Tardó unos cinco minutos en llegar, maldita la hora en la que llamó, yo quería morir.
Me subieron a la ambulancia y me pusieron algo en la cara, un mascarilla de oxígeno creo. No recuerdo si Joe y Sam iban conmigo, yo estaba mareada y me daba igual lo que hiciesen, algo así como muerta en vida. Bajé mis párpados.
Desperté en una habitación muy blanca y luminosa. Me cegaba.
Joe a mi derecha, Sam a mi izquierda. Los dos me observaban fijamente.
-¿Por qué llamásteis a la ambulancia? Yo no quería vivir más, ni quiero. -dije.
-Nosotros si queremos que vivas, tienes que darle a tu padre lo que se merece, la muerte. -dijo Joe muy serio.
-Exacto, ese hombre no tiene derecho a seguir viviendo y tú decías que si no moría te encargarías tú de que lo hiciera. -dijo Sam.
-No estoy preparada para hacer semejante cosa.
-Nosotros si. -dijo Joe.
-No, dejad que sufra primero. - dije.
-¿Qué piensas hacer? -preguntó Sam.
Interrumpió la conversación una enfermera que entró en la habitación apenas tres segundos, dijo buenos días y dejó la prensa en una pequeña mesa que había al lado de la camilla donde yo estaba tumbada. Seguidamente se marchó.
El titular del "New York Times" me hizo dejar la pregunta de Sam sin responder, habían encontrado un cadáver en un basurero del Bronx, no sabían quien era, lo estaban investigando. Yo si sabía quien era, mi madre.
Joe y Sam me miraron y en mi cara vieron todo lo que estaba pensando al leer el artículo, hacer pagar a mi padre lo que ha hecho y está haciendo con la máxima tortura posible, sin ayuda de la policía ni de ningún criminal experto en hacer sufrir a gente justo antes de morir. Pensaba hacerlo con mis propias manos y algún que otro instrumento de tortura que me venía a la cabeza, siempre tenía tiempo para leer ese tipo de libros en los que alguien tiene mucho odio, me sentía identificada y sacaba ideas. Sabía que Joe y Sam estarían conmigo en todo, en todo.
De repente estaba totalmente lista para cometer el mayor asesinato que ha podido suceder en Nueva York, solo que faltaba mucho tiempo para que ocurriera, pues, no lo podía hacer así como así, si que necesitaba a la policía, aunque no quisiera, tenía que localizar a ese hijo de pu** y yo sola con dos más no podía. Nadie se podría pensar que detrás de esta cara de niña responsable, mas bien baja de estatura y al borde de la anorexia, hay ideas y pensamientos tan perversos, eso era lo mejor de todo.