Las fotos que Alejandro había estado dejando en mi casillero habían dejado de aparecer. Tenía que admitirlo: las extrañaba. Pero supongo que ahora que sé quién es el mensajero secreto, ya no tendría tanto sentido.
Ya no he vuelto a cruzar palabra con él desde que nos despedimos afuera de mi casa, pero lo veía a momentos por los pasillos o en los recreos, sentado sólo en las escaleras tomando sus fotos. El también me veía y me sonreía pero nuestra interacción no pasaba de eso. Pero lo entendía y creo que él lo sabía. A decir verdad me sorprendía que no fuera ya popular, normalmente las zorras ya lo estarían persiguiendo como buitres hambrientos, pero eso no pasó, por lo menos no hasta ahora. El seguía solo, él y su cámara fotográfica.
-¿porqué el nuevo estará sólo?-me pregunta Andrea que seguía un poco sentida porque la deje hablando sola el otro día.
Me encojo de hombros-no sé, tal vez Alejandro así lo quiere-le digo haciendo énfasis en el nombre.
-ya tiene nombre ¿eh?-me dice interesada de repente en leer mi expresión
-mmh-digo indiferente y ahí se acaba el tema.
El día pasa más lento de lo habitual. Cuando suena la campana de la salida, salgo con paso rápido para llegar a mi casillero antes de que todos los estudiantes frenéticos lleguen y me aplasten. Meto los libros al casillero en segundos. Salgo para tomar mi bicicleta y coloco mi mochila en la canasta del frente. Antes de salir de ahí, me pongo mis audífonos, le pongo play y empieza a sonar The Wire de HAIM.
"You know there's no rhyme or reason for the way you turned out to be
I didn't go and try to change my mind. not intentionally"Me río pensando que la letra de la canción tiene mucho sentido para mi ahora. Disfruto el recorrido de la escuela a casa, con la canción más acertada que puede haber. Llego a casa y mi madre me saluda desde la ventana de la cocina con su habitual sonrisa, como sí fuera la actriz de un comercial de "ama de casa perfecta", sólo que en ella es natural. Muchas veces me gusta observarla hacer cosas cotidianas, siempre he pensado que es una mujer muy bonita y me enorgullece que sea mi mamá. Es normal que las personas se le queden mirando cuando vamos por la calle, pero ella sólo tiene ojos para mi padre y me siento feliz con eso.
Cuando término de comer decido ir al bosque, hace días que no voy y ya me parece como una eternidad. Me pongo ropa cómoda, meto en mi mochila un paquete de galletas y estoy lista para irme. Esta vez no llevaría mi bicicleta, tenía ganas de correr, de sentir que me cansaba y que me dolieran las piernas por el esfuerzo. Y eso hice. Correr se sentía tan bien, te hacia sentir como nueva y estaba tan harta de la rutina que esto era como aire fresco y además yo corría rápido.
Llego e inmediatamente lo veo. Alejandro está mirando algo en las ramas de los árboles muy concentrado, pero no logro descubrir qué. Pienso en regresar silenciosamente, pero piso unas hojas que crujen sonoramente.
-¿sabes que le hace falta?-dice sin sobresaltarse por mi llegada.
Me quedo en silencio, no tengo la menor idea de lo que habla.
-mira, ven aquí.
Me quedo en donde estoy, sigo sin entender. Lo miro con el ceño fruncido. El camina hasta donde estoy y me toma del brazo para llevarme a donde estaba antes. Su mano es tan grande que rodea completamente mi brazo.
-¿mira, ves ahí?-dice señalando algo que no logro ver en las ramas de un árbol- ¿no se ve algo vacío?
-para mi no.
-un columpio, un lugar como este debería tener uno ¿no crees? sólo necesito cuerda y un neumático viejo, nada del otro mundo.
-pero...
-no te muevas de aquí, ahora regreso.
Y así lo hago, no me muevo de ahí. Me da hambre así que saco el paquete de galletas que había metido en mi mochila y me las como. Pasan menos de diez minutos antes de que regrese con un neumático con una cuerda atada en un nudo bastante complejo.
Señalo el nudo de la cuerda-así que fuiste un boy scout ¿eh?-le digo mientras sigo masticando una galleta.
Suelta una carcajada-no, sólo me gusta reparar cosas, ahora, voy a necesitar tu ayuda. Voy a trepar el árbol y cuando esté arriba me vas a lanzar la cuerda ¿okay?
-¿y porque mejor no subo yo y tu me lanzas la cuerda?
-no, creo que es mejor que yo lo haga.
Me cruzo de brazos y le lanzó una mirada desafiante-¿porqué no puedo subir yo?¿crees que no puedo hacerlo?
Me sonríe con cariño-estoy seguro de que puedes hacerlo, pero necesito amarrar esta cosa bien si no quieres salir volando.
-si, ahora que lo pienso, soy mejor lanzando.
Alejandro sube el árbol con facilidad, cuando está en una rama lo bastante alta le lanzo la cuerda, la atrapa y con un rápido movimiento, hace un nudo lo bastante fuerte como para aguantar nuestro peso y después baja con la misma agilidad con la que subió. La verdad es que no le quedo nada mal.
-bien, ya está, hicimos un buen trabajo-mira hacia arriba satisfecho.
-HICISTE un buen trabajo, yo solo te lance la cuerda.
-sí, y lo hiciste bastante bien-me dice sonriendo-me subiré yo primero para probar que sea seguro.
-ah no, yo voy primero.
Se ríe-está bien, como quieras.
Desde la tierra no se veía como gran cosa, pero una vez que estás hasta arriba, se siente como sí de verdad estuvieras volando y no puedo evitar reírme en voz alta. Pasa una hora hasta que estamos cansados y despeinados.
-fue divertido-me dice con su habitual sonrisa.
Cuando regreso a casa, llevo conmigo una nueva foto: los dos sonriendo junto a nuestro columpio. Ya no sólo es mi lugar, ahora es nuestro.
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Un lugar especial.
Teen Fiction-¡oye tu! ¿Qué haces aquí? Este es mi lugar. -si, un bonito lugar ¿no? Un lugar muy especial. -si ya lo sé, vengo aquí todos los días, y es mi lugar. -¿ a sí? Bueno, pues ¿que tal sí lo compartimos?, un lugar especial, tuyo y mío.