2. La Conexión

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Oxon


PEEPERS: CÓDIGO SECRETO

Clave de activación de desplazamiento.

La conexión debe ser permanente.

En caso de una inactividad de funcionamiento en las redes, la conexión del usurario pierde garantía.

La garantía tiene valor de un año.


Si me vieras en la calle, y me echaras el ojo, así por encima, sin mucho cuidado... un escaneo normal, escueto, de esos que comúnmente le haces a un desconocido; pensarías que soy un tipo normal, medio raro, medio extravagante, con pinta de tarado o algo por el estilo. O incluso podrías pensar que tengo dinero, por los pantalones de marca, que, aunque estén sucios, cargan buena pinta. Podrías pensar que parezco un tipo inteligente, quien sabe. Podrías pensar muchas cosas... pero, sin duda, jamás, nunca, pensarías que te acabas de cruzar con un tipo que guarda uno de los secretos más escalofriantes que oculta el gobierno.

Ese soy yo, el tipo del secreto.

Aún así, no soy la gran cosa. Desde pequeño me obsesionaron los números, las ecuaciones y los problemas informáticos, era bueno en eso, incluso aprendí a hackear cuentas con el tiempo. Hacía cosas ilegales durante mi adolescencia, pero nada grave, multas que podían pagarse con un par de transferencias digitales.

Mi padre sí que era un genio. Bueno, supongo que aún lo es, si todavía está vivo.

Xeon Leap, ése era mi padre, uno de los ingenieros informáticos más brillantes de la historia. Nunca me la llevé especialmente bien con él, por lo menos no durante mi adolescencia. Él era un tipo legal, nada que ver con mi forma de proceder, o al menos, eso era lo que yo creía...

Hasta la tarde en que murió, desapareció, o fue desplazado, como quieran verlo. Ese día llegó apurado al apartamento, hizo un par de movimientos con sus peep-glasses que alteraron los códigos del procesador de software de los míos. Cambió un par de cosas, quemó registros e historial de archivos en todas las computadoras. Y luego transfirió un mensaje a mi sistema de datos interno. Yo estaba paralizado, observándole fijamente cuando me dijo:

—Escapa a la dirección que acabo de enviarte y no hables con nadie de esto jamás. Mucho menos sobre lo que hallarás allá... ¡vete, ahora!

Y luego... bueno, esa es la parte de la historia que no me gusta recordar.

Me quedé viendo, temblando de miedo, como empezaba a gritar de sufrimiento y como sus oídos sangraban de dolor. ¿Qué hice? Pues exactamente lo que él me dijo: huir, correr al escondite que me había proporcionado, el escondite que guardaba todos los secretos informáticos que había logrado recolectar hasta entonces.

Sólo deben saber algo sobre este secreto: todos estamos realmente conectados, como dicen aquellos desgraciados, pero la conexión es literal, no figurativa. Y esta conexión es la de cada uno de nuestros usuarios a un sistema enorme de computación cuántica. Es decir, una tarjeta madre que guardaba los pensamientos y emociones de toda una zona de la ciudad en una Red unitaria: La zona D.

Esto era lo que yo sabía sobre Peepers, sobre el gobierno, e incluso sobre aquel gigantesco edificio dónde trabajaba mi padre.

¿Hice algo con eso?

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