01. Everything has change

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La maldita alarma del celular podría sonar y sonar por horas pero Annabeth no se levantaría, meses antes Annie era la alumna perfecta, jamas había faltado a una clase, siempre puntual, siempre lista. Pero luego de los últimos acontesimientos ya no quería ir mas al liceo, ya no había nada que la ayudara a levantarse, quien lo diría luego de seis años la alumna prodigio se derrumbaría, junto a sus notas. Los profesores ya lo sabían, Wester High era una institución muy pequeña donde todos se conocían, no era muy difícil qué los chismes volaran. Ya todos estaban enterados de la ruptura de el chico insufrible del THDA y la niña prodigio, para algunos una total satisfacción ya que veían a Annie como una chica diferente, demasiado para Percy, ella quería cambiar el mundo, mil y un ideas llenas de esperanza y revolución, con ansias de conocer, crecer y superarse. Él, un total imbécil, a pesar de ser mayor que ella, se mostraba inmaduro, no le gustaba el estudio, si fuese por el pasaria todo el dia tirado en su cama con la netbook viendo... Nada ibteresante. Si seria diferente a Annie, quien buscaba millones de oportunidades, muy interesada en estudiar turismo, psicologia, pedagogia, filosofía, sin olvidar su gran meta, la arquitectura, ese era el sueño de Annabeth ser arquitecta pero tuvo que dejarlo como un simple sueño ya que muchos le dijeron que seria mejor asi, Annie no quería un simple trabajo qué le diese dinero, ella quería satisfacción y felicidad. Al contrario de Percy obvio quien no quería saber nada con una carrera universitaria por eso la carrera que había elegido para seguir no le interesaba, solo la consideraba un sustento para su vida nada mas que eso, no buscaba ni felicidad, ni avanzar, solo vivir.

Annabeth seguía sin prestar mucha atención a la alarma de su celular hasta que ya casi era hora de irse, quería ir al West High esa mañana? No, pero no tenía otra opción, se levanto fue al baño y al observarse en el espejo no le gusto lo que vio, allí estaba ella reflejada, pero no era la Annie llena de vida que jamas paraba de reír y contagiaba su felicidad, en cambio en el espejo se podia ver a una chica onerosa, pálida y sin sonrisa. Era lunes, el primer día luego de las vacaciones de invierno, esas horribles vacaciones de invierno en las cuales había terminado de romperse lo poco que quedaba del amor que Percy y Annabeth se tenían. Al cabo de 15 minutos Annie estuvo lista, salió de su casa rumbo a lo de su amiga Piper, para luego ir juntas a West High. Aunque Piper no dijo nada notaba lo decaída qué Annabeth se encontraba, la veía indefensa y eso le dolía, sentía que la Annie poderosa, llena de vida y sueños se había esfumado.
Al llegar a West High Annabeth fue directo a su casillero, saco los libros para ese día y se dirijo al salon de clases, el último lugar donde quería estar. Apenas entro vio todo eso que no quería ver, ese grupo de señoritas indeseables riéndose a carcajadas, sobreactuado y gritando solo para que Annabeth escuchara lo bien que la habían pasado ese fin de semana, ni que a Annie le importara, pero ellas creían que si, se pensaban que eran tan hermosas y perfectas que eran el centro del universo, que equivocadas estaban. Annie siguio directo a su asiento, el primero de la fila, sola ya que Piper no era la clase de chica que se sentaba adelante, en siertas clases las cuales le parecian aburridas Piper prefería pasársela dibujando o cosas asi y en la primera fila junto a Annabeth no podría hacerlo.
La clase comenzó, Annabeth no lograba concentrarse con las charlas del grupito del fondo, "malditas niñas" pensó, mientras comenzaba a jugar con uno de sus mechones de cabello rubio. Se sintió la puerta, Annabeth no quiso mirar, ya qué sabia quien era, luego de conocer a sus nuevas amigas había tomado la costumbre de llegar tarde a clases o de ni asistir a ellas. El profesor le dio permiso a entrar, aunque Annabeth no quería mirar, le ganó la curiosidad, allí estaba, llevaba casi dos semanas sin verlo, sus hermosos ojos verdes y ese desordenado cabello negro azabache el cual solía despeinar con su mano cada vez qué se acordaba, entro al salón y paso directo al fondo, sin mirarla en ningún momento, como si ella no existiera, como si la chica rubia de ojos grises sentada al frente fuese una mas y no la mujer a la que le había jurado nunca dejarla sola.

To be HonestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora