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Era 14 de febrero,dia de la amistad o mas bien de los enamorados,Ludovica dias antes se le habia ocurrido hacer una carta para declarar su amor a su crush de hace ya un tiempo Fue algo re repentino,una idea que pintó de la nada pero que por alguna razon siguió adelante y la terminó haciendo
Escribió la carta con mucho esmero,se esforzó en hacer una carta a su estilo propio,con cosas que a ella le gustaban,no queria hacer la tipica carta sin onda
En argentina ponele hay dos tipos de pibas,las turras- las de barrio,las que tienen toda la actitud-y las milipilis,las chicas mas finas;pero si tienes personalidad posta te llaman otaku y te tratan de rara, que ilogico ¿no?,el mundo deberia de estar lleno de gente unica,con sus quilombos y su forma de ser,no lleno de npcs que parecen todos clonados
La cosa es que en un convivio del cole,Ludovica juntó coraje para darle la carta al pibe, que encima era su amigo… aunque ya casi ni hablaban. Ludo no era como es ahora; antes tenía el pelo largo, castaño, y una personalidad mucho más tranqui.
—¿Estás lista, Lu? Le hablás y se la das, dale —le decía Paula, su amiga, mientras el resto del grupo las miraba y murmuraba.
—Nah, pará Pau… ya no quiero —se tiró para atrás, hecha un manojo de nervios.
—Daleee, Lu. Te juro que si no vas, se la doy yo, ¿eh? No seas cagona.
Ludovica suspiró tratando de calmarse. Si no lo hacía ahora, iba a morirse sin saber qué opinaba ese pibe de ella.
—Bueno… pero cuando se la dé, se van.
—Dale —asintió Paula, que fue directo hacia donde él estaba sentado para llamarlo.
El pibe se acercó a Ludo y la miró con una sonrisita, evitando clavarle la mirada de lleno.
—Tomá —le dijo ella, entregándole la carta sin dejar de observarlo, como si buscara que la mirara de una vez—. Leela cuando yo me vaya.
Y sin más, salió corriendo para los baños. Sus amigas entraron atrás de ella, en grupo, gritando y felicitándola.
—¡Buenaaa, Lu!
Ella sonrió, pero con un gustito amargo pensando que tal vez él la iba a rechazar o algo así.
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Ludo ya estaba en el baño llorando. El pibe no le había dado ninguna respuesta; solo la había ilusionado con esas sonrisitas y miraditas… para que al final lo viera chapándose a su novia.
El amor te puede salvar, pero también te puede romper.
Ese día algo se quebró dentro de ella. Y, sin sonar muy cursi, desde entonces se empeña en no encariñarse mucho, en no mostrarse vulnerable. Por eso suele ser tan pesada con todo el mundo: le da miedo que se aprovechen de ella.
Es un claro ejemplo de por qué es impulsiva y medio agresiva, metiéndose en quilombos cada vez que puede, como si así pudiera evitar que la vuelvan a romper.
