Puede llegar a asombrar la rapidez con la que alguien puede irse de esta vida, así, de un momento a otro. Y sorprende cuando el suicida llega a nuestro día, cuando quien se dispara la bala era alguien conocido, cuando lo que veíamos como remoto pasa a ser cercano. ¿Cuanto dolor tiene que estar soportando alguien para llegar al suicidio? ¿Que tan horrible puede ser una vida para que la persona quiera quitársela? Son tantas preguntas