Él...

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Dolía, mirarlo dolía... como si un millón de alfileres pequeños se incrustaran al mismo tiempo en el que mi mirada se clavaba en su silueta, mientras miles de mariposas bailaban break dance a un ritmo horroroso y descoordinado dentro de mi estómago haciendo que pierda el control, mis piernas temblaban como un par de fideos recien cocidos.
En eso pensaba mientras lo veía dormir, tenía los brazos cruzados sobre la carpeta y su cabello castaño muy alborotado, el sol caía sobre su rostro y eso no parecía molestarle en lo más minimo, él era así, dando una imagen siempre despreocupada, el típico chico genial de la escuela.
El día en que lo vi por primera vez el cielo estaba nublado, acababa de ser transferida del colegio femenino en el que habia estudiado por más de siete años.
_Vas retrasada_ gritó mi madre desde el primer piso_ Acaba con ese cabello ya.

Yo seguía con la mirada fija en el espejo tratando de hacer lo imposible con mi inútil peinado. Los pasos de mi madre se oyeron en la habitación.

_Rachel es hora

Miré una vez más mi torcida trenza y la deshice rapidamente para recoger mi cabello en una coleta.

_Creo que así se ve bien
_¿Lo dices en serio?_ torcí el gesto
_Sí, tengo una hija guapa
_Yo no diría lo mismo_ dije colocandome las gafas_¿Estás segura de que debo ir hoy?
_Es el primer día de clases Rachel, claro que debes ir_dijo cruzandose de brazos_Nueva escuela¿No te emocionas?
_Por supuesto, mira como salto en un pie
_¿Es tan malo?

La miré implorante con los ojitos de gatito triste que la derretían

_Un no es un no jovencita

Me encojí de hombros, hace mucho que los ojitos de gatito no surtían efecto en ella.

_Rachel iré por un taxi ahora.

Era el fin.
Bien, nunca fui una chica muy social que digamos, el concepto de popularidad no se me daba muy bien y pues hacer amigos tampoco, siempre fui un tanto nerd e introvertida, pero preferiría llamarlo dificultad para expresarme, soy bastante tímida y lo reconozco. Ahora mismo iba en un taxi de camino al primer colegio mixto que pisaría en mi vida, era el último año de la secundaria: un maravilloso momento para cambiar de colegio ¿Por qué fui transferida? Interesante pregunta, pues mi madre y sus charlas de la eficiencia de los colegios preuniversitarios les puede dar una idea. Además, dice que lo mejor para mí sería acostumbrarme a un mundo donde además de existir chicas, hay chicos. No la contradigo, sé que quiere lo mejor y debería estar muy feliz, la mayoría de las chicas que solían estudiar conmigo se habían transferido a colegios mixtos en busca del amor y todo ese blablabla que me tenía cansada ¿Amor? Como si pudiera soñar apenas con eso, en este momento solo temblaba de miedo por lo que pasaría ¿Cómo me presentaría?¿Y si me perdía buscando mi aula? Había escuchado que era un colegio muy grande ¿Y si fingía ser muda y no hablaba? Uhmm no conocía el lenguaje de señas.
_Tonta, tonta, tonta_me regañé_ concéntrate
Mis manos sudaban y empezaba a alucinar cosas, ojalá me desmayara antes de llegar y no tuviera que ir, pero mi suerte era terrible. El taxi ya se había detenido incluso antes de terminar mi debate conmigo misma.
_Qué tengas un buen día hija_ mi madre salió del vehículo_ Confía en ti déjales ver que eres maravillosa, a la Rachel de verdad, ya veras que te lloverán amigos_suspiró_ Suerte chiquita.
Le sonreí

_Gracias

Mamá era muy dulce y cálida, pero su encanto acabó en el momento en el que me giré hacia el portón del colegio. A través de las rejas podía ver lo inmeso que era el lugar, lleno de árboles y edificios grises que saltaban a la vista por su elegancia. No estaba acostumbrada a tanto, este era claramente un colegio de riquillos. Definitivamente, yo no encajaba aquí.
_Que más da_ tomé aire_ ya estoy aquí
Me encaminé al portón a pasos largos, pues ya era bastante tarde y ya casi no habían alumnos circulando.
Una vez dentro, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y paré en seco.
Una mano descansaba sobre mi hombro y no, no era mía ni jamás la había visto nunca antes en mi vida, y mientras pensaba en esto y miles de manos se dibujaban en mi cabeza, una voz me hizo sobresaltarme

_Amiga, tus amarras están desatadas

Yo me giré para ver a la figura que se había colocado a mi costado, y sip, era él, llevaba audífonos negros alrededor de su cuello y me miraba, a mí, me estaba mirando a mí.

_Allí_ señaló hacia mis zapatillas blancas_ si sigues caminando así te caerás.

Yo aun lo miraba atónita
Él sonrió
Retiró su mano de mi hombro para colocar ambas en sus bolsillos y caminó unos cuantos pasos para luego voltear

_Tranquila_ me habló de nuevo! _ el primer día no mata.

Algo se movió dentro de mí, mis neuronas se encontraban en un descontrol total y yo estaba a punto de cumplir mi sueño de desmayarme.
El primer día no mata, irónicamente tal vez no era el primer día lo que me estaba matando tal vez era él.






Confesiones FugacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora