Cuando la noche llegó, me dormí con aquel pensamiento en mente... conseguir el nombre de aquel extraño que dulcemente me atormentaba todas las noches...
El cielo pintaba sus tres colores típicos del atardecer; me encontraba sentada en uno de los columpios del parque, deleitandome con el hermoso regalo que el cielo pintaba para mi... la belleza de un atardecer.
Y entonces sentí que alguien me daba impulso, un leve impulso; no había necesidad de girarme para saber quién era, con oler su exquisito perfume bastaba para concluir que era él.
-¿Cómo apareciste?-pregunté tratando de controlar mis ganas de volverme hacía el.
Alcanzé a escuchar cómo soltó una delicada risita.
-¿Acaso eso importa? Siempre lo hago.
Su aterciopelada voz pareció una perfecta melodía entonada en mis oidos.
-¿Quién eres?
-Estoy más cerca de tí de lo que tú crees...
-¡Maldición! ¿Quieres darme una respuesta concreta?
-Oye, ¿qué dijo Sebastián acerca de las maldiciones?-su voz seguía siendo tan suave a pesar de que la mía se había elevado un poco-Porqué no lo cambias por algo más... sencillo.
-Si no me vas a decir quién eres, ¿podrías al menos darme un nombre?
-Sí que eres insistente ¿no?
Otra de sus risas estalló delicadamente en mis oidos, mientras seguía dándole un leve impulso a la silla metálica que me columpiaba.
Sentí cómo se acercó a mi oído, y entoces susurró.
-Me llamo Alberto
Me giré rapidamente, esperando que por la nula distancia alcanzara a mirarle...
Y el horrible pitido del timbre empezó a sonar en mi cabeza, alguien llamaba a mi puerta.
Me levanté a regañadientes y bajé con desgana por las escaleras tomando mi cabeza con una de mis manos para intentar aplacar mi desordenado cabello.
-¿sebas?-dije al ver su cabello alumbrados por el encandilante sol que me obligó a cerrar los ojos.
-¿Estabas dormida?-masculló introduciendose a mi casa-¡Son las nueve de la mañana!-agregó escandalizado y en tono de burla.
-Es domingo Sebastián -me encogí de hombros mientras cerraba la blanca puerta de la entrada.
-Bueno, y ¿estás lista?
-¿Lista para qué?
-¡Para buscar a tu chico!-musitó como si fuese obvio.
-¿Ahora? ¿Ya? ¡Pero hay mucho tiempo aún!
-Nunca subestimes el tiempo _____; así que vamos, anda a cambiarte, no querrás salir ne pijama ¿cierto?-enarcó una ceja.
Puse los ojos en blanco y me volví hacia las escaleras, Sebastián iba detrás de mí.
Busqué entre mi desordenado armario una falda de mezclilla con un poco de volumen que llegaba a media rodilla; y una blusa de manga corta, de esas que parecen que llevas un chaleco encima, en tono violeta.
Me giré a ver a Sebastián quien se encontraba sentado en la cama.
-Te volteas, ¿por favor?
El se paró y fue a vacilar con las cosas que tenía en mi escritorio
No me incomodaba cambiarme en una habitación en donde Sebastián estuviera; es mi mejor amigo, me ha visto en sólo dos prendas... pero a pesar de eso; el respeto es algo que nunca deja de lado.
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Just A Dream - Mario Bautista.
FanfictionAmor... es una palabra que en mi diccionario no existe. Después de 3 años aún no hallaba la manera desintoxicarme del pasado, un pasado que ni por la fortuna del planeta tenía pensado volver a repetir. ¿enamorarme de nuevo?¿Y eso para que? la primer...