Día 23

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Entré en mi habitación casi corriendo para buscar todo lo que necesitarían para la misión que no me habían encomendado; saqué del armario las dos bolsas de deporte, la que utilizaba para guardar la ropa que me llevaría y la otra para guardar las armas que utilizaría en dicha misión.
Abrí la primera bolsa, una de color negro con la cremallera azul para que se distinguiera, y metí dentro ropa interior, camisetas, pantalones (casi todo de colores oscuros) y un par de deportivas. En la otra bolsa, de estilo militar o camuflaje, metí las típicas armas que solía llevarme: pistolas, navajas, cuchillos, y obviamente, el carcaj con las flechas y el arco, con una cuerda de repuesto y todas esos pequeños objetos que me habían dado para poder manejar las flechas a mi antojo. Me giré y vi a Matt en el marco de la puerta, sin hacer ningún movimiento para irse de ahí.
- ¿Hay algún problema, Matt?- le pregunté preocupado por esa mirada tan cargada de tristeza.
- ¿Tienes que ir tú? Es en Afganistán.
- Ahora mismo, soy el único que está aquí. Sólo puedo ir yo. Y no te preocupes, estaré bien. - añadí anticipándome a sus palabras.
- Por favor... Tráela de vuelta. Volved los dos vivos.
- Volveremos. Te lo prometo. - prometí, tal y como dije, dejándolo un poco más tranquilo.
*** ***
- ¿Agente Barton? En cinco minutos llegaremos, debería ir pensando en ponerse el paracaídas.- indicó el piloto del avión en el que iban dos personas contando al piloto.
- Okaay. Gracias, agente Dallas, te debo una.- dijo poniéndose la mochila que guardaba el paracaídas, mientras que el piloto del avión abría la compuerta trasera.
Los dos agentes se despidieron con el típico saludo militar; acto seguido, Clint se tiró desde la compuerta ya abierta; como no estaban tan lejos del suelo tiró de la anilla que dejaba salir el paracaídas, evitando así estamparse contra el suelo.
De pie ya en la calurosa arena de Afganistán, con el caluroso sol que le golpeaba a la cara y el cuello, y sumándole la ropa negra que llevaba, que le daba más calor aún, no hacía que le dieran ganas de seguir con la misión, pero al recordar sobre qué iba la misión fue más rápido. Gracias a su sorprendente visión pudo ver a unos hombres con armas protegiendo la entrada debió que parecía ser una cueva, y por el detalle de las armas, el chico llegó a la conclusión de que había llegado a su destino. Se acercó lentamente y con cuidado hacia los dos hombres para que estos no notaran que estaba allí, y cuando estuvo a una distancia considerable paró y se agachó detrás de una piedra, por si acaso.
Ya en el suelo, sacó el arco y cuatro flechas de sus correspondientes fundas y dejó las flechas en el suelo. Cogió el arco y estiró el brazo de golpe, haciendo que el arco se desplegara a causa de ese golpe seco, recogió las flechas del suelo y las metió en el cargan, el cual después puso a su espalda. Cogió el arco ya desplegado con la mano y apuntó silenciosamente a uno de los guardias, y con una de las flechas que había sacado de su carcaj y había soltado de la cuerda le dio en el pecho al hombre que había apuntado. Justo en el corazón, para joder, más que nada. En ese mismo instante en que el hombre cayó muerto al suelo y el otro hombre se puso alerta hacia cualquier cosa extraña, tal vez como una flecha disparada de la nada que había asesinado a su compañero, Clint apareció detrás del que quedaba vivo y antes de que alguien se diera cuenta le giró el cuello, dejándolo caer en la arenosa arena. Se agachó al lado del primer asesinado y cogió la flecha del pecho del difunto; no iba a quedarse otra vez sin flechas, la última vez fue humillante.
Entró por la puerta que estaban "protegiendo" aquellos dos que no habían recibido ningún tipo de entrenamiento, encontrándose con un único pasillo, un poco oscuro pero no lo suficiente como para no ver dónde iba. Y de repente... La cara al suelo.
- Joder Barrton, ya te vale, macho. Mucho presumir de tu "perfecta" vista, pero no he visto que hayas rodeado esa roca con tu "perfecta" vista, señor "tengo-una-vista-perfecta-y-tu-no-simple-mortal-sin-perfecta-vista"- oyó la voz del cartero por medio del pinganillo que llevaba en la oreja.
- Te juro que esa piedra no estaba ahí. ¡Cuando he mirado no había ninguna piedra!- replicó el agente, intentando recuperar la poca dignidad que le quedaba.
-Claro, Clint, claro. Ahora las piedras crecen del suelo.- le contestó Matthew con sarcasmo sin creerse la "razonable" explicación de Clint.
- Pero... ¡Que va en serio!
- Que sí, Clint, que sí, lo que tú digas, hijo mío.- intentó hacerle callar lo antes posible antes de que alguien lo pillara y diera la alarma.
- ¡Oye! ¡No me des la razón como a los tontos!- justo después de esa palabra, Clint se tropezó con un bache y fue a abrazar al suelo con su cara (otra vez).
- ¿Te has vuelto a caer? Buajajajajajajajajajajajahajhahahaha me has fallado, Clint, me has fallado. Bueno, mejor te dejo, no vaya a ser que te mates y luego me eches la culpa a mí. ¡Adiós!- al instante de que se despidiera ya no oyó ningún sonido en su oreja.
Decidido a salvar a la chica , se preparó mentalmente para noncometer ningún otro fallo, como acabar con algo roto y enyesado, básicamente. Al haber puesto todos sus sentidos alerta pudo ver la sombra de un tipo que planeaba atentar contra su vida, siguiendo así los pasos del último tipo, encontrando así una salida a aquel laberinto en el que fácilmente podía caer (?). Al salir por la puerta que había descubierto, maldijo a los tipos que habían decidido secuestrar a la hija de Stark, al ver la cantidad de puertas que habían en ese único pasillo. Pero la inspiración le iluminó al oír unos gritos y a alguien llorando, un timbre de voz femenino pero afónico, como si tuviera resaca.
Sabiendo que esos gritos provenían de la chica, empezó a correr haciendo el mínimo ruido posible para llegar a la última sin ser muerto en el intento; se puso delante de la puerta y cuando ya estaba dispuesto a abrir y rescatar a la chica oyó como alguien intentaba abrir la puerta para salir, así que, en vista de que podía golpear al primero que pasara... Poder podía hacerlo, pero si la persona que estaba a punto de salir era ella, Stark lo mataba. Sin preguntar ni mierdas. Y a sangre fría. Bueno, a lo mejor exageraba: primero Stark mataba a Barton, y luego si eso preguntaba si su hija estaba bien. Y entonces ya lo tiraba desde el piso más alto de la Torre Stark por haberse atrevido a tocar a su hija. De la cual, por cierto, nunca había dicho nada.
Entonces, para evitar que alguien lo matara por cometer un pequeño error como golpear a la persona que no era, se escondió detrás de una columna, que algún constructor sin vista debió construir en el sitio equivocado, ya que esa columna allí no hacía nah de nah; detrás de dicha columna pudo ver que la persona era un tipo vestido como los de fuera, y también que cerraba la puerta con una llave, pero la dejaba colgada en un tornillo mal colgado de eso que podía parecerse a una pared, pero que de pared no tenía ni el nombre.
Después de que el hombre saliera y que yo le atestara un golpe en la cabeza con el arco, provocándole una conmoción cerebral. Y au. Otro que se jode. Para acabar con todo, cogí las llaves del tornillo y, después de asegurarme de que no vendría nadie, abrí la puerta.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2015 ⏰

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