Capítulo II Ciertamente

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Al abrir sus ojos, se dio cuenta que estaba en su cama, pero sola, así que se sentó un buen rato en la orilla de la misma tratando de descifrar lo que sabía había sido cierto, y no un simple sueño. Más decidida que nunca, se levantó y llegó hasta el cuarto siguiente, al que había entrado antes. Entró en él sin miedo, pues la luz estaba encendida, pero nada fuera de lo habitual encontró, así que como desconcertada se sentó en el amplio sofá que estaba en el rincón y, luego con la mirada fija en el ventanal acomodó sus piernas sobre el mismo. Una suave y delicada mano se posó en su hombro, pero no se asustó, pues le era familiar. En efecto, más que familiar era la de su madre, la cual se sentó a su lado y la recostó a su pecho como siempre lo hacía. Dio un gran suspiro y, con él se apoderaba de nuevo de su aroma, uno inconfundible que añoraba volver a sentir, para no sentirse sola. A pesar de estar rodeada de muchos amores, siempre se sentía así, sola.

A su mente vino entonces, el recuerdo del temor a la muerte. Claro, es lógico, siempre tememos a lo que desconocemos, y ella de pequeña siempre se imaginaba lo que sería el que sus padres se fueran para siempre e incluso, hasta ella contenía la respiración para sentir lo que era no respirar, y aterrada volvía a tomar el aire cuando sentía que ya no daba más. Así sentía ella, que sus padres sufrirían al momento de morirse y una gran tristeza la embargaba. Para ella la muerte, era cruel e injusta, ya que la separaba a sus seres amados. Pero justo en este momento que vivía, en el que sabía que su madre ya no estaba con ella físicamente, nada se comparaba con la dicha de tener de nuevo la oportunidad de estar con ella acurrucada, sintiéndose acompañada de verdad, aunque fuera en sueños.

Su olor era tal cual como lo recordaba, y sentir su calor de madre le infundía un ánimo inexplicable, era como recargar sus baterías. Sus dedos jugaban en sus cabellos, esa suavidad y tersura que tanto le gustaba sentir, parecía que todos sus sentidos se reencontraban con su origen y se volvían uno solo junto a ella. Pero como todo sueño, había que despertar aunque no se quiera, así que con un ¡te amo mamita!, y el reflejo de una mirada brillante y llena de amor, quedo nuevamente sola en el amplio sofá y con la mirada puesta hacia la puerta, hasta donde sin darse cuenta llegó para apagar la luz y cerrarla con delicadeza.

Esta vez, la decisión de buscar la otra puerta fue de ella, ya más centrada en la idea de que algo le querían mostrar, pero sin entender quién. Con firmeza y determinación se encontró de frente con un momento confuso, y con razón pues se encontró con una avenida amplia y muy oscura, notó lo obvio, era de noche y camino llevando consigo una pequeña bolsa que albergaba una medicina que había sido conseguida con mucho sacrificio, y de repente creyendo que cruzaba correctamente, su sentido fue confundido por una mala pasada de la mente que dejo su estado de alerta y se desorientó. El autor de su creación, sin percatarse, la detuvo en el instante exacto, parecieron largos minutos, pero en realidad fueron segundos, el momento en el que se encontró estática en medio de caudales de carros que le pasaron por delante y por detrás. Sus oídos se ensordecieron, solo sentía zumbidos de abejas gigantes a su alrededor, y largos trazos de luz ante sus ojos.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2015 ⏰

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