Capitulo 3

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El sábado decidimos salir toda la clase junta de fiesta. Yo, por ejemplo, no bebo, ni Guille, pero hay gente de mi clase que sí.

Me puse bastante mona y Guille vino en busca de mí. Fuimos andando a la parada del autobús de la calle de en frente. Ahí quedamos todos para ir a una discoteca en la que trabajaba la hermana de Petter.

Sobre las 11 de la noche ya estábamos de vuelta. La verdad es que nadie iba sobrepasado de alcohol. Y lo pasamos bastante bien.

Nos quedamos en un parque grande de al lado de mi casa. Nos sentamos todos en un banco. Algo apretados. Algunos también en el suelo.

Apareció Petter con un par de botellas de alcohol. Nos ofreció. Yo me negué. Guille aceptó y eso no me gustó mucho, la verdad. No me gusta que mis parejas beban. Simplemente por el echo de que creo que somos muy jóvenes como para pillarnos pedos. Pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Algunos más empezaron a beber también. Sentía que una mirada atravesaba mi mente, no dejaba de observarme durante unos minutos. Era la de Jesús. Creo que se dió cuenta de que no me gustaba la situación de Guille, me conoce muy bien.

Él empezó a sobrepasarse de alcohol y eso no me gustó para nada.

-Paula, cariño, que buena estás-dijo Guille sin casi poder hablar y con un tono que no me gustó para nada.

-Anda, Campra, deja de beber y vámonos. Hoy duermes en mi casa, avisaré a tu madre-no sabía que hacer con él y pensé en lo mejor en ese momento, y así su madre no se preocupaba del estado de su hijo y se evitaría un disgusto. No se si fue lo correcto, pero me salió actuar así.

-Si yo no estoy bebido.

-Vámonos, no puedes ni con tu alma.

Íbamos camino de mi casa cuando me descuidé, me giré y vi a Guille tirado en el suelo. Al parecer, tropezó con algo y no me enteré. Le intenté levantar pero de la risa no podía, se me iban las fuerzas. Conseguí levantarlo y llegamos a mi casa. Mandé un mensaje a su madre y ella aceptó.

Subimos a mi habitación. Le metí en mi cama y yo me puse a su lado. Se quedó medio dormido, pero empecé a hablarle sin siquiera esperar su respuesta.

-Sabes que desde que empezamos soy mas feliz, llegaste en el peor momento y lo convertiste en el mejor y que no quiero que te separes nunca de mi, pero esto de que bebas no me gusta nada. Ya se que estas borracho, no hay duda, pero si mañana cuando te despiertes recuerdas algo, te querré hasta el fin de mis días. Tampoco es eso, pero se que me escuchas, que no puedes pasar ni un minuto sin mi, que si yo ahora te dejo, pongo la mano en el fuego de que tu no me dejarías ni arrimarme a las llamas por si me pasa algo, siempre me tienes protegida. A tu lado siento la mayor seguridad del mundo. De verdad, Guillermo, si tu te vas, yo no sabría que hacer... Si... Llorar hasta quedarme seca o... Luchar por ti hasta quemarme. Pero se que ese momento quizás tarde demasiado en llegar o quizás ni llegue. Sabes que sin ti no podría vivir, sentiría un gran vacío por mis adentros. Me demuestras mucho cada día que paso a tu lado, con tus besos, tus abrazos, tus muestras de cariño hacia mi y a mis seres queridos. Cuando mi hermano se quedó ingresado en el hospital y yo me quedé a dormir con él, me acuerdo que a las tres de la mañana aparecistes a hacernos compañía y me dijistes 'cariño, hay que ser fuerte y estoy seguro de que va a salir de esta', nos agarraste de la mano, en ese momento no lloré, pero cuando te diste la vuelta comencé a llorar como una magdalena, Rober se giró hacia mi desde la camilla como pudo y me dijo 'este chico te va a hacer muy feliz'. Campra, Guillermo Campra, mi marido, al hombre al que mas quiero, al que le daría la vida si hace falta. Te quiero-mientras le hablaba agarrada de su mano, lloraba.

Estiré bien la sábana, y la manta la eché al suelo. Hacía mucho calor, pero sin algo por encima no puedo dormir. Se me derramó otra lágrima por la mejilla, me la sequé y me quedé dormida.

Noté una caricia en mi rostro sobre las cuatro y media de la madrugada y una voz que me decía 'yo también te quiero mi vida'. Los ojos se me iban abriendo. Guille estaba reclinado hacia mi con una mano bajo su cabeza y la otra en mi rostro, con una de las piernas estiradas y otra encima de mi y, sobretodo, vi algo que cada vez que mis ojos lo retransmitían me hacia mas feliz aún, era su gran sonrisa. Borré su sonrisa por unos segundos, al besarle. Apoyé la cabeza en su torso y volví a coger el sueño.

Nada de esto. [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora