Capítulo tres

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-¿Qué estás haciendo con eso?-dijo la señora Sanders entrando a la habitación.

Mierda. Eso no se veía bien.

-Yo solo...¿limpiaba? -esperaba que sonara más convincente, la verdad.

-¿Acaso estabas robando? -me señaló con su dedo índice de manera acusadora- ¡Mike!

-¿Qué paso? -dijo el susodicho asomándose por la puerta.

-Atrapé a esta mocosa intentando robarte.

-¿Cómo dices?

Genial, ahora eran dos.

-Yo no...Sólo estaba ordenando el cajón y... vi el reloj y me parecío familiar y...solo lo miraba -intenté explicar a la vez que dejaba él objeto en su lugar-, lo juro.

-No te creo -dijo la señora.

-Tampoco yo -agregó el hombre.

En ese momento, llegó Pierce.

-¿Qué pasa? -preguntó confundido mientras me miraba. Yo miré al suelo, avergonzada. Pero luego de pensarlo por un instante me dí cuenta de que no tenía por qué. Yo era inocente. Así que levanté la viste, me aclaré la garganta y dije:

-Tus padres me están acusando de ladrona, y no lo soy. Creen que me estaba robando este reloj cuando sólo lo miraba -dije segura-. Lo juro como que me llamo Kimberly Stevens.

En el momento en el que dije mi nombre vi como el rostro del señor Sanders se descompuso.

-Pues entonces no veo cuál es el problema -dijo Pierce-. Si ella dice que sólo lo miraba, yo le creo.

-¿Qué dices Pierce?¿Estás loc...?-comenzó a decir alterada su madre, pero se calló en el momento que Mike dijo:

-Pensaremos que vamos hacer contigo -dijo notablemente nervioso-. Vamos cielo, tengo que hablarte.

Y sin más tomó a su esposa del brazo y la sacó de la oficina cerrando la puerta detrás de él.

Bufé y llevé mis manos a mi rostro. Pierce se acercó unos pasos.

-Genial, mi segundo día de trabajo y ya me van a despedir. Debe ser un récord.

-Tranquila -dijo-. Conservarás tu trabajo.

-Espero -sonreí forzosamente.

Unos minutos más tarde los padres del rubio entraron de nuevo. Ahora la señora tenía la misma cara que Mike antes de salir. ¿Qué les pasa? Sino entendí mal yo soy la que va a ser despedida injustamente, por lo tanto yo debería estar nerviosa. No ellos.

El señor se sentó en su silla y dijo:

-Lo hablé con Marta y acordamos darte una oportunidad. Creemos en tu palabra -hizo una pausa -. Pero -me señaló-, que no vuelva a pasar.

¿En serio?

-¿En serio? -abrí mis ojos como platos.

-Sí. Ya puedes continuar con tu trabajo.

Salí de allí y continué con mis tareas.

El resto del día pasó tranquilo.
Limpieza, jardinería, bla,bla,bla.
Cuando se hicieron las cuatro de la tarde, dejé mi uniforme en el cuarto de limpieza.

-Adiós Jane -me despedí de la cocinera y salí de la casa.

Caminé unas cuadras escuchando música con mi viejo mp3 tranquilamente.Hasta que en mi campo visual vi algo que me hizo pararme en seco. Lo vi a él. Mi odioso ex-novio estaba manoseándose con una castaña en la esquina de mi casa. Caradura. Aunque no me sorprende, no después de todo lo que me hizo. Mi corazón se aceleró y me puse la capucha para pasar desapercibida.
Él había vuelto a la ciudad.

Te amo, pero te odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora