PROLOGO

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Era tal vez el peor invierno que había vivido, el frío se hacia notar en las curiosas y redondas gotas de espesor blanco que caían del cielo, mejor conocidas como nieve. Las personas que caminaban en la calle empedrada se miraban unas a otras con ojos inexpresivos, y luego estaba yo, sentada en el balcón de mi casa, sin abrigo, expuesta a todo lo que me rodeaba y a la vez segura del mundo exterior.

Mis mejillas tal vez estuvieran rojas por tanto frío, pero ¿a quién le importaba? de igual manera todos seguirían mirándose fríamente. Bah. Que tranquilidad se sentía hasta que mis ojos se topan con el chico más atractivo que jamas había visto. Decidí seguirlo con la mirada y me sorprendió su rostro, le sonreía a la nada. Su mirada estaba llena de color y..... algo más.

A pesar de aquel clima infernal yo solo lo contemplaba con las piernas temblando y los ojos llorosos por el viento, y de la nada sonó algo que yo no conocía, pero parecía como si el chico hablara, ¿por que no parecía que hablara? si estaba claramente hablando. Aquella no/voz atrajo la atención de toda la gente ahí presente, haciendo que el chico continuara no/hablando(?), parecía estar... expresándose.

-¡Alto, detente!- grite.

Todo mundo sabia que cualquier expresión de sentimientos es contra la ley, pero al chico no parecía importarle y continuo con su labor. Con una extraña sensación y el corazón latiendo fuertemente , baje las escaleras y salí a la calle con los pies desnudos, en pijama, y fue cuando lo vi bien, de frente,me percate de todos sus rasgos físicos, era alto y de ojos azules como el cielo nocturno. Tome su mano y lo obligue a entrar a mi casa, que locura. Ahora dentro de esta, tomados de las manos y con los nervios de punta, tome valor de girarme hacia el y solté su mano.

-Gracias, me salvaste... y también perdón, hice que salieras descalza, y ahora por mi culpa te has quemado.

La cara del chico era tan expresiva que no sabia como reaccionar, ver su rostro era como sentir un cálido abrazo en un mundo vacío.

-¿eres parte de... de la orquesta que han estado formando?- pregunté con un hilo de voz mientras miraba al piso, como si fuera yo la que estuviera en una casa ajena.

-Si, ¿te interesa entrar?

-no, me considero aún muy pequeña, además, no quiero problemas.

El chico no renegó, solo se quedo observando mi casa, blanca como todas las demás, sin ningún objeto decorado y con las paredes desnudas. ¿Que más se podía esperar de la casa de una chica de 14 años? Una chica sin padres, sin algo a lo que llamar familia.

El chico se marcho y dejó un solo mensaje:

"Algún día regresaré por ti..."


El silencio de un lugar para danzarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora