Me sonríes y, me matas.
Me lloras, y me matas.
Enero, febrero, agosto, diciembre, los meses pasan sin que pase el tiempo.
Es como si me reloj estuviera roto, paralizado por siempre.
Desde ese momento en el que tu y tu sonrisa, me abandonaron.
Ya no estoy, ya no vivo.
Ya no existo.
Nadie se ha dado cuenta de que ya no soy la de antes.
Ninguna preocupación, ningún desorden por mi.
Pasan los años, y mi antigua sonrisa se quedo en el pasado.
Ya no hay esbozo de ella en mi rostro.
Solo marcas de lagrimas secas.
Ya no caen mas, desde hace tiempo.
Descubrí que las palabras eran falsas.
Te quiero.
Te quiero hacer daño.
Me decías, yo te creía, la frase inacabada.
Y es que nunca te enseñaron, que no se habla con la boca llena.
Y menos llena de mentiras.
Necesito sonreír.
Pero cada vez que lo intento,
es un intento fallido.Aveces paseo por nuestra orilla.
Y empiezo a llorar, me siento acompañada.
Las olas que acarician mis pies.
Son las que difuminan mis llantos.
Y, entonces no me siento sola.
Te llevaste todo lo que era mio.
Ya no tengo ni a un mínimo amigo.
Y tampoco conozco a gente.
Tengo miedo a volver a confiar.
Tengo miedo a volver a fallarle a alguien.
Tengo miedo a escaparme de este pozo.
Y mas tarde, volver a caer.
Todas las ilusiones que me diste.
Se las llevo el viento.
Igual que mis ganas de vivir
Igual que la bala que estoy apunto de disparar.
Es que ya no tengo ni ganas.
Ni ganas de irme, y menos de quedarme.
Nadie conocerá mi viejo yo.
Cogeré mi avión.
De mis sueños sin cumplir.
E intentare hacer borrón y cuenta nueva.
Ese sera mi nuevo destino.
Mis sueños.
Y mi meta.
Sera sonreír, de nuevo.
Porque no hay limites.
Difícil, no imposible.
Adiós.
Juro, no regresar a este yo.
Me despido.
Hasta nunca.
Antiguo yo.