Un pequeño reencuentro [parte II]

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- ¿Esa es mi camiseta? -la señala con su dedo índice y la mira confundido y creo que algo sorprendido. Asiento.- ¿Qué carajos estás haciendo con ella? -espeta.

Ya empezamos de nuevo con su gruñón estado.

- Tu mamá me la ha prestado -digo sin alterar mi voz. Yo si sé comportarme.

- ¿Para qué? -vuelve a preguntar molesto.

- Para vestirme -digo obvia y retengo una risilla al ver su expresión de pocos amigos, claramente no le gustó mi tonta pero divertida respuesta. Ruedo los ojos en mi mente.- mi blusa se ha hecho un desastre así que tu madre me prestó ésta -digo brevemente pellizcandola, no me gusta dar largas explicaciones.

Suelta un bufido dando por vencido sus palabras. Y vuelve a mirar hacia el frente.

- Cuando vivía acá a lado -señalo aunque seguramente él no me ha visto- me quedaba mirando a la pared del comedor imaginándome que mis ojos eran unos potentes rayos láser que podrían hacer un agujero y así introducirme a la casa de Sharon -le cuento.

Al principio parece analizar mi pequeño relato y luego vuelve a voltearse hacia mi, mirándome peor que como si fuera un extraterrestre.

- ¿Qué? -le digo a la defensiva-. De niña era un freaky con todo eso de los súper poderes.

Adri suelta una carcajada mientras sacude de un lado a otro su cabeza, tarda unos segundos en recuperarse y cuando lo hace, levanta nuevamente su mirada en donde ahora veo un brillo excepcional en sus ojos.

- ¿Quieres algo de comer? -pregunta repentinamente con un agradable cambio de voz.

- La verdad es que si -respondo asintiendo.

Se levanta y me hace una seña para que lo siga. Cruzamos el comedor y aún asi nuestras madres no se desenfrascaron de su plática, llegamos a la cocina donde aún podemos estar a la vista de ellas pero lo dudo mucho, ni con un terremoto ellas dejarían de platicar.

Él abre la puerta de uno de los armarios y después voltea a verme.

- ¿Te gustaría un sándwich de queso asado?

- Ese sándwich es la gloria. Por supuesto que quiero uno. -asiento. Y él vuelve a reír.

La verdad es que "Adrián el risueño" se ve mucho más apuesto que el "Adrián el señor amargado".
Atrae mucho más.

Mientras preparamos nuestros deliciosos sándwiches de queso y jamón asado, hablamos tranquilamente de temas randoms hasta que él saca la conversación de un videojuego llamado Halo: Reach y de ahí comenzamos a nombrar y calificar varios juegos y me sorprendo cuando él me invita a jugar con su consola. Acepto.

- Tengo la intuición de que podremos hacer un maratón de videojuegos -bromea refiriéndose a nuestras mamás que no se les ha acabado la saliva para hablar.

- Igual yo -concuerdo y él me guía hasta su habitación donde se encuentra la consola.

Si Adrián hubiera sido un chico de la preparatoria o que no llevo tanto tiempo en conocerlo, a mi mamá se le prendería el sensor de "madre en alerta" aunque estuviera muy absorta en sus asuntos.
A ella le incomodaba que yo estuviera a solas en la habitación de un chico.

Un pequeño reencuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora