no poder agradecerle que le "ayudara" a buscar sus lápices. Sé agachó para poder recogerlos, no sin antes cerrar su pequeña libreta, no quería parecer un maldito psicópata por haberle dibujado ¿no?
"¡Hey! ¿te han comido la lengua los ratones?" El teñido murmuró dejando una taza de café y un plato con galletas. Luke negó con la cabeza ante aquella pregunta, pero como aquel chico lo miró incrédulo decidió hablarle.. o al menos lo intentó.
"Gracias." Las palabras sonaron tan secas y tan déspotas, que el teñido anónimo limpio sus manos sobre su delantal color verde, incómodo. Luke lo notó, pero no sabía que hacer para remediarlo, no sabía como actuar frente a los desconocidos.
"Esto va por la casa, no siempre llega un chico que pase tanto tiempo aquí. Por cierto, soy Michael." El chico, ahora conocido como Michael giró sobre sus talones para volver a su puesto detrás de la caja registradora.
Iba a levantarse y perseguirle, como lo hacía la gente en las películas que solía ver junto a Calum cada vez que alguna de sus conquistas terminaba mal; pero en vez de eso se quedó ahí, sin saber que hacer.Pasaron un par de horas más, Luke terminó de colorear su dibujo, al verlo sonrió con orgullo, sentía que el sólo hecho de ver aquel dibujo lo hacía tenerle más cerca, sentía que le hablaría, se veía tan real.
Miró la hora en su pequeño reloj de muñeca, las 9:30 de la mañana. ¿Tan rápido había pasado el tiempo? Al quitar la vista del dibujo contempló finalmente a su alrededor, las bolas de papel a sus pies habían desaparecido (si no hubiera visto que una chica con el mismo uniforme de Michael barria el local, habría pensado que estaba loco.) El local tenía más gente dentro y Michael había dejado de dirigirle la mirada luego de aquella incómoda conversación.
Aún se sentía mal por ello.
Lo arreglaría, no sabía como pero lo haría. No era que se sintiera atraído hacia él, de hecho no era eso, o eso es al menos lo que repetía en su cabeza. Pero aquí entre nos, estaba loco por oír esa voz de nuevo.
Tomó su dibujo y lo volteo, para así escribir en el reverso de este.
"Lo siento, no soy bueno con las palabras. Por cierto soy Luke."Tomo todas sus cosas, ni siquiera había notado que ya había tomado tres cafés y que en ningún momento Michael lo había atendido, él ni siquiera estaba cuando el rubio llegó, sólo apareció de la nada. Colgó su mochila al hombro, teniendo en sus manos sólo el dibujo y el café que había dado Michael unas horas atrás, ya estaba frío así que lo botó en el primer papelero disponible.
Caminó con decisión hacia la caja, si alguien que lo conociera lo hubiera visto pensaría que él no era realmente Luke Hemmings. Tocó el hombro del teñido, haciendo que este se girara con una sonrisa no muy amigable, levantó la hoja frente a el rostro de Michael y salió corriendo de allí.
Michael tuvo que frotar sus ojos un par de veces para ver si lo que veía era real, tuvo que decirle a Nessa que lo pellizcara para saber si eres un sueño (ella aceptó gustosa, pero no es el tema.) Pero no, era real, era un dibujo de él, el rubio lo había dibujado. No sabía si sentir vergüenza o admiración, vergüenza porque lo había visto hacer una estupidez y había actuado grosero o admiración porque... ¡Por dios aquel rubio era un excelente dibujante!