prologo

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La brisa despeinaba aun más su alborotado cabello castaño. No hacía calor suficiente para usar el climatizador del coche, y prefería abrir las ventanillas y dejar que el aire templado del inminente final de la primavera entrase libremente. Llevaban mucho tiempo preparando aquel viaje; el asfixiante horario laboral de él y los estudios de ella, únicamente les había dejado disponible aquella semana que pensaban disfrutar al máximo, sus primeras vacaciones juntos después de su boda. Hermione miró a su marido que conducía con los cinco sentidos puestos en la carretera. Amaba a ese hombre por encima de todas las cosas. Adoraba como el viento encrespaba sin piedad su rojo cabello, y como él luchaba para no apartar las manos del volante cuando uno de sus mechones le daba directamente en el ojo. Nunca sospechó que aquel chico desgarbado y pecoso al que no soportaba a los once años iba a volverle el corazón gelatina cuando cumplió diecisiete. Fue en ese momento, en aquel instante en que sus labios se encontraron con los de él, cuando supo que Ron era el hombre de su vida, que nunca habría otro que pudiese ocupar su lugar. Por eso, aquella mañana de primeros de septiembre cuando él con voz tartamuda preso de los nervios y la impaciencia le pidió que fuese su esposa, ella no dudó ni un solo segundo y contestó con un sí tan rotundo, como que la Tierra es redonda.

Ron volvió a apartar otra vez el inquieto mechón de cabello rojizo de sus ojos, lo hizo con un leve movimiento de cabeza, y luego resopló fastidiado. No tenía buen carácter; era enfadadizo, terco y celoso, y aun así lo amaba. Tal vez si dejase de ser alguna de esas cosas no lo querría con tanta intensidad. Hermione miró al joven una vez mas, suspiró y luego dijo con voz dulce.

—¿Quieres que cierre la ventanilla?

Ron frunció el ceño, y la contempló solo un instante para volver a fijar la vista en la calzada. 

—No, la culpa es mía, debí cortarme el pelo antes del viaje.

Hermione sonrió, se mordió el labio y añadió.

—Es una suerte que no lo hicieses, sabes que me gusta así.

Notó como su esposo sonreía halagado con el comentario de ella, y apartó la vista del joven para observar el hermoso paisaje que se vislumbraba a través de la ventanilla abierta.

Escocia era un lugar hermoso, y su clima suave estaba haciendo muy agradable el viaje. Ron se había empecinado en visitar el lago Ness. Hermione era una chica práctica, y solo creía en aquello que veía; pero su esposo, que era mas dado a las fantasías, creía fervientemente que efectivamente había algún tipo de criatura mitológica o primitiva viviendo en las profundidades de aquel lago. 

Habían dejado atrás ya la ciudad de Glasgow donde pasaron un par de días visitándola, y ahora se dirigían sin parada hacia Highlands, lugar donde se encontraba el archiconocido lago, con su archifamoso monstruo supuestamente habitando en él. 

Eran las cuatro de la tarde, el agradable calorcillo del sol y la suave brisa que le acariciaba dócilmente en el rostro comenzaron a darle algo de sueño, así que se acomodó un poco en el cómodo asiento del copiloto, y decidió sucumbir a él durante un rato. Cerró los ojos, y pronto se vio invadida por el mágico mundo de los sueños en los que siempre había una figura presente, Ron.

No supo cuanto tiempo se había quedado dormida, pero sí en que momento despertó. Un brusco movimiento hizo que su mundo de sueños se desvaneciese por completo, y el grito desgarrado de Ron terminó por despertarla completamente.

—¡Maldita sea!

Un coche desconocido, el vehículo de algún desalmado se aproximaba a ellos circulando en sentido contrario en una autovía en la que solo había un sentido para la marcha. El kamikaze aumentaba la velocidad sin intención de desviarse. Ron aguantaba el tipo con las manos tensas aferradas al volante, sabía que si se desviaba hacia el otro carril, el suicida haría lo mismo. Era cuestión de esperar al último momento, realizar ese movimiento cuando el otro individuo no lo esperase. Hermione sintió el pánico recorrer sus venas. Miró a su esposo, que respiraba con dificultad, luego desvió aterrorizada la mirada hacia el coche que se abalanzaba sobre ellos. Solo era cuestión de segundos y todo habría terminado. 

—Te amo Ron.

Supo que debía hacerlo, algo le decía en su interior que debía pronunciar esa frase. El pelirrojo sin apartar la vista de la carretera, sonrió mientras decía con voz aterciopelada y tranquilizadora.

—No te preocupes Hermione, saldremos de ésta.

Lo que ocurrió después fue muy rápido. Ron dio un volantazo y esquivó magistralmente al coche que prácticamente les había embestido, pero el clima escocés es variable y húmedo, y la noche antes había llovido mucho por aquella zona. Los neumáticos del coche de Ron patinaron sobre el asfalto por la inercia de la velocidad, y el vehículo en el que ambos viajaban dio dos vueltas de campana para despeñarse después por una pendiente y estamparse finalmente contra un árbol. Hermione sintió un fuerte golpe en la cabeza, un agudo dolor y el sabor ferroso de la sangre le hizo entender que estaba mal herida. Quiso saber de él, quiso saber si Ron se encontraba bien. Pero todo se tornaba cada vez mas oscuro y frío, y volvía a tener sueño, mucho sueño.

—Ron…—musitó con voz débil.

No obtuvo respuesta, no escuchó nuevamente la voz tranquilizadora del hombre de su vida, y sus ojos se cerraron lentamente, volviendo de nuevo a caer en el mágico mundo de los sueños. Sueños que a partir de aquel día nunca dejarían de ser horribles pesadillas. 

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espero que les guste esta historia no es mia la encontre en la red y me gusto mucho espero que a ustedes tambien. es un dramione sin magia pero muy atrapante. gracias a la verdadera autora por escribirla que es  icecreammanrupert 

volver a empezar -draco y hermione-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora