Falsas expectativas

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Era un día cegador de verano, y yo estaba disfrutando del sol en el chalet de un amigo. Se respiraba tranquilidad y sosiego en la hamaca, ya que él había salido un momento a buscar a unas amigas que pasarían parte del día con nosotros.

Un ruido sordo y metálico se escuchó.- Ya están ahí.- Pensé. Pablo se dejó ver con dos chicas. La que me llamó la atención era rubia, de mediana estatura, ojos marrones y delgada. Su amiga era bajita, rechoncha y bastante divertida, por cierto.- Carlos, esta es Chloe y Marta. Mi corazón comenzó a acelerarse, pues a pesar de ser joven no tenía la costumbre de tratar con chicas. Era un "pringao".

- Ho-hola.- dije en voz baja tartamudeando. Marta, la chica rechoncha, parecía muy habladora pero no era ella la que me aceleraba el pulso, era Chloe, que aún guardaba silencio mientras me miraba fijamente como un gato cuando escucha pasos humanos.

Comencé a ganarle la batalla a la timidez, pues mis labios comenzaron a hablar aunque no con ella, sino con mi amigo. Dije algo gracioso, ¡Y ella se rió! Ahora habíamos tomado el color de un tomate. Le gusto, y ella me gusta...

Al cabo de un rato nos despedimos, pues se tenía que ir. Mi amigo sonrió.

- Creo que le has gustado a Chloe. 

¡No eran sospechas mías! ¡Él también lo había visto! así que sonreí y asentí con la cabeza.

- A mí también me gusta, me parece muy atractiva. 

Mi amigo se llevó la mano al pelo y se lo agitó un poco.- Pues ya sabes... lánzate.- Ojalá fuera tan fácil. Al día siguiente me iba de vacaciones, y yo no era un chico como mi amigo, sino que era más bien tímido y con falta de iniciativa. Miré hacia el suelo y pensé una vida maravillosa con ella... y entonces caí de bruces en la realidad.

- Ya sabes que mañana me voy a Londres para aprender inglés...- dije suspirando.

- Pues cuando vuelvas, yo me encargaré de mantenerte informado de lo que me vaya comentando. Dijo mi amigo Carlos.

- ¿De veras? ¿Te encargarás de hablarle bien de mí y de sacarle "información"?.- dije emocionado.- Entonces está hecho.

Estuve todas las vacaciones dándole vueltas, la logré encontrar en el facebook, pero no lograba saber qué escribirle. Quería hablar con ella, la tenía ahí delante en mi pantalla, aunque en ese momento me encontrara a muchos kilómetros de ella. 

Mi amigo me comentó que tras varios días de ausencia en su casa, Chloe le había preguntado que dónde estaba yo. Al recordar esto me volvieron a subir los colores, y se me volvió a acelerar el corazón. La imagen inevitable de nosotros besándonos me hacía sentir unas estupendas mariposas en el estómago. Entonces escribí con mucho cuidado una petición de amistad y un mensaje.

A la vuelta de mis vacaciones, tras dos semanas más, no había tenido respuesta a mi mensaje ni a mi solicitud de amistad. Simplemente no lo habrá leído, no se conectará mucho...- pensé de nuevo con confianza. A los pocos días vi a Carlos, y me dijo que no había vuelto a saber nada de Chloe, que la veía por la calle y le saludaba, pero nada más. Le había comentado su amiga que yo le había hecho algo muy gordo y que Chloe no quería saber nada de mí, así que, incrédulo, escribí un mensaje a Marta. La respuesta fue la misma.

Así fue mi primer amor platónico. Nunca entendí por qué se enfadó conmigo ni qué fue lo que le hice estando a miles de kilómetros de ella, y creo que nunca lo entenderé.

Seductores, Seducidos y SeducientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora