Todos tenemos un psicópata dentro

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La persona que me diga que jamás pero jamás pensó alguna vez en apuñalar a a una rubia descerebrada que detesta con todas las fuerzas de su ser, arrancarle uno a uno los dientes con una pinza, hundirle los dedos en esos ojos de bruja mal nacida y descuartizarla en pequeños pedazos para que la muy desgraciada no vuelva a molestarnos y mucho menos a reproducirse y acto seguido deshacerse de toda evidencia para que la policía no nos atrape….está mintiendo. El ejemplo es meramente ilustrativo, no piensen mal de mí…bueno mejor dicho no piensen mal de mí aún. Soy una persona muy paciente, dulce y tierna, amorosa… pero hay situaciones y personas que me pueden transformar en una psicópata en cuestión de segundos. Una de esas situaciones que me vuelve absoluta y completamente desquiciada es cuando voy en medio de un mar de gente, apurada y con el tiempo justo para llegar a mi destino, cuando de repente se me cruza por delante una pareja de enamorados que pasean de la manito muy tierna y tranquilamente en su mundo de corazones rosados, mariposas y arcoíris dándose tiernos piquitos y mirándose embobados ¡como los odioooooooooo!!! En ese momento sale la psicópata que hay en mí y en pocos segundos mi mente trabaja a mil y ya piensa como matarlos lenta y dolorosamente por haberme hecho perder el tiempo!!!

Ustedes dirán bueno por qué no me corro y paso por un costado para evitar el obstáculo…pues por el simple motivo que por los costados vienen cientos de personas que te llevan por delante, otros que se paran a mirar vidrieras obstruyendo el paso (a los cuales también mataría) o madres con sus cochecitos que van mirando para cualquier lado y te pisotean los pies con el carrito. Toda esta odisea hace que la vena de mi frente comience a hincharse como si fuera a estallar hasta que de repente…veo una luz, la salvación. Alguien por descuido ha dejado un hueco, un pequeño lugar por el que puedo escabullirme, acelero el paso sin quitar mi vista de ese punto, siento que todos alrededor desaparecen (menos la parejita que me saca de quicio y aprovecho la confusión para pasar y darle un empujón a uno de los dos mientras digo para mis adentros ¡toma! Eso por no dejarme pasar) siento regocijo en mi interior pues al fin logré salir del embotellamiento humano y mientras por poco le arranco el brazo al novio de la chica, me giro y con mi mejor sonrisa le digo: oh perdón, no ha sido mi intención, mientras pienso: ¡¡¡mentira Siii si era mi intención, debería haberte arrancado el brazo así habría más espacio para los demás, baboso!!!

 No suelo ser así a menudo, soy una persona muy sociable, simpática, educada y sobre todo muy respetuosa con los demás. Sólo tengo un defecto: soy un poquitito impaciente pero apenitas nomás, sucede que me gusta que las cosas se hagan rápido, no me gusta esperar demasiado y mucho menos cuando estoy circulando por la calle…eso me recuerda otra anécdota callejera, esta vez iba en compañía de una amiga. Veníamos caminando por la vereda, era angosta y adelante iban algunas personas y ¿a que no adivinan como caminaban esas personas?…sí lento!!!! (suspiro y continúo) bueno la cosa es que de repente sentí el cambio en mi interior, me temblaban las manos, mis pupilas dilatadas, la mandíbula apretada…casi se podía oír el rechinar de dientes ¿y todo por qué? porque algún ser humano había osado cruzarse en mi camino y no solo eso sino entorpecer mi paso. Ya no prestaba atención a la charla con mi amiga, solo movía mi cuello de un lado a otro midiendo el camino para ver si podía escabullirme por algún lado, en mi mente aparecían toda clase de improperios, ya me imaginaba dándole carterazos a los transeúntes hasta que finalmente salieron algunas palabras de mi boca y le dije a mi amiga cuánto detestaba a la gente lenta. En ese momento no reparé en la mirada que me dirigió, yo sólo quería pasar!!!! Déjenme pasarrr!!!

Finalmente salimos del embrollo, seguimos caminando y poco a poco mi demonio interior se fue aplacando, todo volvía a la normalidad ya me sentía buena otra vez, entonces mi amiga me mira y me pregunta: ¿notaste que el señor que iba adelante tenía dificultades para caminar? “oh rayos”, pensé…evidentemente no lo había notado porque estaba muy ocupada planeando un asesinato para poder caminar a mis anchas. Jamás en mi vida desee tanto ser tragada por la tierra o que algún ovni me abdujera en ese preciso momento.

¿Moraleja? Ahora miro mejor a las personas que van delante mío y si tienen algún problema motriz o son ancianos…les perdono la vida.

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