Pesadillas de invierno-Cara

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Algunas personas pasan en tu vida como estrellas fugaces. Crean ese brillo en tus ojos al conocerlas pero te pierdes tanto en su esplendor que cuando se van no puedes llenar ese vacío.
Tal vez ella era así.

Soy una chica segura, crecí forjada en valores y valentía, la debilidad no era pensamiento para mí.
Pero, yo tenía miedo. Tenía miedo de la muerte.
Me ocurría algo extraño, en una época del año más exactamente en invierno tenía siempre la misma pesadilla.

Mis pesadillas eran la causa de mi miedo o el miedo era la causa de las pesadillas, yo no lo sabía.

Todo comenzaba como un sueño normal de mi familia.
Podía sentirlo todo. La brisa golpeando mi rostro y moviendo mi melena rubia.
Estaba en el patio de la mansión.
Mis padres estaban sentados en el pasto haciendo un picnic, sonriendome con ese color tierno en sus ojos. Pero de pronto cambiaba todo. Su mirada, esa mirada me asustaba, cambiaba de azul cálido a negro como rendijas. La brisa se convertía en viento fuerte que me arrastraba hasta el bosque.
Yo quería gritar, en serio quería, pero los sonidos no salían de mi boca. Sienta como me desgarrada la garganta pero no salía ni un susurro.
De pronto podía ver como estaba en una fea casa. La pintura de las paredes peladas por la humedad. Y esa risa.
Ese estruendo que no salía de mi mente.
Estaba vendada y todo estaba en silencio. Podía escuchar el desbocado latir de mi corazón, la piel de gallina se formaba en todo mi cuerpo y entonces lo peor pasaba.
Sentía como desde atrás una mano helada tocaba la piel de mi cara mientras quitaba sin cuidado la venda.
Lo veía ahí!
Mis padres, oh no... ellos eran lo que más amaba.
Estaban tirados y pálidos.
Tenían vendas en los ojos, pero había algo diferente en ellos.
Pude notar que desde atrás en las sombras habían hilos atados a cada miembro de su cuerpo.
Pero no...
El espectáculo recién comienza.
Ahora el tipo de sombras los manejaba a ellos.
Mis padres se levantaron guiados por el titiritero y vinieron hacia mí.
Sólo podía llorar mientras se acercaban, quería que todo termine ahora, no importaba si ellos lo hacían, sólo quería que acabe.
Pero la voz salió.
-Los amo...
Cuando estaban a dos metros de mí entendía que no me veían, no era a mí.
Era un espejo, era a ellos.
Empezaron a lastimarse a si mismos.
Cada golpe, cada grito, cada corte y todo el dolor, solo lo sentía yo.
Pero cayeron.
Estaban muertos.
No le veía el sentido, yo era la única que se sentía muerta.
Lo más muerta que una niña de 8 años puede sentirse.
Eso no bastaba.
Ahora el venía hacia mí.
Muertos y sin alma se quedaron,
Sólo a ti te dejaron.
Pero yo estaré por las noches,
Cuenta hasta 10 sin temores.
Ya no podía respirar.
-Cara, no es real.
Zumababa en mi cabeza esa voz.
-No es real, despierta!

Toda sudorosa despertaba a las 3:00 de la mañana con mi madre asustada a un lado convenciendome de que sólo era una pesadilla.
Esa pesadilla de invierno...

Muriendo a mi maneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora