Hice que girara la piedra del mechero con mi dedo pulgar y tiré el zippo al suelo. La llama se encendió a mis pies, y siguió su curso hasta llegar a la especie de cabaña, a la cual la novia de mi padre llama hogar. Me quedé observando la estampa, los colores naranjas, amarillos, rojos, azules... El olor de la madera al quemarse, el calor de aquella hoguera que calentaba mis huesos.... Cerré los ojos y sonreí disfrutando cada momento.
-Renee, ya hemos llegado.- oí decir a mi padre.
Abrí los ojos y me enfrenté con la desilusionadora realidad. Me había quedado dormida en el coche. Digamos que desde Toronto a California hay... Un corto viaje.- nótese el sarcasmo- Y allí estábamos, en Estados Unidos, borrón y cuenta nueva, ¿no? Desde que mi madre murió, este miembro de la sociedad a la que tengo que llamar padre, se encarga de mi, junto con la Barbie esa a la que hace llamar novia. Cogí el transportín de mi gata y bajé del coche. Caminamos através del jardín hasta llegar al extenso recibidor. Suspiré y entré detrás de la feliz pareja.
-¿Qué te parece la casa, cariño?- dijo mi padre pasando su brazo alrededor de mis hombros.
Me aparté.
-Pasable.- dije sin mostrar ningún sentimiento.
-Tu habitación está arriba, es verde oscuro, como a ti te gusta.
-Viva.- dije alargando la a con el mismo tono que antes.
Subí a la segunda planta y busqué mi habitación, después de un rato la encontré y abrí el trasportín de mi gata.
-Vamos Raven, ya llegamos a nuestra casa nueva.- dije cogiendo en brazos a mi gata- Tú también echas de menos Toronto, ¿verdad?- suspiré.
Raven se lamió la pata derecha.
-Ojalá mamá no se hubiera tomado todas aquellas pastillas...- dije antes de tirarme sobre la cama.
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American Psycho |Tate Langdon|
FanfictionNadie dijo que yo estuviera cuerda del todo.