Capítulo uno.

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Podía oír algunas voces en el fondo del pasillo, eran mis padres. Se les escuchaba discutir sobre mi comportamiento del otro día en el instituto, el director les avisó que mi actitud no era la correcta y que ya tenía bastantes partes, por decir que tenía treinta y dos estas dos semanas y eso era motivo de expulsión una serie de días.

-No aguanto más.- dijo mi madre.

Estaba harta del insituto, de todas las personas de mi ciudad, de mi hermana pequeña, estaba harta de todo.

-Vale, eso haremos.- dijo mi padre.

Oí cómo varios pasos que se acercaban a mi habitación y se paraban en la puerta y la abrían poco a poco.

-Lena, despiertate, tenemos que hablar.- dijeron mis padres encendiendo la luz

-Ah, que molesta en los ojos.-me quejé tapandome los ojos con la almohada.

-Lena que esto es importante.- gruñó mi madre.

Yo gruñi y me senté en mi cama, mirando cómo mi madre cogía una silla y se sentaba delante mía.

-He estado hablando con tu padre y hemos decidido mandarte a un internado.- dijo mi madre mirándome directamente a los ojos.

-¡¿QUÉ?!.-grité.

Tenía que estar de broma, cómo me iban a enviar a un internado, sin mis amigas, sin nadie que conozco.

-Te vas esta tarde.- dijo mi madre.

Mi madre dejo el folleto en la mesa y se fue a la cocina. Me levanté para ver cuál sería mi próximo "hogar".

-Dios mío, pero si esto es una cárcel.-susurré.

Mi padre entro con la maleta y me la dejo sobre la cama. No podía creer que me iban a llevar a muchos kilómetros de mi ciudad, lejos de la gente que conozco a una cárcel gris y con unos trajes de monja.

Ya eran casi las cinco y mi madre ya me había avisado de que nos íbamos a ir dentro de 10 minutos.

-Lena, vámonos ya que llegamos tarde.-dijo mi padre abriendo la puerta de casa para entrar al coche.

Entre al coche y me puse los auriculares, quería pasar de todo el mundo, de mis padres, del internado, de todo.

-Nobody, nobody...-canturreé bajito.

Noté cómo alguien tocaba mi hombro, era mi padre que me avisaba de que ya habíamos llegado al internado. Me bajé del coche y vi cómo aquel edificio grande de ladrillos marrones iba a ser mi nueva casa y mi nuevo instituto.

-Vaya que bonito.-dijo mi padre.

-Precioso.- dije con ironía.

Mi padre me acompañó a la entrada del edificio tan grande y se paró en la puerta.

-Lena, portate bien por favor.- me dijo mi padre y me dio un breve beso en la frente.

-Lo intentaré, te lo prometo.- susurré a mi padre.

Me decidí a entrar en el edificio, en el que tanto tiempo iba a ser mi nueva casa. Había varias chicas en el salón y otras subían unas grandes escaleras que había nada más entrar.

-Hola soy Muriel, la directora de este centro.-dijo una mujer aproximadamente de unos 60 años.

-Buenas soy Elena, pero me suelen llamar Lena.-respondí.

Muriel me indicó donde estaba mi habitación con la que compartía con una chica del internado.

-Habitación... 12...-susurré mirando a las puertas sin apartar la mirada.

-Ciudado.- susurró una voz grave.

-Cuidado tú.-le respondí.

Él sonrio lo que me dejo ver su sonrisa perfecta. Era un chico alto, moreno de piel y unos ojos marrones con unas grandes pestañas. También tenía varios tatuajes en los brazos que le hacía más sexy de lo que era.

-Soy Zayn.-dijo extendiendo la mano.

-Muy bien, me alegro.-dije apartándole del medio para poder continuar.

-Que estúpida eres.- susurró.

-¿Perdón?.-giré bruscamente y quedé a centímetros de él.

-Que eres una estúpida.-susurró mirándome.

-Y tú un patoso.- susurré.

Me giré y comencé a caminar por el pasillo.

-Es aquella habitación.-dijo Zayn señalando una puerta.

-Gracias.- gruñí.

Zayn sonrió y se fue caminando de una forma muy sexy.

Abrí la puerta y allí me encontré dos camas, en una de ellas había una chica con el pelo largo y ondulado y unos ojos azules, era guapísima.

-Hola soy Maddie.- me dijo ella dándome una sonrisa.

-Hola yo soy Lena.- respondí sonriendo.

-Eres nueva ¿no?.- preguntó Maddie.

Yo asentí y me senté en la cama. Maddie me ofreció enseñarme y yo acepté. Ella me contó que las chicas del internado era demasiado estúpidas y tenía razón, todas iban con tacones y con su brillo creyéndose que eran las reinas del internado.

-Y allí está la reina de las estúpidas, Carol.- dijo Maddie señalando a una rubia sentada al lado de un chico moreno.

-Espera, yo a ese chico lo conozco.- susurré.

-¿A Zayn?.- preguntó.

-Sí, esta mañana me he chocado con él, bueno, él se ha chocado conmigo.- gruñí.

-Todas las chicas están coladas por él, pero Carol no les deja acercarse a él, es 'suyo".- dijo Maddie haciendo comillas con los dedos.

-Creo que me espera una larga temporada en el internado.- dije sonriendo.

El internado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora