C U A T R O

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~Me muero por explicarte, lo que pasa por mi mente, me muero por entregarte y seguir siendo capaz de sorprenderte, sentir cada dia, ese flechazo al verte, qué más dará lo que digan, que más dará lo que piensen...

Sebastián narra.

Bien, respira hondo, es sólo una reunión de bienvenida, conocerás nuevas personas una semana antes de comenzar la universidad, nadie murió por esto, me repito una vez más mientras subo a mi auto de segunda mano, tengo que esperar a Daniel y a Leo, ellos vienen conmigo, tanto que Anthony y Lucas van por su parte. Leo llegó hace rato pero Daniel no aparece, miró el reloj una vez más, refunfuñando.
-¿Dónde estabas? ¡Llegaremos tarde!-le digo a Daniel cuando aparece en la puerta de mi casa, éste me mira rodando los ojos y me sonríe
-Amigo, ¡Deja de comportarte como una niña! Si llegamos tarde que les den, nos miraran, nada más-replicó subiendo al auto-¡Hola Leo! ¿Llevas rato aquí?-preguntó
-Digamos que el suficiente para odiarte por llegar tarde y poner histérica a nuestra amigo-se mofó Leo, decidí ignorarlos y arrancar. Llegamos a tiempo, cosa que remarcó Dan varias veces entre risas, tomamos asiento sin prisa y comenzó un profesor a hablar, sobre lo que esperaban de los alumnos, de la universidad y los cambios que tendría este semestre. Mi mirada vagaba por la gente, cuando me quedé mirando al frente, noté a una chica, tenía el cabello castaño recogido en un moño en lo alto de la cabeza, se veía su cuello a la perfección, un par de mechones habían escapado del prolijo peinado y le rozaban la mejilla, sin contar el vestido rojo encendido que le resaltaba con su tez blanca y cabellera oscura. se notaba que tomaba nota muy concentrada, la amiga que tenía sentada al lado estaba con su móvil y prácticamente ni prestaba atención. Estaban muy arregladas para la ocasión.
-¿Qué miras?-susurró Daniel codeandome
-¡Nada! ¿Por qué?-respondí
-Te estoy hablando hace cinco minutos y nada. ¿Estás mirando a la chica del móvil? ¡Está guapísima!-comentó siguiendo la línea de mi mirada, asentí con la mirada incapaz de señalar a la amiga como objeto de mi atención, si él no la notaba, mejor. Daniel era mi mejor amigo, pero también era un depredador sin conciencia, tenía buen físico, las mujeres caían, simplemente, todas a sus pies. A veces creo que nos encajan en la misma bolsa. Si bien acaba de terminar con Ginevra el semestre pasado no me sentía muy bien al respecto, lo admito, no fue la relación típica duradera pero no terminó de la mejor forma. Lo que ella hizo, cómo lo hizo y con quién lo hizo, me había herido en lo profundo de mi ser, no sólo me había engañado, en cierta manera me había vuelto desconfiado.
El profesor dijo que habría un receso de quince minutos y mi mirada automáticamente fue hacía la chica, que ahora le sonreía a su amiga, tenía una bellísima sonrisa, un poco tímida pero de ésas que son sinceras y llegan a los ojos, unos ojos café preciosos, por cierto. Les dije a los chicos que aprovecharía para hacerle unas preguntas al profesor y eso fue suficiente para poder seguirla sin que ellos molestaran.
Las ví tomar asiento en un banco, no podía oirlas, pero si verlas lo suficiente para ver su vestido que le daba en las rodillas, se veía muy agusto junto con otras cuatro chicas,estaban muy entretenidas, sonreían y hablaban a todo momento, en ese momento supe que este año necesitaba conocer a esa mujer.
Fue sólo una semana después cuando estaba por ingresar a una clase cuando volví a verla. Estaba menos arreglada, sin embargo seguía estando hermosa, más de lo que la recordaba y me quedé mirándola como un idiota mientras entraba al baño de mujeres, ni siquiera me noto, iba muy concentrada en sus pensamientos y se veía muy seria. Leo que estaba parado al lado mío, carraspeó.
-¿Qué?-dije haciéndome el desentendido
-¡No! No me vengas a hacerte el tonto, estás a punto de resbalar con la baba que dejaste caer por esa que pasó-me dijo riendo, y cuando me preparaba para seguir mi camino, ella abrió la puerta del baño, en el mismo instante que Leo me empujó, lo cual me llevó a empujarla y sentarla, literalmente sobre su trasero. Automáticamente se puso toda colorada. Cuando iba a ponerse en pie, la tomé de la mano y tiré para arriba.
-Disculpa, no te vi-dije intentando sonar casual, rogando que los nervios que me comían no se notarán, entonces ella abrió sus ojos grandes y me miró fijamente, sonreí, y ella me soltó la mano mientras alisaba su ropa. Por cierto tenía su piel helada, pero suave.
-No hay problema-contestó retomando su camino, pero mi mente gritaba no la dejes ir, dí algo, ¡Lo que sea! Moría por saber su nombre.
-Soy Sebastián-añadí con la esperanza de que girara y se presentará, pero ella sólo se limitó a hacer un gesto con la mano, mientras entraba al salón nuevamente. Voltee buscando a Leo pero el muy cobarde ya no estaba, me las pagaría luego, de eso estaba seguro. Tomé mi celular y le envié un texto a Dan, me iba a casa, no tenía ganas de clases ni nada más.
Cuando llegué a mi casa, decidí darme una ducha y jugar un poco de fútbol en el patio de mi casa, enseguida se me unió mi hermano mayor, Gonzalo, mayor sólo por dos años.
-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la universidad?-preguntó, a lo cual yo alcé mis hombros
-¿Y tú? ¿No deberías estar trabajando?-repliqué, entonces él se rió meneando la cabeza
-Cierto, hermanito, no hubo junta, así que quise venir a descansar-explicó tirando el balón al arco.
-Tuve un mal momento y quería estar en casa-respondí tomando el balón y aventandolo igual.
-Suele pasar en el último tramo de la universidad, se vuelve pesada-acotó, decidí no corregir el pequeño error de que mi mal momento no se debía en sí a la universidad sino a una persona. Pasé mi mano por el cabello corto y sonreí-¿Tomamos algo?-le dije y Gonzalo asintió. Así que fuimos hasta la cocina y nos servimos algo para tomar, mis padres trabajan ambos, mi madre es maestra y mi padre banquero, ninguno está en casa hasta la tarde. Para cuando ellos llegaron yo estaba leyendo unos textos de la universidad.
Muchos podrían decir que aquella chica era otra del montón, pero sé que esta vez no era así, tuve una atracción muy fuerte desde que la vi, técnicamente no puedo dejar de pensar en ella, la verdad aunque muchos pensaban que yo era el Adonis del grupo, no era así, podía parecerlo por fuera, pero no era mi esencia ser así.
Para mí, el tener novia se basaba en el respeto, en el amor, la fidelidad (sobre cualquier otra cosa)  esta bien que ofrecía eso ahora luego de mi decepción, pero era lo que yo ofrecía, lástima que mi grupo de amigos no ayudarán al momento de confiar en mi palabra.
Pensando, entre ideas de mi subconsciente, me quedé profundamente dormido, soñé otra vez con ese día, ridículo día en donde creí que mi vida iba a cambiar, ¡Y vaya que cambió! pero no como pensaba yo que iba a ser.
Desperté fastidioso y muy enfurruñado, me dirigí al baño, me dí una ducha de agua helada, dejé que la frustración se fuera con el agua.
Me preparé mentalmente para un día en la universidad, y sin querer sonreí a mi imagen, hoy la iba a ver, quizá, si tenía suerte.
Estaba parado en la puerta del baño, como siempre, un lugar donde podía evitar ser chocado por la multitud que iba y venía, cuando Daniel hizo acto de presencia.
-Hola Daniel, ¿Preparado para otra clase?-dije intentando poner voz autoritaria pero sólo terminó por sonar divertida.
-¡Sebastián! ¡Pedazo de Idiota!¿Dónde estabas ayer, te espere como novia fea en clase de suelos y nunca llegaste?-reclamó mi amigo. Lo cual me provocó una carcajada, aún son la risa en la voz le respondí
-Superalo imbécil, me gusta hacerme extrañar,cielo- entonces él se sumó a mi risa.
Entramos a la clase, bufé porque todos los asientos estaban ocupados, todos, menos dos. De golpe mi día comenzaba a convertirse en un maravilloso día, al lado de ella y su amiga.
Me senté fingiendo ignorar su presencia, pero notaba su nerviosismo, era palpable, encima su amiga no dejaba de susurrarle cosas, que provocaba que su rostro estuviera sonrojado, era preciosa así de tímida. Entonces no me resistì, y fingiendo confusión, giré y la miré directo a los ojos, frunciendo el ceño.
-¿Te conozco?-susurre y automáticamente los colores de su rostro se potenciaron y lentamente negó con la cabeza.
-Lo dudo-me dijo, aunque sabía que estaba mintiendo decidí dejarla pasar la pequeña mentira, estaba muy avergonzada, ¿Por qué? Eso sí que no lo sé, entonces volví mi rostro al frente y sentí un codazo
-¿Es ella, no? La que te trae idiota. Vamos, prometo no decir nada- insistía Daniel
-Déjalo no diré nada.... Básicamente porque no hay nada para decir, creeme-susurré
-Somos amigos y no me creo ese verso-concluyó él justo cuando el profesor comenzaba a dictar unas preguntas. Y entonces supe que mi amigo ya sabía que venía mal por esa chica, lo cual lo llevaría a interrogarme cada cinco minutos, suspiré sabiendo lo que me esperaba.
Luego de la clase, de la cual huí como rata por tirante, mis amigos me aguardaban junto a mi lugar especial, el pasillo, hice un gesto de derrota y me aproximé.
-Hola, ¿Por qué se amontonan acá?-pregunté sonriendo y todos los demás me fulminaron con la mirada.
-Porque estamos acá esperando a que cierto amigo nuestro, nos cuente a qué viene ese obvio interés en esa chica, cuando juró que después de Gin, no quería a ninguna mujer más-comentó Anthony
Rodé mis ojos y miré de mal modo al lengua larga de Daniel, porque de otra manera no podrían haberse enterado.
Es verdad me prometí no volver a enredarme con ninguna chica dentro de un buen tiempo, ya habían pasado 5 meses desde lo ocurrido con Ginevra, desde luego no era fácil, pero tampoco podía ser insensato y no darme una nueva oportunidad en el amor... y más con ella que se veía y lucía tan distinta a las demás, fuerte y seria pero al mismo tiempo dulce y alegre. La combinación perfecta.
-Ni me mires, fue Leo el que dijo que andabas como idiota siguiendo a esa chica-dijo Daniel al darse cuenta de mi mirada.
-Ningún idiota, ninguna chica, simplemente me llamó la atención, no pienso perder la cabeza nuevamente-susurré, aunque ya lo había hecho, ya estaba trastornado por la mujer esquiva. Hablando de Roma, la ví pasar con un grupo de amigas, todas giraron a vernos, murmuraron y se rieron, otra vez, esa sonrisa, no pensé en más nada. No iba a permitir que huyera de nuevo, no señor.
-¡Ya sé!-grité, apartando a mis amigos, corriendo en su dirección, ella giró y sus ojos preciosos se agrandaron por la sorpresa de verme a su lado, mi corazón latía a mil por horas-Eres la chica que empuje-logré decir, ella no decía nada, todos nos miraban, miró a su amiga y sus labios hicieron una mini sonrisa antes de responderme.
-Sí, esa misma-susurró
-¿Cómo te llamas?-pregunté directamente perdido en su mirada, dispuesto al menos esta vez a llevarme su nombre en mi mente.
-Eliana-dijo y sonrió, en ese momento pasó un profesor, el cual le pidió muy afanado que lo acompañara, y ella lo hizo, sin despedirse, ni mirar atrás, ciertamente me desconcertaba, jamás había sido un don juan, pero tampoco había tenido problemas para que las chicas me notaran, siempre un par de palabras ¡Y listo! Rasque mi nuca con un tinte de desespero y volví con mi grupo de amigos.
-¡Vaya plantón!-susurró Leo cuando pasé y lo fulminé con la mirada.
-¡Va a ser de él!-añadió Anthony
-Si, como siempre, ¡no hay quien lo resista!-coincidió Dani sarcásticamente.
-¿Apostamos?-se animó Lucas a decir, alcé mis cejas mientras mis amigos comenzaban a disputar que apostarian.
-¿Están apostando por mi vida sentimental?-comenté incrédulo y asombrado.
-¡Vamos! Lo hemos hecho millones de veces, ¡No seas aguafiestas!-manifestó Leo
-¡Tengo una idea! Mis padres se irán dentro de dos meses a un seminario, bla bla, si para esa época no están juntos, nosotros perdemos, pero si estás con esa chica, y apuesto mi vida que así será, te encargarás de cocinar en nuestras próximas diez salidas y encuentros de los viernes-dijo Daniel hincando su dedo en mi pecho, sentí que estaba jugando sucio, yo quería a esa chica no por una tonta apuesta, sino porque algo me decía que era especial, pero aún así no podía hacerme el desentendido, o mis amigos me gastarían bromas por los siglos de los siglos. Asentí con la cabeza, a lo cual los cuatro chocaron sus manos
-Pero si yo gano, de esta "apuesta" nunca se sabrá una palabra-amenacé y ellos hicieron el gesto de que cerraban su boca con un cierre. De pronto sentí que acababa de cometer un grave error. Esperaba estar equivocado, no quería que la inmadurez de mis amigos repercutiera en el futuro ue yo veía con ella.

N/A
Gracias por su lectura
Mil gracias por sus comentarios, dejamos
en multimedia dejamos
a Daniel hoy
Canción del capitulooo
"Me muero por conocerte"
de Alex Ubago
Cualquier comentario
Será, como siempre,
Bien recibido.
Esperemos les guste!!

Eliana&Karen

Tal vez... No fue coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora